“Guá primo” y “Quédate quieta, pues”: expresiones que identificaron a este mastodonte de la amistad y del baloncesto, repleto de bonhomía y desbordante de ritmo.
Luis Carlucho Martín
Un noble grandotote –conteniendo las lágrimas–, atinó a decir, entre muchas otras loas y reconocimientos, uno de los Héroes de Portland, Melquíades “Mou” Jaramillo, al referirse a su gran amigo, el basquetbolista David Blanco, llamado tempranamente por el Altísimo a su viaje eterno.
Su privilegiada envergadura y apego al baile, quizás por su espíritu proteccionista que constantemente lo guió en aras de la paz, lo llevaba a bailar “siempre con las más chiquitas”, rememoró en gesto nostálgico Jaramillo.
“David fue un tipo excepcional. Plena sonrisa a flor de labios, carismático, alegre, salsero a morir y también merenguero”, expone Mou, como también se le conoce a Melquíades, quien fuera compañero de Blanco en Panteras de Miranda. Asegura que hay un video que se hizo viral, en el que se muestran las dotes de gran bailador de “ese noble hermano”. Debe haber más de uno…
“Amable, gentil, humilde. Muy servicial. Una gran persona. Su muerte nos pegó en el alma. Al menos de quienes estuvimos siempre a su lado, como Manolo Méndez, Willy Naranjo, Víctor David Díaz, Carlos Silvera, Ulises y su esposa, Nelson Pérez y esposa, el coronel Gibsson León y su esposa Kelbid Hilewsky… la familia completa”, sentenció, quien además le reconoce como un gran jugador, compañero, hermano de la vida y del baloncesto, muy querido por todos. “Su muerte nos resultó inesperada. Aunque todos tenemos eso seguro, nos sorprendió, pero, como dicen por ahí, el tiempo de Dios es perfecto”… No obstante, muchos creen que esta vez quizás se apresuró…
La arepa más grande
Por iniciativa de su hijo Víctor David Díaz, Doña Sara Paulina Díaz, madre del eterno capitán de varias generaciones del baloncesto nacional, recibió en el seno de su numeroso y humilde hogar en El Guarataro, como un hijo más, al corpulento barloventeño David Blanco. Eso fue en los años 80, cuando ambos jugadores iniciaban sus carreras profesionales en la Liga de Baloncesto con Panteras de Miranda.
Al respecto, Víctor David, sumergido en un marasmo de sentimientos encontrados y con voz entrecortada por el impacto que aún le produce la temprana partida de Blanco, recuerda a “ese gran bailador de todos los ritmos”, como un hermanito alegre, amable, noble y sacrificado por el bien común, por encima del personal.
Relata que un día de desayuno familiar ve dos arepas en la mesa. Una mucho más grande que la otra: “Epa Sara, le pregunté a mi mamá, por qué esa diferencia tan notoria en el tamaño de las arepas”. “Sencillo, Víctor –tajantemente respondió doña Sara–, porque David es más grande que tú y esa grandota es para él. Ok”…
Unas tímidas risas fueron interrumpidas por el silencio, por la pausa, que delata un nudo de duelo y que atrapa un montón de anécdotas y vivencias que Víctor David no puede procesar. No entiende ni asimila la absurda muerte de su hermanito de la vida…
Esta anécdota de la arepa más grande también la trajo a colación el destacado entrenador y formador del baloncesto, Jesús “Moñito” Contreras, quien recuerda a David “El Blanco de las raíces negras”, como parte determinante, “por su juego sacrificado para sus compañeros”, de aquel equipo campeón junior en un suramericano contra Brasil. Desde esos días aprendió su “narrativa técnica”, pero desde el banco…así era David, “un tipo excesivamente familiar y por su iniciativa el equipo de la Hermandad Gallega se llamó Hermandad Caraqueña”. Bonito gesto.
Un amable protector
Desde que estudió primaria en el Grupo Escolar El Libertador, en Chacao, su estatura se imponía ante el resto de los compañeros. No jugaban baloncesto sino pelotica de goma. “Y aunque era más por diversión que por competencia, siempre David estuvo pendiente de protegernos a los de su entorno”, cuenta visiblemente afectado también ante la sucesiva ausencia de su amigo, Ulises Martín.
Recuerda que luego de mucho tiempo sin verse, se encontraron en Parque Miranda, sede de Panteras, y David, con su humildad característica, no solo lo recordó, sino que agregó unos cuantos chistes de aquellos días de escolares. “David era muy dado con los suyos: ese reencuentro se resumió en un abrazo efusivo, de hermanos de crianza”, asegura Martín, quien coincide tanto con el entrenador José Luis “Chelí” Ramos, como con el ex presidente de la Federación Venezolana de Baloncesto, Carmelo Cortez, a la hora de definir con una palabra a “Deivis White”, como le decían sus más allegados: Colaborador a carta cabal. De eso hay muchos testimonios. Siempre su vehículo estaba a la orden y ofrecía cualquier tipo de aporte que pudiera hacer para favorecer los grupos donde se desenvolviese.
Recuerda Chelí que “fue un obrero dentro de la cancha. Sus 2.06 metros fueron nómina y alma de Cocodrilos, Portuguesa, Gaiteros y Marinos de Oriente, además de su equipo inicial, Panteras, por supuesto”.
Por cierto, «Deivis White» era la forma predilecta, para identificarlo, por parte del presidente de los entrenadores de baloncesto de Distrito Capital, el hermano Sioux Fernández, quien motorizó varias jornadas sociales y tertulias deportivas por la causa de este gigante de la vida…
Mr cortina
“Trabajé con David desde la categoría formativa (cadete o júnior). Le ponía mucho empeño. Siempre lo demostró y por eso tuvo cabida en la Liga Profesional con Panteras de Miranda”, indica el popular Néstor “MamaOsa” Salazar, quien lo revive como un tipo tranquilo, muy dócil, de equipo. “Le decíamos Mr Cortina, ya que por su robustez era ideal para esa jugada en ataque”. A manera de chanza siempre decía que él debe figurar en el récord de triples de Víctor David Díaz, quien se apoyaba mucho en esa ventaja física que brindaba ser compañero de Blanco. “Le gustaba ayudar a sus compañeros, dentro y fuera del camerino. Activo para entrenar. Tuvo una pasantía por Estados Unidos. Fue de los buenos jugadores bajo mi mando. Donde nos veíamos me pedía la bendición. Respetuoso 100 por ciento. Con mi familia, con los coachs. Cuando me enteré de la enfermedad me afectó”, agrega el coach, quien corrobora la siembra de amistad de Blanco, manifestada en su concurrido último adiós.
Puntos estos con los que coincide uno de sus mejores amigos, el aun activo Lenín García, quien se refiere al “gran padre y esposo, empedernido comedor de tortas de chocolate, excelso bailador de salsa y cliente número uno de La Asunción”, templo salsero caraqueño donde dejaba constancia de sus cualidades danzarinas este “Rey del Pick and roll”.
Guá, Amigo solidario
Por su parte, Manolo Méndez lo califica como un amigo sin igual. Muy solidario. Recuerda que una vez iban en una moto y al sentir que el conductor perdió el control David, que pudo saltar, prefirió quedarse y “allá rodamos todos, gracias a Dios, sin consecuencias, guá”, expresó entre risas de nostalgia.
“Nunca tuvo un no para sus amigos”, expresa otro de sus compadres de la vida, Carlos Silvera, quien asegura que “a pesar de cualquier adversidad, Davisote siempre tenía ánimos y ganas de triunfar”.
Todos coinciden en que “Guá primo” y “Quédate quieta, pues”, eran dos de sus dichos preferidos. Con ellos calmaba situaciones y siempre generaba agradable ambiente.
Coronel: La cámara escondida
“David fue parte de mi familia. No me refiero solo a David el jugador sino al ser humano excepcional que fue para nosotros. Muy entusiasta y positivo”, expresa el coronel Gibsson León, quien lo sorprendió más de una vez bailando donde sonara buena salsa. Y lo grababa. Por eso le decía La Cámara Escondida.
“Además, mi papá Hernán, era su paisano de Mamporal. Más relaciones familiares que me unen a Deivis White, quien dejó un legado, más que en el baloncesto, como ser humano y gran amigo. Lealtad. Siempre pendiente de todos. Desde su lecho de enfermedad nos alertaba para que cuidáramos nuestra salud. Le llevé al pastor José Gregorio Benavides, con la oración de fe. Se confesó ante Jesús como su único y verdadero salvador. Tenemos la fe, esperanza y confianza de que su alma fue salva”, añadió León.
Infinidad de cualidades que hablan del don de gente que fue David Blanco son exaltadas por otro de sus grandes amigos, con arraigo en su entorno familiar, como Willy Naranjo, quien, entre epítetos que denotan una alta dosis de añoranza, se centra en enaltecer la condición de excelente padre, esposo, hijo y hermano, hombre ejemplar en todos los sentidos y muy humilde. “Un gran amigo, servicial, abnegado, un buen compañero de equipo, todo un profesional, dentro y fuera de la cancha, respetuoso”, complementó con voz de consternación ante el prematuro adiós de Davisote.
Triunfo vacío
Cierto es que, ante su empeño y alegría por vivir, el amor de sus allegados, la salsa y sus aportes, la férrea defensa y cortinas de “Papupapa”, como le decía su pana Humberto Monoché, esta vez no pudo contra ese adversario oculto y letal que lo hizo adelantar el viaje. Así David sembró en todo su entorno el legado de su bonhomía. Por eso, como cantó Rubén, no te enorgullezcas, muerte, porque tu triunfo es vacío… Solo Dios sabrá el por qué…
Chao Deivis. Nos queda como consuelo que en el Cielo hay actividad basquetera con árbitros y compañeros que se te adelantaron…además está casi toda la Fania, Ismael Rivera, Cheo Feliciano, Pat Quintana, Héctor La Voe, Frankie Ruiz, los panas del Madera original, Tabaco, Joe Ruiz y un montón de salseros que te deben tener en rumba desde ese fatídico 14 de marzo de 2023 cuando hiciste tu última cortina. Ahora estarás pendiente desde ese sitial, junto al Altísimo, para que brindes protección, como el gigante que fuiste, como el gigante que serás, porque siempre te gustó cuidar a todos los tuyos.
El Pepazo