«El dolor del mundo, así como la tristeza y agotamiento emocional ante la imperfección y la injusticia, surge de la discrepancia entre la realidad y las aspiraciones.”
ANÓNIMO
Por: Luis Semprún Jurado
“Camaritas…, en nuestras reuniones y charlas, como en las de todos los demás, ¿se tienen que estar siempre tocando los mismos temas impuestos por el enfermo actuar de la majunchería o tenemos que crear nuestra propia agenda orientada hacia la comprensión, desarrollo y búsqueda de soluciones a tantos problemas que nos atañen?” – preguntó mi estimado Anacleto al inicio de su charla. Apagó el cigarrillo en el cenicero y continuó – “Debemos recordar el término «gatopardismo», originado de la famosa novela «El Gatopardo» de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, que describe una estrategia política en la que se promueve «cambiar todo para que nada cambie», para mantener el statu quo. Es decir, esa desoladora práctica de ofrecer sueños que se ha multiplicado notablemente en la majunchería política venezolana. Si mal no recuerdo, la cita original rezaba: «Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie». Esa contradicción es la piedra filosofal de la majunchería. Noten que no he dicho oposición ni «opudrición», porque éstas están más divididas que panal de abejas, sino «majunchería» porque, para mí, es el grupo más nefasto de todos los vendedores de ilusiones. En el pasado los adecos tenían su «estamos mal pero vamos bien» y creyeron que metiendo preso a CAP el pueblo los perdonaría; los copeyanos su «son corruptos pero son nuestro corruptos» y Caldera quemó todos los expedientes de sus corruptos «y que» para evitar una cacería de brujas; Locoldo su «hay un camino» y su camino fue a la cárcel; ahora la Loca tiene su «hasta el final» y parece que éste será España, ese «Jardín de Borrell», pasando por las trochas rumbo a Colombia. Todos trataron de imitar la Gigante Chávez y su «por ahora» pero les faltó moral para lograrlo. El gatopardismo majunche se refleja en la perpetuación de promesas de cambio que nunca se materializan. Los «y que» líderes políticos de la oposición de ayer son los mismos de hoy. Han utilizado falsas promesas para movilizar y mantener esperanzas en un pueblo agotado por la crisis económica y social que ellos mismos promovieron. Sus promesas resultan siempre huecas, lo que deja a sus seguidores desilusionados y frustrados. Con la «huida» de la loca ha sido afectada la percepción que estos tenían de ella y la confianza en que pudiera generar un cambio real. El que menospreciara la capacidad de Nico para sacarnos del hoyo en el que todos ellos ayudaron a hundir al país, ha sido su más grave error. ¿Quién puede creer que el mamotreto del pendón ganó la elección presidencial? Los gringos saben que las famosas actas, que «y que» tienen, son chimbas porque ellos ayudaron a falsearlas. ¿Qué capacidad puede tener para gobernar y generar cambios reales que no sea entregar todo a su financista? La historia reciente de Venezuela nos muestra las reformas y transformaciones que el gobierno de Maduro está llevando a cabo, para que las estructuras de poder y las condiciones de vida de la mayoría mejoren. ¿Cuántas veces el pueblo ha rechazado los intentos golpistas y terroristas de esta rancia oligarquía gatopardiana? Sólo tenemos que ver su impacto emocional y psicológico en la constante esperanza seguida de desilusión, que ha llevado a un desgaste emocional significativo y ha aumentado la desesperanza; y en la falta de una visión unificada y estratégica dentro de la oposición, tanto como en las presiones externas e internas que moldean sus decisiones. ¿Entienden la importancia de líderes políticos capaces de ofrecer y cumplir, con promesas realistas y alcanzables, que puedan fomentar un verdadero cambio que vaya más allá de las palabras? ¿No es eso lo que Nico está haciendo?, o ¿es que el crecimiento comercial no significa avance? o ¿es mentira que quienes nos quedamos trabajamos por un futuro mejor?”
En la búsqueda constante de un mundo mejor, los seres humanos nos enfrentamos a la cruda realidad de la imperfección y la injusticia. Esta disonancia entre aspiraciones personales y la realidad del mundo causa una profunda tristeza y mucho agotamiento emocional. De ahí surgen el malestar y las decepciones, en especial cuando nuestras esperanzas y aspiraciones se encuentran con las limitaciones de la realidad, parte inevitable de la condición humana. Cuando soñamos con un mundo justo y perfecto, cada acto de injusticia o imperfección puede sentirse como una traición personal, llevando a una sensación de desesperanza. Este sentimiento de tristeza no es simplemente una reacción a los eventos externos, sino una respuesta a la brecha percibida entre lo que es y lo que debería ser. Los venezolanos no somos ajenos al resentimiento de ver a crápulas, ladrones y sediciosos deambular tranquilamente por nuestras calles, sobretodo, a pesar del daño que nos han hecho con sus políticas apátridas. El país ha soportado y soporta más de 970 sanciones ilegales unilaterales.
“Que la Loca huyó”, “está en Colombia”, “está en España con el Inmundo”, que “el pelanalgas autoproclamado se reunió con fulano”, “que le pidió más sanciones a zutano”, “que al Borges lo acusa PJ de haberse robado todo sus reales”, “que la loca busca financiamiento del narcotráfico para crear terror en Venezuela”, “que Locoldo anda ‘lobiando’ para lograr más sanciones al país”, etc. etc. etc. La constante lucha contra la trama mediática profundiza el agotamiento emocional, explicando cómo la persistente pugna por cerrar esta brecha puede drenar nuestras energías. Para los comprometidos con la justicia social, el darse cuenta de que sus esfuerzos pueden no ser suficientes para cambiar el rumbo puede ser desalentador. Este agotamiento no solo afecta el bienestar emocional, sino que también puede llevar a un deterioro en la salud física y mental. Si no se exigen responsabilidades políticas y penales a los presuntos responsables, ¿en qué nos habremos convertido? Recuerden que PAZ sin JUSTICIA no es PAZ. El tiempo es implacable; no le gusta esperar ni parar.
La “y que” nueva estrategia de convertir a los victimarios en víctimas ya no cala. Eso de que los que salieron a vandalizar el 28 y 29 de julio protestaban pacíficamente por el reconocimiento de “sus votos” quedó demostrado que era una falacia. La mayoría de ellos ni votaron… es más, ni siquiera están inscritos en el padrón electoral. ¿Qué había muchos menores de edad? ¿Culpa de quién? ¿Quién es responsable de los desafueros de un menor de edad? ¿Dónde estaban esos padres que hoy reclaman la libertad de sus hijos? ¿No les pagaron con verdes, licor y drogas? Carajo, a los maricorinistas la inteligencia los persigue… pero ellos son más rápidos. ¿Qué fueron torturados y maltratados? Si escuchamos sus declaraciones entendemos que no es verdad. Sin embargo, la cana enseña y esa experiencia les debe haber abierto los ojos para no dejarse engañar otra vez por alimañas como la Loca y su gente; deben entender que siempre los dejan solos, desatendidos, porque los Simonovis, Borges, Ledezmas, López, Guaidos, están ocupados buscando a quien estafar.
El chavismo tiene su propia estrategia para manejar esa tristeza y agotamiento: amor, alegría y compañerismo; aceptar que el mundo es inherentemente imperfecto y que la lucha por la justicia es un proceso continuo. También es importante encontrar maneras de celebrar las pequeñas victorias y reconocer los progresos, por mínimos que sean, pues eso ayuda a mantener la esperanza y la motivación para permanecer saludable emocionalmente en esta lucha. El majunche piensa que errar es humano, pero que echarles la culpa a otros es más humano todavía. Cualquier oligarca te dirá: “Sí, existe un mundo mejor, pero es carísimo y no tienes con que pagarlo”, sin entender que ya sabemos que no es una cosa de dinero sino de principios, a pesar de la inevitable discrepancia con la realidad, porque es en la confrontación con la imperfección y la injusticia que encontramos nuestra fortaleza y determinación para seguir adelante, soñando con un mundo mejor mientras trabajamos en el presente. ¡Venceremos!
El Pepazo