El sádico asesinato de una modelo suiza: su marido la estranguló, mutiló, licuó sus restos y los hizo desaparecer con productos químicos. Kristina Joksimovic fue asesinada brutalmente el 13 de febrero de 2024. La escena del crimen dejó a la policía sin palabras ante la frialdad del acto. Los fiscales consideran que el hombre demostró «un nivel notablemente alto de energía criminal, falta de empatía y sangre fría».
Las autoridades encontraron los restos de Kristina Joksimovic, ex finalista de Miss Suiza, en el lugar más insospechado: el lavadero de su propia casa. A sus 38 años, Kristina había alcanzado la cima del glamour en los concursos de belleza, pero el 13 de febrero de 2024, su vida terminó de manera brutal a manos de su esposo. Thomas, de 41 años, no solo la estranguló; desmembró su cuerpo con una frialdad escalofriante, utilizando herramientas como una sierra eléctrica, un cuchillo y tijeras de podar. Lo más macabro: tras mutilarla, utilizó una batidora de mano para convertir los restos en un puré que luego disolvió en productos químicos.
“Ella me atacó, no tuve más opción”, diría Thomas más tarde en el interrogatorio. Sin embargo, los agentes no encontraron ninguna señal que apoyara su versión. Según los fiscales, lo que ocurrió en ese lavadero fue más que un asesinato impulsivo: fue un crimen metódico y casi ritual. Las herramientas cuidadosamente seleccionadas, el proceso deliberado de desmembrar el cuerpo y la tentativa final de disolver los restos muestran una mente más preocupada por ocultar el delito que por las consecuencias de sus actos.
La escena del crimen dejó a los investigadores sin palabras. El 13 de febrero de 2023, los restos de Kristina Joksimovic, desmembrados y reducidos a un estado de “puré”, fueron descubiertos en el lavadero de su elegante hogar en Binningen, un tranquilo suburbio a las afueras de Basilea, Suiza. El aire de serenidad que solía rodear a la exmodelo contrastaba trágicamente con la brutalidad de su muerte. Las autoridades se toparon con una escena escalofriante: herramientas ensangrentadas—una sierra eléctrica, tijeras de podar y un cuchillo—dispuestas meticulosamente en el lavadero, como si el asesinato hubiese sido un acto de precisión quirúrgica. Junto a estas, una batidora de mano, el instrumento final en el macabro proceso de disolver el cuerpo de Kristina en un químico que buscaba borrar el rastro de su existencia.
¿Cómo pudo todo llegar a este punto? A ojos de los vecinos, Thomas y Kristina parecían la pareja perfecta. Se habían casado en 2017 y tenían dos hijas pequeñas. Sus vidas parecían estar adornadas de éxitos y estabilidad. Los amigos hablaban de ellos como una familia modelo, pero tras la tragedia, comenzaron a salir a la luz indicios de un tormentoso conflicto matrimonial. Algunos reportes sugieren que en los meses previos al asesinato, las tensiones entre ambos se habían agudizado, con episodios de violencia doméstica que nunca se hicieron públicos.
A medida que los detalles del caso salían a la luz, los fiscales lo describieron como un hombre carente de empatía, cuya “energía criminal” y calculada forma de actuar dejó a todos atónitos. Su confesión, que intentaba mitigar su culpabilidad, no hizo sino poner de manifiesto su falta de remordimiento. Para los investigadores, Thomas no era solo un marido en pánico, como él trataba de presentarse, sino un individuo con rasgos sádico-sociopáticos. Los testimonios señalaron una personalidad fría y manipuladora, capaz de planificar meticulosamente la manera de encubrir el asesinato, lo que finalmente lo desenmascaró como un asesino implacable.
La conmoción fue total, no solo en los tribunales, sino en todo Suiza. La comunidad que había admirado a Kristina quedó devastada. Excompañeras de la exmodelo, incluida la Miss Suiza 2006, Christa Rigozzi, expresaron públicamente su dolor y shock por el trágico desenlace. “No tengo palabras, estoy devastada”, escribió Rigozzi en redes sociales, una muestra de la incredulidad que envolvía a todos los que habían conocido a Kristina. En Instagram, decenas de comentarios comenzaron a acumularse bajo las últimas publicaciones de la fallecida, en las que se la veía feliz y sonriente, ajena al horror que se avecinaba.
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El Pepazo/Infobae