En 1973, en pro del bienestar del mundo, decidió levantar su brazo con el puño cerrado. ¿Cuándo pensaba bajarlo? Cuando se alcanzara la paz mundial.
Adrina Álvarez
Hasta entonces era un trabajador de banco, casado, con tres hijos y, sin más que añadirle, un hinduista.
Pero un día, empujado por la insatisfacción de su vida, decidió enrumbar su destino al ascetismo.
Su vocación espiritual a la renuncia de los placeres se vio natural en la tierra de Mahatma Gandhi, el hombre que ‘sacudió el mundo de una forma apacible’.
Tan así fue que se convirtió en un ‘sadhu’, una especie de monje que representa el camino de la iluminación para el hinduismo.
Lo más llamativo de su recorrido místico ha sido la ‘perpetuidad’ de su primer gesto pacifista.
En 1973, en pro del bienestar del mundo, decidió levantar su brazo con el puño cerrado.
¿Cuándo pensaba bajarlo? Cuando se alcanzara la paz mundial.
Actualmente, 48 años después, su extremidad sigue firme por dos razones puntuales.
En principio, porque la ausencia de guerra sigue siendo una quimera.
Y también porque, así la paz global fuese una realidad, su cuerpo ya no le permite bajar el brazo.
El gesto de un asceta hindú
En el hinduismo, una de las ideas fundamentales es que todo está interconectado.
Bajo esa lógica, existe una especie de dualidad del ‘Yo’ en la que la experiencia individual corpórea no representa la totalidad del ser.
La esencia, dice su filosofía, está en el ‘Atmán’, una especie de ente trascendental que representa la capacidad de un sujeto para reconocerse en y con el universo.
Ese es el verdadero ‘Yo’.
Por eso, el propósito de Amar Baharati de clamar por el bienestar del planeta con su brazo erguido ha sido admirado en India con cierta devoción.
«No pido mucho. ¿Por qué nos peleamos entre nosotros, por qué hay tanto odio y enemistad entre nosotros? Quiero que todos los indios vivan en paz. Quiero que todo el mundo viva en paz», reconoció el ‘sadhu’ en una entrevista.
Según ha dicho, los dos primeros años de hacer el gesto fueron de un intenso dolor.
Luego, seguramente por el atrofiamiento de los músculos, su brazo quedó inmovilizado.
El daño en los nervios de la extremidad y la pérdida de circulación habría llevado a que perdiera el uso de la extremidad.
Médicamente, sería un caso de anquilosis.
Hoy en día, ante cierto exotismo de su caso clínico, los fieles hinduistas ven en su gesto una señal casi sobrenatural.
“Al sostener su brazo en el aire, gana longevidad y otros poderes vitales”, le dijo uno de sus discípulos a ‘The Guardian’ en 2001.
En todo caso, aseguran los médicos, lo más seguro es que Amar Baharati no pueda recuperar la movilidad de su brazo.
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El Pepazo/El Periodiquito