Leonardo Núñez Martínez
Conocer la identidad del gobierno que emitía el mensaje que «se autodestruirá en unos segundos» no nos preocupaba mucho. Si la orden era buena, riesgosa, difícil, compleja y emocionante, el piso de cemento era un agradable colchón para la muchachera que se conformaba frente a las pantallas del Zenith o Philco, los jazzeros clarinetes del fondo musical anunciaban que la serie policial era imperdible en las salas de las viejas casas de todo el país donde había un televisor. Tan, tan, tan, tan, tan, tan, tan, tan, tan, tan.
Corrían los años 60 y se acercaba el final de esa decada. Nuestra imaginación volaba, estallaba y se asentaba en el equipo multifacético de actores y una actriz que protagonizaban la famosa serie «Misión Imposible» de los martes por la noche. La autodestrucción de la enigmática cinta que contenía la orden de acometer una peligrosa misión para expertos funcionarios borraba toda prueba de autoría intelectual, aunque se suponía ésta. Por muy complicada que fuese la encomienda, el éxito lo aseguraba un equipo de personas sagaces, diligentes, leales, veloces, inteligentes y que se complementaban entre éllas.
¿Será «misión imposible» derrotar la corrupción, controlar los precios, recuperar los salarios, priorizar la salud pública, echar gasolina en paz, estabilizar el suministro de agua y luz, recoger la basura, arreglar las calles, caminos y carreteras, arborizar el país, financiar el agro, relanzar la educación y fortalecer el Poder Popular?.
Entre otras, estas misiones son posibles, urgentes, prioritarias y convocantes cómo la vieja serie de televisión.
¡ORGULLOSAMENTE MONTUNO!
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El Pepazo