Giovanni Franchesco D´Alessandro Mineo tenía 6 años cuando emigró de Italia a Venezuela y afirma que desde que escuchó la gaita, la ama más que a su vida. Anda para donde sea con cuatro en el hombro, un instrumento que lo maravilló cuando lo escuchó y que aprendió a tocar, luego de observar a dos grandes figuras, Moisés Martínez y Ricardo Aguirre.
Hebert Colina M.
Giovanni Franchesco D´Alessandro Mineo tiene 76 años, es sobreviviente de dos infartos, tiene tres stent implantados, pero dice que a su corazón lo enriquece y fortalece la gaita.
Nació en Italia, en Palermo, provincia de Bagheria, Sicilia, un 8 de octubre de 1947, y asegura que ama a la gaita más que a su vida.
Su padre, Giovanni Battista D´Aalessandro Trainna fue un ebanista, carpintero y su madre, Ana Mineo de D´Alessandro, fue una cantante de opera, pero una vez casada se dedicó al hogar, de ella heredó el amor por la música.
Sus antepasados vienen de Alejandría, Egipto, por parte de padre, y su abuela Julia era hija natural del Conde de Palagonía, dueño del Castillo del mismo nombre que aún permanece en Sicilia.
Producto de la segunda guerra mundial, su padre se vino en el año 1948 para Venezuela y se instaló en El Moján, municipio Mara, y fundó un restaurant muy popular y conocido donde todo el mundo comía barato, tuviera o no dinero.
Pero fue en agosto del año 53 cuando Don Giovanni mandó a buscar a su esposa Ana y a sus cuatro hijos para El Moján. A los 8 meses de estar todos en El Moján, Don Giovanni toma otra decisión clave en la vida de la familia y es mudarse a Maracaibo para instalarse en Santa Lucía.
A Franchesco le costó estudiar porque era extranjero y sus padres lo enviaron a una escuelita ubicada donde hoy está el negocio «Pa que Luis» y a los 9 años lo inscribieron en el colegio Pichincha.
«Fue un comienzo duro para un niño que no sabía el idioma, pero poco a poco las cosas cambiaron», cuenta Franchesco.
Giovanni Franchesco D´Alessandro Mineo es el italiano gaitero….
Un cuatro, Ricardo y Moisés
«Yo veía en Santa Lucía a todos con un cuatro y tocaban ese instrumento, y de él salían sonidos muy lindos, algo que llamaban gaita, me pareció muy hermoso y me interesé en aprender a tocarlo y cantar», narra Franchesco, quien expresa que su padre siempre pensaba en un mejor porvenir para la familia y es así como se mudan de Santa Lucía más hacia el centro de la ciudad, hacia el sector Santa María donde su padre compró una casita, pero él seguía estudiando en El Pichincha.
Dice que su encuentro con la gaita y con un cuatro fue fortuito, pero a la vez enriquecedor, pues conoció un ritmo y un instrumento que lo maravillaron para toda la vida.
«Yo hacía los mandados y pasaba frente a El Pescadito, una fuente de soda que estaba ubicada en la esquina de la 70 con La Limpia y todas las tardes veía a Moisés Martínez y a Ricardo Aguirre tocando y cantando y me fijaba en las pisadas que le daban al cuatro, me las memorizaba y me esmollejaba para la casa y las practicaba en un cuatro que me habían comprado».
«Así, de mandado en mandado, fijándome de esos dos maestros al extermo y por casualidad yo aprendí a tocar cuatro, un instrumento que para mí es como mi vida».
Cuenta que estudiando en el Liceo Baralt, conoció a Simón Udón García Luzardo, a quien considera el mejor compositor de todos los tiempos en cuanto a música zuliana en sus seis géneros, llámense danza, contradanza, vals, bambuco, gaita y décima.
«Con Simón aprendí mucho, compartí muchos momentos agradables, fue para mí un gran maestro y siempre lo recordaré con mucho cariño, para mí es el mejor compositor de música zuliana», asevera.
Pero otra travesía lo esperaba, pues por enfermedad de su madre tuvo que viajar junto a ella a Caracas y allá terminó el bachillerato en el Liceo Agustín Aveledo y luego fue a buscar cupo en la UCV y no hubo ni forma ni manera de entrar.
«No me quedó más remedio que regresar a Maracaibo e inscribirme en LUZ y allí me enamoré de Elba Sánchez, una negrita con la que compartí 53 años y de cuyo amor nacieron cuatros hijos a quienes levantamos con mucho amor, salud, y sacrificios, gracias a Dios».
Levantar una familia…
Franchesco tuvo que abandonar los estudios y trabajar, pues tenía un hogar que mantener, unos hijos y una esposa que alimentar, levantar y sacar adelante a una familia y comenzó a laboral en la General Electric como vendedor hasta llegar a gerente de Occidente y ahi pasó por Jhonnson y Jhonnson, 3M, Zulia Motors y otras empresas.
Pero la música seguía gritándole en su corazón, muy latente y se integró al conujnto Leones del Zulia de Vinicio Acevedo, luego pasó a Sonoros del Zulia, que, según afirma, fue el primer conjunto que salió internacionalmente a tocar gaita en otro país, Colombia.
«Canté en Maicao, eso fue el 8 de noviembre de 1969, fecha de la trágica muerte de Ricardo Aguirre».
De ahí pasó a Los Profesores del Ritmo, luego sus amigos de Santa Lucía lo llamaron y dirigió el conjunto El Son Gaitero que lo llevó a toda Venezuela y donde estaba el primer chistólogo de Venezuela, el siempre recordado Carlos Sánchez «Tomate».
«Hice un paréntesis en la música, tenía que dedicarme a mis hijos, que ellos terminaran de estudiar y se graduaran, fueron casi 30 años ahí viendo desde lejos pero con mucha nostalgia porque la gaita me apasiona sobremanera y a ella me debo desde el primer día que la escuché. Me fui a San Cristóbal y monté un negocio y conocí a un general maracucho de apellido Negrón, encargado del Batallón Carabobo 44, quien me dijo que quería que le hiciera un conjunto de gaitas porque cada vez que iban a un concurso, su conjunto conformado por puros andinos llegaba siempre último y él quería ganar».
«Se lo organicé y comenzamos a actuar y ese año ganamos todos los concursos de gaitas que hacían allá en San Cristóbal. Ese general no cabía de goce, muy contento porque el Zulia y la gaita estaban marcando la pauta, tanto así que me llevó a la alocución de fin de año donde estaría el Presidente de entonces, Carlos Andrés Pérez».
Qué es la gaita para tí?
Después de ese periplo por el estado Táchira, Franchesco cuenta que decidió regresar a su querido estado Zulia a seguir luchando por un mejor porvenir y a seguir haciendo música.
«Regresé a Maracaibo, fui representante artístico, director musical, solista, cuatrista, arreglista, entre otros que me han dado muy buenos momentos, siempre con mi cuatro y tocando gaita que es lo que amo».
«Yo nací en Ialia, mi madre era una cantante lírica, pero no me interesaba lo lírico, a pesar de que ella trataba de inculcármelo, pero desde que escuché la gaita, para mi lo fue todo, supe que lo mio era la gaita y no había nadie que me sacara de ella, la gaita es como mi propia vida».
Gracias a la gaita, Franchesco ha tenido los mejores momentos de su vida, ha compuesto casi 50 temas de diversos géneros, gaitas, tonadas, llaneras, entre otras, lo cual lo apasiona y gracias a su cuatro y a su musa inquieta.
Le ha compuesto a Alí Primera, Tino Rodríguez, Ricardo Aguirre, a la Península de Paraguaná, Coro, Maracaibo, a la Sierra de Perijá, Bailadores, a los niños, al Saladillo, a La Chinita, al Lago, a Alí Khan que acaba de morir, a Jesucristo, a su familia y hasta a él mismo.
«La gente me escucha cantar y tocar y cuando les digo que soy italiano, no me creen, me llaman mentiroso, pero es que quien escucha la gaita por primera vez queda atrapado para toda la vida y a mi me pasó eso y me siento orgulloso del Zulia».
Cuenta Franchesco que nunca le ha faltado el cuatro, para donde sea anda terciado con él, y desde que enviudó, es su más fiel compañero, amigo y hermano.
«El cuatro me da fortaleza y empuje para seguir hacia adelante, anhelo que mis nietos digan algún día que, pese a que su abuelo era italiano, tocaba gaita con mucha pasión y sólo pido que el día que muera sea con mi cuatro tocando gaita, porque la gaita es como mi propia vida».
El Pepazo