León Magno Montiel
@leonmagnom
La primera vez que escuché la frase “La zurda de oro” fue en 1984, me encontraba en la cabina de Radio Calendario.
Al momento llegué a pensar en un pitcher zurdo, después imaginé un púgil de pegada poderosa y siniestra.
Usted lector podría pensar que está referida a un esgrimista al estilo Limardo.
Pero, en el universo de la gaita, al hablar de “La zurda de oro” se está haciendo referencia a Heriberto Molina, compositor genial que nació en el Hospital Chiquinquirá el 20 de agosto de 1945.
Heriberto es en esencia un humorista, un verbalizador locuaz, verseador relampagueante, y un letrista respetado.
Su padre, Ángel Francisco Molina, fue radiodifusor, locutor y director de las emisoras Ondas del Lago y Radio Calendario.
Su madre, Rita Elena Vílchez, fue cantante de “Estampas Líricas”.
Esas fueron sus tempranas influencias en dos vertientes que se conjugaron con su talento; la música y la comunicación mediática.
Estudió su primaria entre el Colegio San Vicente de Paúl y el Colegio Bolivariano de Valera, y la secundaria entre el Liceo “Udón Pérez” y el Colegio San José de los Padres Jesuítas, en la ciudad de Mérida.
Su carrera como gaitero la comenzó en 1959 componiendo una gaita al “Libertador” Simón Bolívar, cuando sólo tenía 14 años de edad. Desde entonces no ha parado de crear versos gaiteros, sonetos y décimas. Los primeros grupos que lo grabaron fueron Blanco y Negro, en 1965, y Los Lacustres.
Sus primeros éxitos llegaron en las voces e instrumentos del conjunto Saladillo de R.Q. Fueron “Doña Señora” y “El Matapalo: Testigo de dos épocas”:
“Viejo matapalo
no te vais a morir vos
porque la China bendita
se va a quedar muy solita
ya se fueron las callecitas
del barrio, Ricardo, Rubén, Carruyo
y el padre Ríos
no te vais a morir vos”.
(Heriberto Molina y
W. Atencio, 1974).
El bardo de “La zurda de oro”, con su rostro parecido al de Antoine de Saint-Exupéry, estuvo colaborando con Guaco en las décadas setenta y ochenta.
A ese grupo entregó los temas: “Noviazgo en Nochebuena”, “Virgen guaquera”, “La Feria de la Chinita”, “La radio”, “Anuncios clasificados”, “Brindis”, y varios dedicados a la Chinita:
“Patrona maracaibera
que con nosotros estás
y que a tu pueblo le das
un entusiasmo divino
te pido por el destino
de la hermosa juventud
acompáñamelos tú
por los mejores caminos”
Por esos años era casi rutinario conseguirse a Gustavo Aguado en la sede de Publicidad República en la avenida Bella Vista con la calle 64, conversando con Heriberto, a quien llamaba con afecto “Mi padre”.
Ricardo Cepeda ha sido uno de sus mejores intérpretes, le ha cantado temas memorables como “El vendedor de flores” grabado con Los Colosales en 1998 y “Mis promesas”:
“Se me pondrá el corazón
del tamaño de este cielo
cuando te lleve con celo
cargada en tu procesión
y viviré la emoción
de tu grey saladillera
parada desde la acera
pidiendo tu bendición”
(Cardenales del Éxito, 1987)
Ha compuesto a cuatro manos con Renato Aguirre, con Neguito Borjas, con quien hizo los temas “Corona de tunas” y “Las plañideras”, éste último dedicado a las lloronas profesionales en los velorios marabinos. En la legendaria Fonoplatea de los Éxitos tuve el honor de presenciar la creación de ese tema, que posteriormente grabó Gran Coquivacoa. También con Astolfo Romero compuso: “Rompo a llorar”, “Huellas”, “En casa se larga el forro”. Junto a William Atencio creó clásicos como “Testigo de dos épocas”, “Doña señora”, “Nace un saladillero” y el primer éxito en la voz de Ingrid Alexandescu, “Así es la vida”, en 1980 con Élite Gaitera. Siempre Heriberto es el orfebre de la poesía y sus compañeros músicos crean la melodía en cada pieza.
En paralelo a su carrera artística, Heriberto Enrique ha sido un brillante creativo publicitario, miembro fundacional de Publicidad República en 1973, allí permaneció hasta el año 2000. Trabajó junto a Manuel Santander “Graterolacho” en ARS y después en VCG Publicidad en Caracas, y en los años noventa colaboró con la agencia Target, diseñando importantes campañas de marketing político:
“Lorenzo es el próximo presidente
porque Venezuela siente
que con Lorenzo ganará
alegría y felicidad…
Navidad, navidad,
navidad Lorenzo”
(Campaña presidencial de 1983)
En la década de los ochenta fue libretista del programa humorístico “A la Jaiba” en Niños Cantores TV y articulista del semanario “El Gallo Pelón”, encargado de las sátiras picarescas, décimas humorísticas y las manchetas cargadas de ironía.
El nombre Heriberto es de origen germánico, significa: “Hombre del ejército victorioso”. Precisamente Molina Vílchez se unió hace un año al ejercito digital de las redes sociales, especialmente Twitter, donde mantiene la cuenta @ZURDADEORO, y desde donde lanza sus versos, sus homenajes, sus textos con gran creatividad y humor en 140 caracteres y se ha convertido en una tendencia en Maracaibo. Algunos de sus últimos tweets o trinos:
“Yo tengo una novia vieja con cintura de hicotea
y cuando revolotea y la empuja la marea
se parece a las cangrejas”
(Enero 2013)
Mientras veía mi programa Sabor Gaitero en Coquivacoa TV le dedicó un tweet a mi hija Neimarú Alejandra, co-animadora del espacio:
“Ni Cleopatra, ni Casandra
tienen tan bella sonrisa,
la frescura de la brisa,
su belleza la matiza;
esa es Neimarú Alejandra”
(30 de enero 2013)
Desde su apartamento con vista al Lago Coquivacoa en la avenida El Milagro, Heriberto Enrique Molina Vílchez sigue creando versos, junto su esposa Ida Montiel, a quien conoció en 1969 en el “Festival de Autores y Compositores Zulianos”. Con un ejército de afectos compuesto por sus tres hijos y sus seis nietos, preparan la celebración de 44 años de matrimonio y de 54 años componiendo, más de medio siglo creando obras modélicas, llenas de zulianía:
“Ser zuliano es privilegio
de un pueblo que canta y ora
y tanto amor atesora
que su canto es sol y arpegio.
Los apodos del colegio
las maldades, la osadía
versos de Simón García,
del “Monumental” y Astolfo,
que retumban en el golfo
con rimas de zulianía”
(Heriberto Molina, 2012)
Heriberto es zurdo, pero no es siniestro; en su mirada de niño-maduro nunca se ve un destello de decepción ni de pesimismo. En sus horas de ocio es fanático de los juegos de mesa, el azar, el entretenimiento lúdico. Pero esa pulsión infantil no sofrena su ímpetu creador y cada día fija sus ojos en la cotidianidad, la absorbe y la plasma en su universo estético. Desde ese mundo de sueños y estrofas que vuelan, se proyecta en nuestras vidas, sabiendo que va a permanecer.
El Pepazo