El caso de la modelo Jennifer Barlow, que sufrió la amputación de una pierna tras la infección de las mal llamadas bacterias ‘carnívoras’, ha encendido la alarma sobre los riesgos de estos patógenos. Lo cierto es que se trata de infecciones poco frecuentes que afectan de 0,3 a 15 casos por cada 100.000 habitantes.
Alicia Cruz Acal
Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) han alertado de la presencia de la bacteria Vibrio vulnificus, conocida entre la población como la “come carne”. En concreto, han advertido de que está presente en las aguas del Golfo de México y el Caribe mexicano. ¿Por qué se les ha bautizado como bacterias ‘carnívoras’? ¿Cómo atacan al organismo? ¿Son frecuentes estas infecciones? Son preguntas a las que ha dado respuesta el Grupo de Trabajo de Enfermedades Infecciosas y Sepsis (GTEIS) de la Sociedad Española de Medicina Intensiva Crítica y Unidades Coronarias (SEMICyUC) a través de un comunicado.
“Es importante conocer el alcance de una infección, pero igualmente lo es saber las posibilidades y el contexto en el que se pueden dar, así como las herramientas que tenemos actualmente para tratarlas y evitar que vayan a más”, adelanta David Andaluz, coordinador del GTEIS y médico Intensivista del Complejo Asistencial Universitario de Palencia.
¿Por qué no son bacterias ‘carnívoras’?
En realidad, las bacterias ‘carnívoras’ no existen. Según el comunicado de la SEMICyUC, “lo que existe es un variado grupo de bacterias de diferentes géneros que, entre otros focos, pueden causar infecciones que afectan a la piel, a los tejidos subyacentes”. En el caso de la fascitis necrotizante, esta se produce cuando el microorganismo daña a la fascia, que es la membrana que rodea al músculo.
José Ramos Vivas, profesor de microbiología e investigador de la Universidad Europea del Atlántico, explica que se les conoce como bacterias ‘carnívoras’ porque «pueden utilizar las proteínas, lípidos y azúcares de la carne para crecer. Las heridas que causan dan la impresión de que estos microorganismos se están comiendo la carne».
¿Cómo actúan estas bacterias en nuestro cuerpo?
Normalmente, las bacterias encuentran una entrada al organismo, como una herida. De hecho, la modelo Jennifer Barlow se había hecho un pequeño corte mientras se depilaba, puerta por la que seguramente se coló el patógeno. Eso sí, aunque no es hattbitual, “la infección puede producirse por diseminación sanguínea desde otro foco”.
Una vez que las bacterias penetran, “proliferan produciendo toxinas y enzimas que favorecen la extensión de la infección en profundidad, generando necrosis de los tejidos subyacentes y de la fascia, además de la formación de coágulos de los microvasos”. Todo ello puede acabar dañando a órganos que no tienen por qué encontrarse en la zona infectada, como el riñón, el hígado o los pulmones. “En esta situación, hablaríamos de una sepsis con evolución a fracaso multiorgánico, que es lo que podría llegar a producir la muerte del paciente”, afirman desde la SEMICyUC.
¿Es frecuente que esta infección derive en una fascitis necrotizante?
Lo primero que hay que saber es que estas infecciones son infrecuentes (afecta de 0,3 a 15 casos por 100.000 habitantes). En este sentido, debemos diferenciar dos tipos:
- Tipo I. Se trata de una infección causada por bacterias distintas (polimicrobiana) y, en general, afecta a pacientes inmunodeprimidos o con enfermedades crónicas como hepatopatía, diabetes.
- Tipo II. La infección en este caso sería monomicrobiana, que, como su nombre indica, es producida por una sola bacteria. Gente joven que no tiene problemas de salud, pero con antecedentes de drogadicción por vía intravenosa, traumatismo o cirugía reciente es el grupo más vulnerable.
Sobre si la infección de Vibrio vulnificus suele acabar en una fascitis necrotizante, esta “sólo se da en un porcentaje pequeño de pacientes con los factores de riesgo ya mencionados”, apuntan desde la SEMICyUC, y añaden: “El retraso en el diagnóstico y tratamiento de dicha infección puede favorecer el cuadro, aunque en ocasiones este puede producirse incluso a pesar de un tratamiento inicial adecuado”.
Por su parte, Ramos señala que el desarrollo de fascitis necrotizante también depende de que «la bacteria produzca toxinas, que son las que matan realmente a las células». Además, añade que también influirá la tasa de crecimiento de este patógeno: «Si crece muy rápido en el cuerpo humano, hay más probabilidad de que se genere una fascitis».
¿Cómo se trata esta infección?
El tratamiento inicial se basa en una cirugía para limpiar y eliminar el tejido dañado o infectado y en antibióticos. «Lo primero que va a hacer el médico es dar un antibiótico de amplio espectro para matar tanto a bacterias gran positivas, como a gran negativas», detalla Ramos, quien aclara que esto se hace porque «a primera vista, no se puede saber qué tipo de bacteria causa la infección». Una vez que se averigua, continúa, se receta un antibiótico más concreto para ese patógeno específico.
Sobre la intervención quirúrgica, “es recomendable realizar revisiones quirúrgicas de la zona de forma periódica, con lavado de los tejidos afectados y desbridamiento”, afirman desde SEMICyUC, y agregan: “Solo en casos extremos y con mala evolución puede llegar a ser necesaria la amputación de la zona afectada”.
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