A pesar de que muchos lo saben hay que aclarar que Matea e Hipólita no son las mismas. Cuando nace el padre de la Patria, el 24 de julio de 1783, Matea era una niña de apenas 10 años. Cuando enfermó doña María de la Concepción Palacios y Blanco ubicaron a Hipólita que estaba por dar a luz a su hijo Dionisio. Pero mientras ella producía leche, Bolívar fue amamantado por la matrona cubana Inés Mancebo de Mijares, amiga de la familia. Luego lo hizo Hipólita.
Luis Carlucho Martín
En el frenético manejo popular de nuestra historia se ha colado una confusión cuando se hace referencia a la nodriza que terminó de amamantar a Simoncito Bolívar debido a la tuberculosis de su madre.
Cuando nace el padre de la Patria, el 24 de julio de 1783, Matea era una niña de apenas 10 años mientras que Hipólita, esposa de Mateo Bolívar, siervo de la hacienda Santo Domingo en Caucagua, tenía el doble de edad.
Algunos errores involuntarios (imaginamos), indican que Matea es la que da pecho al recién nacido; pero la historia reseña que cuando enfermó doña María de la Concepción Palacios y Blanco ubicaron a Hipólita que estaba por dar a luz a su hijo Dionisio (luego llegó a ser sargento del Ejército Libertador). Pero mientras ella producía leche, Bolívar fue amamantado por la matrona cubana Inés Mancebo de Mijares, amiga de la familia.
Matea era apenas una niña que más adelante se hizo parte de la familia y ambas integraron el entorno del Libertador. Hoy, todas sus almas reposan en el Panteón Nacional.
Hijo de esclava
Otra versión indica que la negra (pero confunden Matea con Hipólita) tuvo un hijo que lamentablemente murió, por lo tanto podía libremente dar su leche al bebé acaudalado.
Y otro cuento, expone que Bolívar nació del vientre de Hipólita, hecho del cual se enteró el oligarca abuelo paterno, quien ordenó de inmediato buscar a su nieto y presentarlo en Caracas como hijo del matrimonio, pero Simoncito enfermó y se se hizo indispensable trasladar a la madre real, Hipólita, hasta Caracas para alimentar a su verdadero hijo.
Esas son versiones sin pruebas ni actas, pero versiones al fin y al cabo. Se dice que la verdad fue manipulada por la oligarquía; por ello surge la interrogante: ¿Acaso, desde su nacimiento, alguien sabía que ese chamo iba a ser tan importante para el destino del mundo, y que el mismísimo Premio Nóbel de literatura, El Gabo, escribiría en su nombre El general en su laberinto?
Dicen incluso que se amenazó de muerte a quien hurgara y pretendiera revelar versiones diferentes a las que los Bolívar y Palacios hicieron oficializar. Y que hasta el clero también metió su ponzoña.
Además de la madre y la nodriza, acerca de Bolívar también se ha escrito en torno al sitio específico de nacimiento.
En tal sentido, aseguran los habitantes de Capaya –en el siglo XIX formaba parte de la gigante Caracas–, que para plegarse a la historia tradicional y torpedear cualquier análisis serio, Marcos Pérez Jiménez mandó a demoler la hacienda, supuesta cuna del niño Simón.
Así las cosas, los capayeros reclaman su reconocimiento como escenario del nacimiento del Libertador. Tanto, que existe en curso una investigación del más alto nivel, aún sin pronunciamiento oficial. Lo muy cierto es que, sea en el centro o en Capaya, Bolívar nació en Caracas hace 241 años y fue amamantado por Inés Mancebo y la negra Hipólita. Tiempo que aún se antoja insuficiente para materializar el más grande de sus sueños.
El Pepazo