“De todas las estupideces que un hombre puede cometer, engañarse a sí mismo es la peor.
ALICIA GIMÉNEZ BARTLETT
Luis Semprún Jurado
“¡Carajo, camaradas! Se los explicaré brevemente, palabras más, palabras menos, ya que es demasiado importante conocer todo el panorama para entender situaciones que hemos estado viviendo y que aún persisten” inició diciendo Anacleto, para llevar el cigarrillo a su boca y echar unos aros de humo. “¿Creen que las mesas de diálogo no son una necesidad? ¿Creen que son una necedad de Nico? ¿Creen que luego de años de ser Canciller del Eterno Comandante no conoce el agua en la que nada? ¿Es que no ha dado suficientes muestras de tener capacidad suficiente para manejar la política internacional de nuestra amada patria? Lo que pasa es que la gente anda aún decepcionada por los resultados de los pasados intentos de diálogos en los que el único interés que privaba del lado majunche, era sentar las bases de apoderarse del poder a corto plazo. ¿Es que aún no se han dado cuenta que la majunchería está muy enferma y que no muestra mejoría? Llevan años de años autoengañándose con eso de que son «mayoría» porque no les entra en la cabeza que no simpatizar con Nico no significa que los apoyen a ellos. Recurren al autoengaño para no asumir las duras consecuencias de los actos que los han llevado de fracaso en fracaso y esquivan la realidad buscando refugio en una inconsciencia deliberada. Hubo una época en la que llenaba autopistas y calles, llena de violencia y odio visceral, de paros y trancones, de racismo y fascismo. Fue cuando le dieron el golpe a Hugo y pueblo y Fuerza Armada, unidos, lo restituyeron en el cargo que limpia y democráticamente había ganado. Desde hace tiempo no llenan ni una cuadra y siguen con la cantaleta de que son mayoría porque existe malestar en el pueblo por la pérdida de poder adquisitivo del salario y por el efecto del dólar desgraciado que no se ha podido eliminar. Pero una cosa es que estén arrechos por eso y otra que les apoyen. El pueblo ya conoce a sus verdugos y no les va a dar más nunca una nueva oportunidad para fregarnos la vida. Y es que el pueblo ve como la traición es el pan nuestro de cada día en sus filas y sabe que hay que ser precavidos con las personas que ya nos han fallado. ¿Mesas de diálogo? Claro, todas las que quieran por el bien del país y sus habitantes; no por los intereses bastardos de una cuerdita que lo único que desea es sentarse en la «silla». Pero primero deben demostrar que SÍ les importa el país contribuyendo a que se levanten las sanciones, el boicot, el bloqueo, que liberen a Alex, que nos devuelvan lo robado y lo bloqueado en bancos extranjeros, nuestro oro en Inglaterra y CITGO en EEUU. Trabajen en eso y déjense de la cantaleta y la lloradera por el poder que sólo así el pueblo llegará a verlos con otros ojos y no como zamuros buscando carne.”
Decía George Orwell que en una época de engaño universal decir la verdad es un acto revolucionario. Y si el engaño va de la mano con la mentira entonces el autoengaño no puede ser otra cosa que mentirse a sí mismo, y la persona que se engaña una vez se engañará toda la vida; no lo hará como la primera vez, pero se engañará de distintas formas diga lo que diga. Así ha sido el camino de la majunchería, mentira tras mentira, fracaso tras fracaso, traición tras traición. Ese trastorno no le ha permitido levantar cabeza sino que le hunde cada vez en un pozo más profundo. ¿Quién en su sano juicio puede creer en un ser tan miserable como el Vampiro Ledezma? O en el Niño Bomba, el asesino de niños, la loca, el mariposón del BMW, los dinosaurios corruptos del pasado (¿verdad Henry?), el pelanalgas autoproclamado o la “inteligente” de los barriles reciclados. ¡Vaya gente! Y ¿qué decir de quienes aún les creen? ¿Se puede ser tan ingenuo con esa banda de sinvergüenzas? No me vengan a justificarlos con aquello de que “el chavismo ha saqueado y destrozado el país”; no es verdad.
Por ahí leí (sic): mientras la mentira consiste en engañar al otro, el autoengaño o mentirse a uno mismo, es lo que se utiliza para mantener falsas creencias o ilusiones a las que uno tiene apego, y según Daniel Goleman la culpabilidad, la vergüenza y el miedo son los móviles inmediatos del engaño. Así que conociendo los pájaros por su excremento, podemos entender claramente el desastre en las filas opositoras. Hace tiempo existían AD, COPEI, URD, PCV y otros partidos pasajeros, y entre sus cabezas se ponían de acuerdo para repartirse el país. Recuerden el Pacto de Punto Fijo. De ellos nacieron los hijos y nietos legítimos, y también los bastardos, que poco apoco se fueron comiendo a sus padres y abuelos, incrementando el número de partes del pastel y exacerbando al máximo su trastorno. Ninguno de ellos tiene el más mínimo chance de gobernar este noble pueblo y el interinato se ha encargado de acabar con cualquier posibilidad que hubieran podido tener. Esa banda de ladrones ha dejado sin esperanza alguna al pueblo opositor, ojo, que sí existe pero que es minoría.
Uno de los síntomas típicos del trastorno majunche es que basan su actuación en las “operaciones psicológicas” de los gringos, que pasaron de ser “giro” o “spin” a “fake news” o noticias falsas, con aspectos de los 11 “Principios de la Manipulación Mediática” de Joseíto Göbbels. Todo está diseñado para decir y publicar mentiras, por lo que esto se les ha convertido en un verdadero dolor de cabeza ya que su actuación es tan persuasiva que ellos mismos terminan creyéndolas; es decir, se engañan a sí mismos. El trastorno se hace más evidente cuando contradices sus mentiras con pruebas irrefutables, porque entonces “si no ganan, arrebatan” y su comportamiento es como el de los niños malcriados. Un ejemplo típico que puedes corroborar es cuando te dicen que “las sanciones y el bloqueo no existen, sino que el problema es la corrupción y la falta de eficacia y eficiencia de Nico”. Lo más triste es que ellos mismo solicitaron y auparon los hechos de los que se quejan. Lástima que no hemos podido hacer que se conviertan en un bumerán como ha hecho Rusia para con la UE.
Aunque como decía Nicolás Maquiavelo “La traición es el único acto de los hombres que no se justifica”, dentro de su pequeño mundo narniano es lo que abunda. Veamos, Borges, López, Caprilito y otros salieron de COPEI con un cheque de PDVSA que le dio la mamá de Leopoldo y que cobró Borges, porque no aguantaron a Caldera, y su combo, después de la traición de éste para con Eduardo y luego Oswaldo, y fundaron P(rimero) J(odemos); luego el niño bomba no aguantó al asesino de niños ni a la nueva Marycori, los dejó y fundó V(iolencia) P(eligrosa). ¿Y la “generación de relevo” de COPEI y la Juventud Copeyana, que se hicieron? Bueno, imagínense las vueltas en AD que al final Bernabé le quitó el partido a Henry. De ahí que ustedes vean figurar gente como la de los “barriles reciclados”, o a la que le gusta el “chicharrón con pelos”, con partidos que nadie sabe de dónde salieron. Pero entre ellos no se toleran porque son “alacranes, culebras, ratas y escorpiones” que sólo piensan en ellos mismos y demuestran absoluta ausencia de fidelidad a causa alguna: sólo al Dios dinero.
Algunos dirán que la majunchería, como “gente culta”, basa su comportamiento en lo planteado por Rosseau al decir que era la misma sociedad la que hacía del hombre un ser corruptible y despiadado, por ende traicionero y mentiroso. ¿Y cómo se cura ese mal si según Hobbes el hombre es por naturaleza un lobo para su prójimo? ¿Justificas el comportamiento majunche porque en el fondo también deseas una cuota de poder o reconocimiento? ¿Crees que de verdad todos los días sale a la calle un pendejo y que el que lo agarre se lo queda? Por eso el ciudadano común se pregunta: ¿Para qué dialogar con la majunchería si nunca piensa en nosotros?, ¿pasará lo mismo que en veces anteriores? No tengo una bola de cristal para predecir los resultados, pero la experiencia me dice que los trastornos de la majunchería no se curan de la noche a la mañana. Nuestra labor es tratar de convencerla de tomar el camino de la unidad por la patria para defendernos de quién nos hace daño y juntos avanzar hacia el progreso.
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