Taischi Molina
Hace tanto tiempo que tú norte se perdió.
Hace tantos años que tu amor menguo.
Hace tantos inviernos que tejí un manto grande,
solo para arroparme ante la falta del calor en tus brazos.
Tus brazas ardientes fueron testigo
de las mil y una noche que pase contigo. Esos brazos que se fundían en mi piel, quedaron de recuerdo.
Hace tantos veranos que no llueve en mi regazo.
Hace tantos te quiero que no pronuncia tu boca.
Hace tanto que mi corazón quedó prisionero
por no tener la llave de la felicidad
y de tanto divagar busca anclarse en un rinconcito de tu corazón
anidar y dar a luz el amor verdadero.
Aunque te busque, no estás.
Tus lunas se han ido y ya no sopla la brisa de la tarde.
Ya tus besos me saben a hiel.
Te haz olvidado de mi alma herida
Te haz hecho inconmovible ante mi.
Mis lágrimas de cristal caen en tierra y fallecen por ti
Tus ojos se perdieron en el horizonte
Y los míos encontraron una ilusión.
Encontraron letras vivas en otros mensajes.
Mis oídos escucharon sonidos suaves
que alistaron palabras de ternura
y que aún en la distancia llegan con rapidez,
Creo que la ilusión de esta aventura gira en torno a desaciertos,
a momentos de locura y a la pérdida de mi camino.
Cuando cierro mis ojos y veo que peligra mi corazón,
abrazo mis pensares y los dejo casi asfixiados
para no llegar a la locura, esa que desborda los caudales del abismo,
que desafía todo cuanto le place;
esa que no le importa si me llevas a las profundidades del infierno
Y dejarme en la oscuridad absoluta.
Aún mi alma abatida queda enferma de tu amor
Si,
Esa locura que atormenta el corazón
y lo hiere gravemente dejándolo solo
con quejidos asoladores,
esa que mata sin piedad y escapa cual cobarde a la nada.
Abrí mis ojos y veo que la vida es efímera,
que está allí,
que con sus defectos, virtudes,
desaciertos y dureza merece la pena vivirla y seguir adelante.
No puedo arriesgar entonces mi vida a un vacío
No puedo obligar a mis deseos que sientan,
solo debo lacerar mi alma para no morir.
Y puedo decir,
que hace tiempo deseo vivir lo que me robaste un día,
mi felicidad.
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El Pepazo