Mucho se ha debatido sobre los beneficios del agua fría para nuestro cuerpo, pero no todos están probados por la ciencia. La mejora de la circulación y de nuestras defensas son algunas de las ventajas de esta práctica, además de algunos efectos positivos para nuestra piel.
Alicia Cruz Acal
Nuestro pulgar del pie sufre a veces cuando de comprobar la temperatura del agua se trata. Todos hemos visto alguna vez la típica escena de dibujos animados en la que el personaje introduce con sumo cuidado el dedo en el mar para inmediatamente después dar un respingo al descubrir lo helada que está el agua. El frío echa para atrás, pero ¿y si tras él se escondieran beneficios para nuestra salud?
Mucho se ha hablado de las ventajas que supone darse duchas de agua fría, aunque bien es cierto que no todas cuentan con el respaldo de la ciencia. Por ejemplo, hay quienes piensan que esta práctica diaria favorece la pérdida de peso. A pesar de que al tratar de regular la temperatura corporal se podría quemar grasa parda, no hay estudios suficientes todavía que apoyen esta creencia.
“El agua fría actúa como vasoconstrictor, es decir, contrae los vasos sanguíneos de nuestro cuerpo, aumenta la presión con que la sangre fluye por ellos y estimula así la circulación”, detallan Miguel Sánchez Viera y María Alejandra Vallejos, director y miembro del Equipo de Dermatología del Instituto de Dermatología Integral, respectivamente. Los especialistas añaden que tiene un efecto antiinflamatorio y disminuye la velocidad de conducción nerviosa, aliviando posibles dolores: “Cuando recibimos un golpe en cualquier parte del cuerpo, nos recomiendan aplicar frío sobre la zona afectada”, recuerdan.
Acerca del efecto sobre la circulación, esta mejora tras la inmersión en agua fría durante 15 minutos después de cualquier actividad deportiva. Así lo demostró una investigación publicada en el International Journal of Sports Medicine. En concreto, los participantes de la misma, tras una sesión de entrenamiento, introdujeron una pierna en un baño a 10 grados de temperatura, mientras que la otra la dejaron fuera. El trabajo concluyó que las adaptaciones microvasculares de la pierna sumergida fueron mejores.
Agua fría, aliada del sistema inmune
Las duchas de agua fría ayudan, por otra parte, a fortalecer nuestro sistema inmunitario. En este sentido, un estudio publicado en la revista Plos One avaló esta hipótesis. Con una muestra de más de 3.000 personas, se comprobó que aquellos participantes que se dieron una ducha diaria de agua fría durante al menos 30 segundos redujeron las bajas laborales por enfermedad un 29%.
Asimismo, el aumento de los niveles de energía fue la sensación de la que más se informó, comparado con el mismo efecto que produce la cafeína.
Beneficios del agua fría sobre la piel
Los expertos consultados por CuídatePlus subrayan principalmente dos efectos del agua fría sobre nuestra piel:
- Vasoconstrictor y estimulante de la circulación. El contacto del agua fría sobre la piel hace que nuestro metabolismo se acelere y nos proteja de la pérdida de calor. Para conseguirlo, aumenta la circulación sanguínea y su oxigenación. Esto conlleva a un aumento en la producción de colágeno y elastina, proteínas responsables de la firmeza y elasticidad de la piel.
- Antiinflamatorio. Al mejorar la circulación y disminuir el flujo sanguíneo, disminuye también la respuesta inflamatoria. Así, se reducen las rojeces propias de enfermedades como la cuperosis, la rosácea, las arañas vasculares o el acné. “Además, si se aplica directamente sobre las ojeras con algodones, pañitos e, incluso, herramientas masajeadoras frías, consigue disminuirlas y lucir una mirada más descansada”, agregan los dermatólogos.
Temperatura y tiempo recomendados
Cuando hablamos de agua fría, los especialistas del Instituto de Dermatología Integral apuntan a que esta debe encontrarse entre los 20 y 25 grados. “El tiempo máximo de exposición no debe exceder los 2 minutos, aunque es mejor empezar con periodos más cortos para que el cuerpo se vaya habituando”, señalan.
Los dermatólogos hacen referencia a cierta tendencia viral en redes sociales que consiste en sumergir la cara durante unos segundos en un recipiente de agua con hielo. “No es recomendable debido a que el hielo (0 grados) aplicado directamente sobre la piel puede provocar quemaduras”, advierten.
Cómo afecta a nuestra piel un exceso de agua fría
Al igual que se ha comprobado que utilizar agua fría a una determinada temperatura y durante un breve periodo de tiempo es beneficioso, “excederse puede provocarnos fallos en la capacidad de regulación de temperatura de nuestro cuerpo, con alteración del ritmo cardiaco, quemaduras en la piel y, en casos extremos, hipotermia”, explican Sánchez y Vallejos.
Por otra parte, el uso de agua muy fría sobre la piel genera el cierre de los poros, por lo que no se logra eliminar todas las impurezas. Por otra parte, esto también provoca que las cremas y cosméticos que usamos en nuestra rutina de cuidado diaria no se absorban lo suficiente y pierdan parte de su efectividad.
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El Pepazo/Marca/Cuídate