La apuesta futbolística del gobierno saudí comienza a dar réditos al campeonato: sus ingresos, como su espectáculo y asistencia a los estadios y cobertura mediática no tienen freno.
Javier Martín
En Arabia Saudí, todo lo que reluce, o al menos la inmensa mayoría, sí es oro. Con el petróleo como tradicional mina de sus casi inagotables ingresos, el país optó por diversificar sus inversiones para sortear las fluctuaciones del mercado de las energías. Siguiendo el ejemplo de la organización del último Mundial de su vecino asiático, Qatar, irrumpió con estruendo en el planeta fútbol con la bandera de Cristiano Ronaldo. El fichaje del portugués en el mercado invernal se cifró en un histórico contrato de 500 millones de euros que establecerían precedente. “Dentro de unos años se convertirá en uno de los mejores campeonatos del mundo”, declaró el ‘7′, que no sabía que bastaría con unos meses para encumbrar a la Saudi Pro League.
A Cristiano le siguieron figuras de calado mundial como Mahrez, Firmino, Henderson, Fabinho, Koulibaly, Bono, Kanté o símbolos como Benzema o Neymar. Es cierto que su competitividad interna, ritmo, organización e infraestructuras aún no ha alcanzado el listón europeo, pero parece cuestión de tiempo. “Tenemos un producto cada vez más competitivo y la próxima fase será la construcción de infraestructuras”, explicó Carlo Nohra, director general de la competición. El diario italiano Corriere dello Sport fue testigo de cómo “avanzan rápidamente los trabajos para la creación de nuevos centros deportivos de última generación y remodelar los estadios, haciéndolos más modernos y confortables”. Son los próximos fichajes de Arabia Saudí, cuya selección nacional ha contratado a un contrastado gestor de talento joven como Roberto Mancini.
“Nuestro enfoque centralizado en materia de transferencias y la creación de vías de desarrollo para cada club está dando sus frutos“, recordó Michael Emenalo, director de fútbol de la Liga Profesional Saudí. El Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudí adquirió el llamado Big Four: Al Ittihad, Al Nassr, Al Hilal y Al Ahli. Son los cuatro clubes que han dispuesto, y disponen, de un cheque en blanco para bañar en dinero a los 94 extranjeros que han desembarcado en el desierto en los últimos meses y que representan casi el 30% del total de futbolistas federados en el torneo. Si el resto de los 14 conjuntos desea adquirir un jugador o entrenador, se lo comunica al Fondo y, este atendiendo a los límites del presupuesto asignado a cada uno, libera el dinero.
La fiebre del oro
El fútbol es el motor de ‘Visión 2030′, el gran proyecto liderado por la familia real y el príncipe heredero Mohammad Bin Salman que pretende enriquecer la cartera del Estado y, de paso, como él mismo reconoció, acercarse a la cultura occidental. En esa estrategia se enmarcan su apertura al turismo y los acuerdos comerciales y culturales con distintos países de la Unión Europea. De hecho, su modelo de referencia es el más rentable en términos de ingresos, cobertura mediática, poder de gasto y la fervorosa pasión de sus aficionados en el panorama futbolístico: la Premier League.
Los contratos de la mayoría de estrellas, convertidas casi en personalidades, no solo doblan o triplican a los europeos, si no que también incluyen bonificaciones que les permiten aumentar su sueldo por cada publicación en la que se promociona la imagen del país. “Con un simple clic, por ejemplo, Neymar puede recibir una transferencia bancaria de 500 mil euros”, indica la publicación italiana. Arabia Saudí no solo compra futbolistas, también embajadores. Su poder de atracción es tal que incluso consigue atraer a futbolistas en proyección como Gabri Veiga.
Los ingresos procedentes de los patrocinadores de la Liga han crecido un 75% y está a punto de convertirse en la tercera del mundo en términos de ingresos por patrocinio tras subirse al segundo escalón del podio de gastos del mercado veraniego de fichajes: casi 1.800 millones entre salarios y traspasos. Además, los ingresos por el campeonato tienen incrementos del 650% desde la llegada del ‘7′ de Madeira. Son las evidencias del denominado efecto Cristiano. Pero no las únicas, el número de emisoras del campeonato ha pasado de 140 a 178, la asistencia a los estadios ha crecido un 25% y el número de goles ha aumentado, de media, un 26%. Una estrategia que, de momento, se retroalimenta.
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El Pepazo/AS