Se jugará el título del Open de Australia y el número 1 con Tsitsipas. El serbio aprieta el acelerador después de desperdiciar un 5-1 y está a una victoria de su vigesimosegundo ‘Grand Slam’
A Novak Djokovic no lo para nada ni nadie. El serbio, en su particular cruzada por volver a ganar en un país del que fue deportado hace un año, se ha plantado este viernes en su décima final del Open de Australia.
A pesar del ambiente enrarecido por la ausencia de su padre Srdjan, tras posar con unos simpatizantes de Vladimir Putin, y dejar escapar un 5-1 en el primer set, con el beneplácito de la grada, Djokovic demostró que es el mejor.
No hay otro como él. Ante la adversidad siempre encuentra soluciones. Los aficionados le aplauden en la presentación, sobre todo cuando se repite un palmarés con nueve coronas en el Melbourne Park, pero la sensación que da, y la que tiene el tenista serbio, es que la mayoría no van con él por su insultante superioridad.
Algunos grupos con la bandera serbia le alentaban en la Rod Laver Arena mientras el resto aplaudía cada uno de los puntos que llevaron a Paul a empatar a cinco juegos la manga inicial. La reacción del estadounidense había coincidido con una discusión del flamante finalista con el juez de silla por el tiempo que se tomaba al sacar.
Novak se la tenía guardada. Al acabar el set se puso la mano en la oreja desafiando a los asistentes. Estos respondieron con pitos y Djokovic les alentó un poco más con los brazos. Al súper campeón le van los ambientes caldeados.
Djokovic jugará la final del Open de Australia ante Tsitsipas
Cuando se cabreó se acabó el partido porque puso una marcha más para cerrar un marcador de 7-5, 6-1 y 6-2. Partiendo del 5-5, suyos fueron los siguientes 12 juegos.
Sólo ha cedido un set en el torneo y fue en la segunda ronda con el francés Enzo Couacaud porque aún le molestaba su muslo izquierda. Solucionado el problema se terminaron los rivales y la emoción.
En su banquillo no estaba su padre Srdjan, que dejó su silla vacía, pero sí su madre Dijana. El serbio no necesita muchos aplausos de los suyos porque se motiva solo. Le motiva la gloria de ser el mejor de la historia y las cifras así lo avalan.
Nadie antes había ganado 27 partidos consecutivos en el Abierto australiano y tampoco nadie había decantado a su favor 40 duelos del tirón en las antípodas.
A sus 35 años y 252 días es el quinto tenista más longevo en disputar una final de ‘Grand Slam’. En ese apartado le superan Ken Rosewall, Roger Federer, Mal Anderson y Rafael Nadal.
Más finales de ‘Grand Slam’
Novak Djokovic 33
Roger Federer 31
Rafael Nadal 30
Ivan Lendl 19
Pete Sampras 18
La razón hay que buscarla en una secuencia de 36 victorias en los últimos 37 partidos (no se cuenta la Laver Cup) desde que cayó a manos de Nadal en los cuartos del último Roland Garros.
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El Pepazo/Marca