MATANZAS, CUBA (Sputnik) — El infierno desatado por una descarga eléctrica en una base de supertanqueros de esta ciudad en el norte de Cuba, con un elevado número de heridos y desaparecidos, pone a prueba por enésima vez la capacidad de resistencia de este país.
En medio de una crisis económica y energética particularmente grave, el incendio que aún arde junto a la bahía de Matanzas (norte) ensombrece con su humo buena parte del cielo en el occidente del país, pero también los ánimos de un pueblo siempre en lucha.
A tres días del fatídico rayo, los especialistas que luchan contra el fuego encaran una jornada que saben crucial para extinguir las llamas e impedir que alcancen al resto de los gigantescos depósitos circulares, así como a las comunidades cercanas.
El gobernador de la provincia de Matanzas, Mario Sabines, declaró a medios locales que los bomberos desbrozan el camino para que avance la brigada que lanza la espuma para aplacar un incendio sin parangón en la historia de esta nación caribeña.
Lucha escalonada
Según reportes oficiales, el fuego es combatido incesantemente por turnos, con el apoyo técnico de expertos de México y Venezuela, mientras el siniestro es monitoreado con drones y cámaras en los helicópteros que sobrevuelan el área.
Si bien la columna de humo negro es menos densa, la visibilidad todavía es reducida, lo cual dificulta las labores de extinción, que requieren de precisión milimétrica por la magnitud del fuego y la cantidad de carburante en combustión.
El agua de la rada matancera, célebre por su amplitud y calado, alimenta las bombas que combaten el fuego, así como los helicópteros militares equipados con el sistema Bambi Bucket, usualmente usado para atender incendios forestales.
A su vez, de Venezuela llegó la imponente bomba Dominator, con capacidad para lanzar 5.000 galones por minutos de un agente químico que contribuya a aplacar las llamas, cuyo resplandor fue visible la pasada madrugada a cientos de kilómetros del foco.
El Ministerio de Salud Pública de Cuba informó que, hasta la mañana del 8 de agosto, habían sido atendidas 125 personas, de las cuales 24 se encuentran hospitalizadas en seis instituciones del país, y 101 recibieron el alta médica.
De los pacientes hospitalizados, cinco están reportados de críticos, dos de grave y 17 de cuidado, en tanto las autoridades recomendaron el uso de nasobucos (barbijos) para prevenir posibles enfermedades respiratorias derivadas de la toxicidad en el aire.
También llamaron a evitar la exposición a las lluvias en las zonas cubiertas por la nube de humo negro, por la casi segura presencia de partículas tóxicas en al aire.
Mal rayo
«Mal rayo me escupa el güiro», es una expresión del folclore cubano, muy socorrida en momentos de estrés y agobio, que el pasado 5 de agosto se hizo tristemente literal cuando una descarga eléctrica impactó un tanque con 25.000 metros cúbicos de crudo.
Por razones aún sin definir, el pararrayos del depósito no cumplió su función y empezó un incendio que poco después se extendió a un tanque aledaño, mucho más cargado que el primero, lo cual puso en jaque a las autoridades del país.
Ya para entonces había ocurrido una violenta explosión que dejó un saldo preliminar de un bombero muerto y 16 desaparecidos, un golpe emocional que aún no asimilan muchos de sus compañeros, aún inmersos en las labores de extinción.
Una nueva explosión iluminó la noche dominical, y por un momento se temió el colapso de un tercer depósito de combustible, lo cual fue desmentido por el Consejo de Defensa Provincial de Matanzas, aunque el peligro persiste.
Heroismo y dolor
Hasta ahora, el único fallecido confirmado es Juan Carlos Santana, de 60 años, del Cuerpo de Bomberos de la sureña provincia de Cienfuegos, que acudió como otras unidades del país a enfrentar el mayor incendio en la historia de Cuba.
Las circunstancias afectan la búsqueda de los demás 16 bomberos desaparecidos, los cuales fueron presuntamente golpeados por la primera gran explosión, cuando estaban en la zona más cercana al incendio, intentando evitar su propagación.
En redes sociales circula el presunto testimonio de un bombero que relata pormenores del drama, y confirma los peligros de una profesión que entraña amor y vocación, y en la que cada comando es una familia donde cada pérdida crea un compromiso mayor.
Pocas profesiones despiertan en Cuba tanta admiración y respeto como el que reciben los bomberos, quienes encaran quizás la segunda peor tragedia en su historia, solo superada por el incendio de la Ferretería Isasi, en La Habana, el 17 de mayo de 1890.
En aquel fuego perdieron la vida una treintena de bomberos, cuyo martirio marcó a la sociedad cubana de entonces, pero inspiró a generaciones posteriores consagradas a la noble —y dura— labor de salvar vidas.
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El Pepazo/Sputnik
MATANZAS, CUBA (Sputnik) — El infierno desatado por una descarga eléctrica en una base de supertanqueros de esta ciudad en el norte de Cuba, con un elevado número de heridos y desaparecidos, pone a prueba por enésima vez la capacidad de resistencia de este país.
En medio de una crisis económica y energética particularmente grave, el incendio que aún arde junto a la bahía de Matanzas (norte) ensombrece con su humo buena parte del cielo en el occidente del país, pero también los ánimos de un pueblo siempre en lucha.
A tres días del fatídico rayo, los especialistas que luchan contra el fuego encaran una jornada que saben crucial para extinguir las llamas e impedir que alcancen al resto de los gigantescos depósitos circulares, así como a las comunidades cercanas.
El gobernador de la provincia de Matanzas, Mario Sabines, declaró a medios locales que los bomberos desbrozan el camino para que avance la brigada que lanza la espuma para aplacar un incendio sin parangón en la historia de esta nación caribeña.
Lucha escalonada
Según reportes oficiales, el fuego es combatido incesantemente por turnos, con el apoyo técnico de expertos de México y Venezuela, mientras el siniestro es monitoreado con drones y cámaras en los helicópteros que sobrevuelan el área.
Si bien la columna de humo negro es menos densa, la visibilidad todavía es reducida, lo cual dificulta las labores de extinción, que requieren de precisión milimétrica por la magnitud del fuego y la cantidad de carburante en combustión.
El agua de la rada matancera, célebre por su amplitud y calado, alimenta las bombas que combaten el fuego, así como los helicópteros militares equipados con el sistema Bambi Bucket, usualmente usado para atender incendios forestales.
A su vez, de Venezuela llegó la imponente bomba Dominator, con capacidad para lanzar 5.000 galones por minutos de un agente químico que contribuya a aplacar las llamas, cuyo resplandor fue visible la pasada madrugada a cientos de kilómetros del foco.
El Ministerio de Salud Pública de Cuba informó que, hasta la mañana del 8 de agosto, habían sido atendidas 125 personas, de las cuales 24 se encuentran hospitalizadas en seis instituciones del país, y 101 recibieron el alta médica.
De los pacientes hospitalizados, cinco están reportados de críticos, dos de grave y 17 de cuidado, en tanto las autoridades recomendaron el uso de nasobucos (barbijos) para prevenir posibles enfermedades respiratorias derivadas de la toxicidad en el aire.
También llamaron a evitar la exposición a las lluvias en las zonas cubiertas por la nube de humo negro, por la casi segura presencia de partículas tóxicas en al aire.
Mal rayo
«Mal rayo me escupa el güiro», es una expresión del folclore cubano, muy socorrida en momentos de estrés y agobio, que el pasado 5 de agosto se hizo tristemente literal cuando una descarga eléctrica impactó un tanque con 25.000 metros cúbicos de crudo.
Por razones aún sin definir, el pararrayos del depósito no cumplió su función y empezó un incendio que poco después se extendió a un tanque aledaño, mucho más cargado que el primero, lo cual puso en jaque a las autoridades del país.
Ya para entonces había ocurrido una violenta explosión que dejó un saldo preliminar de un bombero muerto y 16 desaparecidos, un golpe emocional que aún no asimilan muchos de sus compañeros, aún inmersos en las labores de extinción.
Una nueva explosión iluminó la noche dominical, y por un momento se temió el colapso de un tercer depósito de combustible, lo cual fue desmentido por el Consejo de Defensa Provincial de Matanzas, aunque el peligro persiste.
Heroismo y dolor
Hasta ahora, el único fallecido confirmado es Juan Carlos Santana, de 60 años, del Cuerpo de Bomberos de la sureña provincia de Cienfuegos, que acudió como otras unidades del país a enfrentar el mayor incendio en la historia de Cuba.
Las circunstancias afectan la búsqueda de los demás 16 bomberos desaparecidos, los cuales fueron presuntamente golpeados por la primera gran explosión, cuando estaban en la zona más cercana al incendio, intentando evitar su propagación.
En redes sociales circula el presunto testimonio de un bombero que relata pormenores del drama, y confirma los peligros de una profesión que entraña amor y vocación, y en la que cada comando es una familia donde cada pérdida crea un compromiso mayor.
Pocas profesiones despiertan en Cuba tanta admiración y respeto como el que reciben los bomberos, quienes encaran quizás la segunda peor tragedia en su historia, solo superada por el incendio de la Ferretería Isasi, en La Habana, el 17 de mayo de 1890.
En aquel fuego perdieron la vida una treintena de bomberos, cuyo martirio marcó a la sociedad cubana de entonces, pero inspiró a generaciones posteriores consagradas a la noble —y dura— labor de salvar vidas.
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El Pepazo/Sputnik