Silvestre Ovalles
Una vez leí por ahí un chiste, ya por la distancia del tiempo no recuerdo la fuente; pero bueno, si aparece el autor mis respetos; cumplo con avisar que no es mío: Estaba un político de izquierda dictando una formación a unos jóvenes militantes. En la formación sostuvo con vehemencia que el socialismo no es un DOGMA; y luego decía: «Repitan después de mi: El socialismo no es un dogma, el socialismo no es un dogma, el socialismo…»
Ahora trataremos de construir un concepto más o menos llano de lo que es DOGMA. Un Dogma es una serie de premisas indiscutidas, rígidas e inamovibles. Una verdad absoluta, intocable o sagrada. Esto puede resultar bien para las personas que profesan alguna fe, ya que los planteamientos religiosos tienden a ser dogmáticos y no brindar mucho espacio para la discusión argumental.
Pero si algo nos ha enseñado este proceso de transformación social al qué llamamos Revolución Bolivariana, es que no hay verdades absolutas. Los cambios sociales son muy dinámicos y la coyuntura nos ha obligado a construir teoría desde la praxis revolucionaria (afortunadamente). El partido, como instrumento político de la revolución, no puede entonces, basarse en argumentaciones rígidas e inflexibles.
Entonces mal pudiéramos los formadores plantear métodos académicos, teorías importadas y planteamientos de la guerra fría; cuando la verdad fundamental está en el territorio. Y la actualidad obedece a un proceso de guerra cognitiva, evidentemente global y en pleno desarrollo. El chavismo debe ser una doctrina liberadora y el partido una poderosa escuela que brinde las herramientas para el fortalecimiento de esa visión esperanzadora, de la justicia social posible, que desarrolló Hugo Chávez y que forma parte de la doctrina Bolivariana que nos define.
Para eso debemos remar hacia la emancipación conceptual total, hacia la descolonización teórica y de lo que estamos construyendo; sin recetas preestablecidas ni dando por sentada la infalibilidad de los avejentados referentes del socialismo importado. Tampoco se trata de dividir al partido entre dogmatistas y liberadores; se trata de que debemos partir hacia el proceso de construcción política, desde los principios, de que no hay verdades absolutas, ni tema que no se pueda discutir.
Para eso debe generarse la cultura del debate, y si la formación se ocupa de este ámbito, a todos los niveles de nuestras estructuras; podremos apreciar en muy corto tiempo un crecimiento político considerable y una profundidad Ideológica auténtica, con sólidas bases bolivarianas. Un clima militante a la hora de resolver diferencias. Los pueblos alcanzan su liberación solo cuando elevan su conciencia y se organizan.
Chávez supo siempre adaptarse a las circunstancias históricas, pero persiguiendo un ideal fundamental y sin claudicar en sus principios. Entonces estas nuevas circunstancias ponen un reto nuestra capacidad de adaptación histórica: divorciar la formación del dogmatismo; y brindarle a nuestras estructuras de base, la capacidad de percibirse así mismos, como actores responsables de generar el concepto liberador, que cada espacio de construcción social necesita.
La Vanguardia por su parte no tiene la disposición para recibir dogmas, el Dogma es antagonista natural de la juventud; porque sencillamente la virtud de ser joven es la capacidad de cuestionarlo todo. Si bien es cierto que debemos dotarlos de referentes históricos, más bonito es que aprendan haciendo, participando activamente, como el Robinson, sin ataduras conceptuales, ni posiciones rígidas.
Con el ejemplo, en el territorio, construyendo conceptos, descubriendo in situ, como la realidad social es consecuencia de una lucha histórica, entre nuestros principios bolivarianos y el imperialismo agresor (valga la redundancia). La vanguardia necesita hoy más que nunca germinar y crecer; trascender a la vieja manera de hacer política y llenarse de Chávez. Libros habrá siempre, no impongamos el ejercicio de la lectura, sino que fomentemos las ganas de leer.
Ayudemos a la comprensión de la realidad actual y cada cual hallará en su interior, las ganas de investigar las causas, de abrazar las banderas de lucha que más los comprometan; y todos estaremos remando, hacia el fortalecimiento del partido movimiento. Derrotemos los dogmas adormecedores y salgamos en búsqueda de esas experiencias, de esas realidades que paren día a día, el verdadero concepto originario de la Revolución. El Partido Escuela es fundamental para seguir EDUCANDO A LA VANGUARDIA.
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