Muchos de los focos del tip-off de la NBA, el estreno del curso más allá del Opening Night porque comparecen al mismo tiempo muchos de los equipos (hasta 20), se los llevó un pabellón. Había estrellas, grandes nombres, pero el nuevo Intuit Dome de Los Ángeles fue a lo que todos miraban. El proyecto de 2.000 millones de dólares de los Clippers para ser algo más que el vecino ruidoso de los Lakers. El siglo XXII en la NBA. Y un lugar en el que Kevin Durant decidió demostrar que sigue mandando en la liga.
Antes del show de Durantula, el Intuit Dome reclamó los focos. Los merece, porque representa otro giro de guion a los pabellones NBA. Por forma, por un fondo en forma de muro que aprieta, y unos condicionantes que lo hacen único. Desde generar polémica, pues fue una construcción denunciada por James Dolan, propietario de los Knicks pero también del Forum de Los Ángeles, al entender que afectaría a sus eventos. Y por una experiencia de usuario única, en la que los Clippers han bebido de otros grandes colosos (Wimbledon y el Tottenham Stadium, especialmente) y lanzan proyectos fuera de lo común como gestionar el tráfico para que no existan atascos.
Durant reina
El marco, inmejorable. El estreno, también. Y aunque los Clippers no tienen a Kawhi Leonard en nómina, resultó un choque decidido en la prórroga (123-126). Ahí se llegó tras la aparición de Kevin Durant, que recibió para empatar y convirtió una de sus suspensiones que nadie es capaz a defender. James Harden buscó ganarlo en la última posesión, pero falló.
Estoy muy enfadado
James Harden
Durant y su templanza del final había reinado. Se fue hasta los 25 puntos y siete rebotes, bien acompañado por Beal con 24 y Booker en 15. Harden, con 29, se marchó molesto. «Estoy muy enfadado», no dejó de repetir tras la derrota. El Intuit Dome, de momento, no ve ganar a los suyos.
El Pepazo/Marca