James ‘Buster’ Douglas noqueó a uno de los más grandes de todos los tiempos en la ciudad japonesa
11 de febrero de 1990. El mítico Tokyo Dome cambiaba radicalmente su apariencia. Se colgaban los carteles de «Tyson is back». Sí, volvía Mike Tyson (50-6, 2NC) uno de los mejores boxeadores y más polémicos de todos los tiempo. Su rival era James ‘Buster’ Douglas (38-6-1, 1NC) y no tenía ninguna opción. Las apuestas le daban 42 a uno por KO de ‘Iron’, pues venía imbatido. ¿La gran fiesta de Tyson? No, algo superior. La historia.
Porque Douglas dio una de las mayores sorpresas de todos los tiempos. En el décimo asalto cazó a Tyson tras solventar su caída en el octavo. Un uppercut después de varios jabs, el monstruo al suelo. Perdía el invicto y los cinturones del peso completo. De película, una de las mayores sorpresas de la historia del deporte. Y quizá, por eso, Tyson es todavía más grande.
Desde allí, el boxeo no había vuelto a ese lugar sagrado. Un espectacular estadio para 50.000 espectadores. Sí alguna función menor, pero no en su pleno esplendor. 34 años hacen falta, pero, por fin, hay una pelea programada. Será entre Naoya Inoue (26-0, 23KO) y el mexicano Luis ‘Pantera’ Nery (35-1) por la defensa del peso supergallo el 6 de mayo. Otro día más de gloria en suelo legendario.
Un superhéroe para Japón. Eso sí, con alguna cosa rara. Pelea entre semana, algo habitual para el país del sol naciente. No sale fuera y todos saben que el mercado súper ventas está en Estados Unidos… o Arabia. Sí, es un gigante por su poder de pegada y electricidad cuando pisa ring. Pero le falta ese salto más. Y quién sabe si se lo tiene que dar el lugar donde Tyson cayó. Donde demostró que cualquiera ganar en boxeo.
El Pepazo/Marca