La hipertensión arterial es una enfermedad que, por lo común, no provoca síntomas. Por ello, controlarla regularmente es esencial para detectarla a tiempo, especialmente entre aquellas personas con predisposición genética a sufrirla.
Alicia Cruz Acal
“La presión arterial tiene dos valores: sistólica y diastólica. Cuando el corazón se contrae (sístole) se mide la presión sistólica y a la relajación cardíaca posterior (diástole) corresponde la presión diastólica”, detalla Tomás Chivato Pérez, catedrático de Medicina y decano de la Facultad de Medicina de la Universidad CEU San Pablo. Sobre la hipertensión arterial (HTA), el experto explica que es una “elevación de la presión arterial, independientemente de la causa”. Se considera hipertensión cuando la sistólica es igual o superior a 140 mm Hg, la presión diastólica es igual o mayor que 90 mm Hg o se observan ambas situaciones.
Podemos diferenciar dos tipos de hipertensión arterial. Por un lado, está la secundaria, que es aquella que se debe a otras enfermedades. Es muy poco frecuente, pues representa aproximadamente al 5% de los hipertensos. “Dentro de ese 5%, la hipertensión secundaria más frecuente se debe a problemas renales o endocrinos”, indica Manuel Anguita, miembro de la Sociedad Española de Cardiología (SEC). Por el contrario, el 95% de las personas padece una hipertensión arterial primaria, es decir, sufre este problema sin tener una causa conocida. Según el cardiólogo, “lo que hay es fundamentalmente un componente genético. No es que haya un gen concreto que produzca hipertensión, sino que existe una predisposición familiar. Si los padres son hipertensos, la probabilidad de que sus hijos también lo sean es mayor”.
En la mayoría de los casos, la HTA no produce síntomas en las fases iniciales y, “mantenida durante meses o años por no estar diagnosticada ni tratada correctamente, puede originar importantes problemas de salud”, advierte Chivato. En concreto, lo más graves son la insuficiencia renal; insuficiencia cardiaca, puesto que la hipertensión aumenta la resistencia contra la que tiene que trabajar el corazón; y el ictus.
Eso sí, a veces esta enfermedad sí deja huella. De acuerdo con el experto, cuando existe una HTA grave, mantenida durante largos periodos de tiempo y sin tratamiento adecuado, algunos síntomas que pueden aparecer son:
- Cefalea.
- Fatiga.
- Náuseas y vómitos.
- Disnea.
- Malestar general.
- Visión borrosa.
“Todos estos síntomas indican lesión en el cerebro, corazón, riñón y retina. Los cuadros más graves pueden dar lugar a encefalopatía hipertensiva, que cursan con coma y, a nivel cerebrovascular, ictus”, afirma.
¿Qué hacer para detectar a tiempo la hipertensión?
El diagnóstico de HTA es relativamente sencillo, únicamente han de realizarse medidas de la tensión arterial de forma adecuada. “La toma de presión ha de realizarse después de que la persona esté sentada o acostada durante cinco minutos. El diagnóstico se realiza si las cifras son superiores a 140/90”, apunta Chivato, quien agrega que es importante destacar que no es suficiente realizar una única medición. En este sentido, es necesario realizar varias mediciones e, incluso, en días posteriores.
“La HTA tiene tratamiento farmacológico eficaz, pero para poder tratarla es esencial detectarla. Cuanto antes se realice el diagnóstico, antes podrán tomarse medidas adecuadas de régimen de vida (restricción de ingesta de sal, por ejemplo) e instauración de terapia farmacológica”, expresa el especialista. Además, esta afección es un factor de riesgo del infarto agudo de miocardio (IAM). En este caso, se potencia el riesgo cuando se asocia al consumo de tabaco y la hipercolesterolemia.
Chivato sugiere que los pacientes hipertensos “deben disponer de un medidor de tensión arterial en sus domicilios para poder controlarla ellos mismos”.
¿Se puede prevenir la hipertensión?
Hay algunos factores de riesgo que facilitan la aparición de HTA en personas predispuestas. Los expertos consultados por CuídatePlus apuntan los siguientes:
- La obesidad.
- El sedentarismo.
- El consumo excesivo de alcohol.
- El estrés crónico.
“Son factores que pueden evitarse y prevenirse por parte de todos. Es necesario volver a la dieta mediterránea, realizar ejercicio o actividades físicas acordes a la edad, limitar el consumo de alcohol y disminuir el estrés en lo posible”, recuerda Chivato.
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El Pepazo/Marca/Cuídate