“Hay situaciones que lindan con el ridículo sin que los causantes muestren la menor preocupación por los perniciosos efectos de sus afirmaciones”
ANONIMO
Luis Semprún Jurado
“¿Entonces, camaritas? Buen día”, saludó Anacleto al llegar. “¿Me creerían ustedes si les ofrezco una disculpa por mi tardanza? ¿O pensarán que es simplemente una excusa a mi impuntualidad? Ya saben… dice el refrán popular que «cada quién cree lo que quiere», sin embargo en la actualidad se traduce como «todo depende de la poca o mucha credibilidad» de la que se goce. Creo que ustedes me creerían porque ya han aprendido que nunca miento; de no ser así no estarían aquí esperándome. Diría William Wilberforce que alguno podría elegir mirar hacia otro lado, pero nunca podría decir que no sabía. Y es que la credibilidad es la capacidad de ser creído, sin importar la veracidad del mensaje. Para tener credibilidad, la persona o la información deben generar confianza en los demás, así de sencillo. La credibilidad se basa en la honestidad, la congruencia y la rectitud, y como ya dije, en las experiencias previas; es la cualidad de ser creído y de generar confianza en las personas. ¿Quién puede creer en chatarrita, la loca, pamperito, el vampiro, el pelanalgas autoproclamado, locoldo, mariguanita, lava barriles, el estafador chistero, y la mayoría de la majunchería, que se han visto envueltos en mentiras y más mentiras, y siempre quieren correr hacia delante con su «yo no fui»? Si ustedes le preguntan a Capriles si sabía que está fuera de las primarias por estar inhabilitado responderá «no, me acabo de enterar» y miente; si le preguntan a la loca por su apoyo a las guarimbas, al intento de golpe de estado, y a las mentiras de agresión que declaró a los medios, responderá: «¿cómo va usted a creer eso?»; si preguntan a Locoldo por la participación de su mamá y la suya propia en el desfalco a Monómeros responderá: «calumnias del gobierno». Puedo seguir todo el día con ejemplos como esos con la mayoría de los majunches que se hacen llamar «líderes políticos» pero creo que ya me expliqué. Y ni hablar de las redes sociales ya que su descrédito es mayor al apoyar a alguien que se ha autoproclamado presidente de un país sin haber sido elegido por el pueblo o reconocido por los demás poderes del Estado, usurpando el poder político que le corresponde a la ciudadanía y a sus instituciones legítimas. Pero vamos… el primero en reconocerlo fue quien lo puso allí y no es otro que el gobierno del imperio del mal, seguido por los pseudo líderes que han quebrado a los Estados de la Unión Europea, ¿o es que en Europa ahora viven mejor? ¿Qué país al que EEUU haya llevado su «democracia» está ahora mejor? ¿Libia, Iraq, Siria, Afganistán, Yemen, Ucrania, etc.? ¿No será que durante toda su existencia han estado viviendo de lo que «le quitan» a los demás países? Bueno, su mayor industria es la armamentista y por eso viven de las guerras; por eso jamás les interesa la paz. Y dirán lo que quieran porque siempre habrá pendejos que le crean, pero la mayoría a nivel mundial ya los conoce y ante ellos su credibilidad está en duda. ¡O sea!”.
Desde hace tiempo, la credibilidad de los políticos ha sido cuestionada a medida que disminuye la confianza en los partidos políticos. Un examen más profundo del estado actual de los asuntos políticos del país revela una realidad preocupante y compleja que debe abordarse para que nuestro sistema democrático siga siendo legítimo, y es una situación en la que la credibilidad de los políticos debe ser analizada desde varios ángulos, que incluyen los desafíos que enfrentan actualmente, su imagen pública y el impacto de sus iniciativas. Sobre todo, es importante destacar el contexto actual en el que se encuentran esos “y que” líderes políticos, cosa nada fácil, ya que ante la unión que se vislumbra en el chavismo contrasta la fragmentación que presenta la oposición venezolana con el aumento de su variopinta candidatural, que ha creado una situación en la que los “y que líderes” se ven obligados a competir por el apoyo de electores. Esto ha hecho que surja un nuevo tipo de discurso político basado más en estrategias de marketing y publicidad que en soluciones reales para problemas concretos.
A ello debemos sumarle los cambios tecnológicos, que han alterado significativamente la forma en que interactúan con los electores, ya que el surgimiento de nuevos medios sociales les ha permitido utilizarlos para difundir mensajes directamente a sus bases electorales sin pasar por intermediarios tradicionales como periodistas o editores de noticias, y esta tendencia ha contribuido al creciente descrédito de la oposición criolla entre el pueblo, ya que hay un sentimiento generalizado de falta de transparencia y responsabilidad por su parte respecto a temas clave como el robo de CITGO, el desfalco de Monómeros, el intento de apropiación del oro venezolano en un banco inglés y sobre todo, respuesta a la pregunta: ¿de qué viven? Siempre se oirán alegando el caso del robo a PDVSA, lo que no excusa la respuesta que deben dar, y olvidan que en el caso de PDVSA hay “unos cuántos” presos, no sólo “y que” chavistas. Los ladrones no tienen religión ni militancia política, son ladrones y mas’ná, y algunos ingresan a la religión o a la política para que se les facilite su profesión.
Existen quienes te dirán que algunos de esos personajes han cambiado y están arrepentidos de su vida anterior, que se han transformado porque han encontrado a Dios y éste les cambió la vida, que su acto de constricción es verdadero y que merecen una nueva oportunidad. ¿Una nueva oportunidad para qué? ¿Es que en algún momento han abordado cuestiones importantes relacionadas con el bienestar general del país y su pueblo? ¿Es que en algún momento han sacrificado algún bien en beneficio de la población? ¿Es que han devuelto tan siquiera parte de lo “mal habido” o han resarcido a alguna víctima de sus fechorías? ¿Entonces? Y es que la transformación es “cambiar de una forma a otra”, la transformación es un estado, no una meta; una persona que se transforma se adapta, cambia de forma, es flexible y no se estanca y el propio hecho de transformarse exige cambio constante, por lo tanto es un hábito que no puede cumplirse de un golpe. A veces debemos dejar las cosas en el pasado aunque el presente sea incierto y el futuro desconocido.
Una vez que se entiende lo que está detrás de algo, es fácil ponerse delante. Así que es hora de entender, comprender y construir entendiendo el fondo, el objetivo, y el origen de las situaciones. Hay preocupaciones crecientes sobre los conflictos de intereses entre líderes políticos y otros actores claves como empresarios y donantes corporativos. En este sentido, es necesario destacar la importancia fundamental que tiene la transparencia fiscal. Además, los conflictos de intereses también pueden perjudicar la legitimidad de un proceso democrático al deberle a ciertos grupos una mayor influencia en el gobierno, en caso de ganar. ¿Dónde queda la fina línea que hace que la reciprocidad te obligue a “pagar” el financiamiento recibido? Todo eso se entiende cuando comprendes los motivos por los que la gente te elige o te descarta. O cuando entiendes los gatillos mentales en profundidad, que son la etimología de la propia venta del alma; o cuando te das cuenta que todo el mundo quiere la fórmula secreta, mágica, brillante e infalible para convertir a más de uno en su “seguidor”.
La credibilidad de la clase política en Venezuela ha sido con razón cuestionada en innumerables ocasiones, así como Los Papeles de Pandora, por nombrar un caso, han sido un ejemplo de “deshonestidad, caradurismo y sirvergüensura”, que dañaron la credibilidad de la clase política de América Latina y el Caribe. Otro caso nos muestra que casi todos los ex-presidentes de los países que conformaron el Cartel de Lima han sido juzgados y están presos por ladrones. ¿Dónde están Kuczynski, Macri, Moreno, Alvarado, Colom, Orlando Hernández, García Luna, Martinelli y Cartes? Sólo están en lista de espera Piñechet, Porky y Bolsanaro, sobretodo los dos últimos, que el mundo sabe qué clase de carroña son. Y no he mencionado a Añez, Lasso ni a Boluarte. Por eso los pueblos pasan facturas; sólo las armas del amo del norte detienen su protesta. Ni la propaganda que publiquen los medios los salva porque la palangre se ha encargado de mostrar la falta de ética de muchos “y que” periodistas modernos junto a la de sus amos, los dueños de los conglomerados mediáticos; ¿son iguales o no?.
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