La prueba por excelencia para confirmar el diagnóstico de hernia discal es la resonancia magnética, pero no es el primer paso ni tiene por qué realizarse siempre. Los especialistas siguen unos criterios para decidir en qué pacientes está indicada.
María Sánchez-Monge
¿Qué es una hernia de disco?
Lo primero que hay que explicar es qué es el disco intervertebral. Se trata de un amortiguador natural que hay entre las vértebras -los huesos cortos que componen la columna vertebral- y consta de tres partes:
- El núcleo pulposo, que es la parte central del disco intervertebral, es una especie de gelatina o pulpa con un alto contenido en agua.
- Este núcleo pulposo está cubierto con unos anillos concéntricos de colágeno, denominados anillos fibrosos, que hacen las veces de funda o sostén.
- La placa terminal cartilaginosa es una estructura muy fina (de un milímetro de espesor) que se interpone entre el disco y el cuerpo vertebral. Regula la nutrición del núcleo pulposo.
“Estas tres estructuras convierten el disco intervertebral en un amortiguador muy útil frente a las fuerzas de compresión, pero menos para algunos gestos, como los de rotación o la vibración repetida”, expone Alberto Hernández, miembro de la Sociedad Española de Columna Vertebral y especialista en cirugía de columna. “Si el anillo fibroso se rasga o se deteriora, el núcleo pulposo tiende a salir del disco y eso es una hernia”, agrega. Si simplemente se produce un abultamiento de una parte del disco pero el anillo fibroso se mantiene, se trata de una hernia contenida. En cambio, cuando se rasga o se destruye por completo el anillo fibroso, el contenido del núcleo pulposo sale hacia afuera.
La cuestión es que la columna vertebral aloja y protege la médula espinal, de la que salen los numerosos nervios que se encargan de inervar el tronco, los miembros superiores y partes de la cabeza. De ahí los síntomas que ocasionan las hernias. De hecho, tal y como la define Teresa Bas, jefa de sección de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Hospital La Fe, de Valencia, “la hernia de disco es un desplazamiento del material discal (núcleo pulposo o anillo fibroso) de su localización habitual, produciendo compresión sobre una raíz nerviosa o sobre la médula”.
Causas y síntomas de las hernias discales
¿Las hernias de disco se producen por movimientos o gestos inadecuados, o bien por una mayor predisposición natural de algunas personas? “Es una combinación de susceptibilidad y carga mecánica”, apunta Hernández. “Puede haber cierta predisposición individual y sabemos que los desgastes del disco intervertebral están muy relacionados con algunos genes que predisponen a tener lesiones a ese nivel”, alega.
Pero también juega un papel fundamental “la parte mecánica”. El disco es un amortiguador que, cuando se sobrecarga por determinados gestos, “puede tender a generar ese empuje del núcleo pulposo hacia afuera”.
En lo que se refiere a los síntomas, Bas precisa que dependen de la localización: “Las hernias cervicales provocan un dolor irradiado al miembro superior; las torácicas ocasionan un dolor dorsal irradiado a la zona intercostal; y las hernias lumbares, que son las más frecuentes, provocan un dolor lumbar irradiado al miembro inferior que, dependiendo de la intensidad y el grado de lesión, pueden causar dolor, hormigueo y debilidad en la pierna”. A esto último “clásicamente se le llama ciática”.
El dolor no es, por lo tanto, el único síntoma que puede ocasionar la hernia discal. “Puede afectar a la capacidad motora al impedir que el nervio transmita bien el impulso eléctrico que activa los músculos”, señala Hernández. “Eso puede llevar a que el paciente tenga el pie más débil o flojo y por eso en la consulta solemos pedirle que camine de puntillas o de talones”.
¿Cómo se diagnostica una hernia discal?
No todo dolor de espalda se debe a la existencia de una hernia. Así lo corrobora el especialista de la Sociedad Española de Columna: “Un dolor lumbar o cervical no siempre es achacable a una hernia y la presencia de una hernia no siempre genera irritación del nervio”. Según el experto, “no todas las hernias discales son problemáticas” y solo se intervienen quirúrgicamente aquellas que no se solucionan con analgesia, fisioterapia y otras medidas terapéuticas conservadoras.
Teniendo en cuenta lo anterior, el proceso diagnóstico sigue esta secuencia:
Lo primero es la entrevista médica (anamnesis), encaminada a identificar cuál es el síntoma primordial que experimenta el paciente o la sensación que le genera más discapacidad. “Tenemos que aproximarnos a la intensidad y duración de los síntomas”, indica Hernández. “No todo el mundo experimenta el dolor en la misma magnitud ni le genera la misma discapacidad; es un dato esencial para que después tomemos decisiones”.
El siguiente paso es realizar una exploración física que permita al especialista esbozar un diagnóstico de sospecha para luego pedir una prueba de imagen, que habitualmente es la resonancia magnética.
La jefa de sección de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Hospital La Fe corrobora que la resonancia es “la prueba de oro para el diagnóstico, pero siempre relacionada con la clínica, ya que en el 30% de los pacientes sin dolor de espalda a los que se les hace una resonancia lumbar aparece una hernia sin sintomatología”. Por lo tanto, coincide en señalar que “la resonancia es la prueba para confirmar, pero la exploración y la anamnesis son cruciales para el diagnóstico”.
¿Radiografía o resonancia magnética?
Queda claro que la resonancia no es el primer paso del diagnóstico, entre otras cosas porque, tal y como señala Hernández, “si el dolor es de corta duración o es un achaque antiguo y bien llevado, puede no ser necesario pedir pruebas complementarias”. Si persiste después de un tiempo prudencial, habrá que plantearse la prueba de imagen.
Y, por supuesto, “cuando se trata de un dolor de alta intensidad que genera discapacidad y que obliga al paciente a tomar medicación, a consultar con distintos especialistas, a ir a urgencias… y tenemos la sospecha de que puede existir una hernia, lo adecuado es pedir la resonancia”.
A algunos pacientes les extraña que el médico solicite, en primer término, una radiografía. El especialista en cirugía de la columna aclara que empezar las pruebas complementarias de esta manera “no es erróneo ni mucho menos, sino que puede ser el primer paso”. Una radiografía es una prueba sencilla, de fácil acceso, rápida y relativamente asequible que proporciona muchas pistas. “La hernia discal como tal no nos la va a retratar, pero sí sirve para descartar otro tipo de problemas que a veces se manifiestan también con ciáticas”, resalta Hernández. Por ejemplo, permite ver si hay estabilidad entre las vértebras y descartar que haya desplazamientos entre ellas o fracturas patológicas.
En todo caso, para ver el disco completamente y comprobar si está abultado o no, es preciso recurrir a la resonancia.
Para recibir en tu celular esta y otras informaciones, únete a nuestras redes sociales, síguenos en Instagram, Twitter y Facebook como @DiarioElPepazo
El Pepazo/Marca/Cuídate