«La política no es un escenario para alimentar egos, sino un espacio para construir soluciones. La verdadera decadencia no está en el poder que se critica, sino en quienes, desde la oposición, olvidan que su deber es servir al pueblo, no a sus ambiciones.»
ANACLETO
Luis Semprún Jurado
“Buenas, buenas, camaritas”, saludó Anacleto, acomodándose en su silla con la serenidad de quien ha visto caer y levantarse discursos a lo largo de décadas. Encendió un cigarrillo, inhaló lentamente y, tras una pausa calculada, comenzó: “Hoy vamos a hablar de una paradoja: la oposición radical criolla, que dice haber nacido para derribar muros pero parece encarcelada en sus propias contradicciones. Sí, sí, ya sé que suena fuerte, pero dense cuenta: vivimos en una época en la que la oposición radical, que alguna vez fue una fuerza poderosa, ha perdido su rumbo y su impacto y ha pasado a ser una sombra de lo que alguna vez fue. No me crean a mí; miren los hechos. ¿Dónde quedó el G7, G4, G3 o como se llame ahora? ¿Y la MUD? Hablemos de los «y que» liderazgos. María Machado: ha defendido durante años un discurso mezcla de liberalismo económico con un llamado a sanciones internacionales e incluso a intervenciones extranjeras. Es un enfoque que genera divisiones: mientras unos ven en las sanciones una presión legítima, otros las critican por afectar más al pueblo que al gobierno. Y aquí la ironía: ¿cómo reconcilia la defensa del pueblo con estrategias que han profundizado la escasez? Edmundo González: el «reemplazo temporal» ahora en primera línea. Su presencia reflejó la urgencia por encontrar una figura que estuviese habilitada y manejable por MCM. ¿Es Edmundo un líder o un símbolo de la improvisación? Bueno… ustedes saben que líder no es, sino un perfecto desconocido, lo que plantea una duda razonable: ¿está la oposición priorizando la supervivencia sobre la coherencia ideológica? Pero la fragmentación va más allá. ¿Qué pensar de casos como Luis Parra o José Brito? Parra, reconocido por la Asamblea Nacional como presidente en 2020, y Brito, acusado sin pruebas de negociar con el gobierno tras ser destituido de la dirección de su partido por no apoyar a Guaidó. ¿Son traidores oportunistas o qué? Luego, Conrado Pérez y José Noriega, suspendidos de VP por “desviaciones ideológicas”, por criticar públicamente la estrategia de la MUD, tildándola de “estéril”, reflejaban un malestar interno: la lucha entre quienes insistían en la confrontación total y quienes buscaban espacios de negociación. El «vampiro» Ledezma: es un espejo de los claroscuros históricos con un pasado como alcalde corrupto de Caracas y auto exilado político; su legado se nubla más con la actuación de su círculo íntimo: su yerno siguió su ejemplo y ahora está preso en EE.UU. por ladrón. Desde el exilio, critica la desconexión de los líderes, pero ¿puede alguien con ese lastre moral erigirse en juez de la renovación opositora? Sin embargo camaritas, hay algo más profundo que explica por qué, a pesar de tanta retórica, la oposición radical pierde terreno: su obsesión con estrategias que castigan más al pueblo que al poder. Las más de 930 sanciones internacionales promovidas por ellos han sido vendidas como «presión para la transición». Pero en la práctica, según informes de la ONU, ocasionaron escasez de alimentos, medicinas, repuestos y combustible. ¿Es casualidad que según encuestas independientes el 72% de los venezolanos las rechacen? Las amenazas de intervención militar extranjera resuenan como fantasmas del pasado. En América Latina, y el resto del mundo, esas intervenciones siempre han terminado en caos, no en liberación. Y…, la gota que rebosó el vaso: las alianzas con grupos narcoparamilitares en la frontera con Colombia, denunciadas por periodistas internacionales. ¿Cómo puede una oposición, que se proclama defensora de la democracia, justificar vínculos con gente como el matarife Don Varito, Porky y Patrañas, acusados además de crear los «falsos positivos»? El resultado es un pueblo exhausto, exhausto de una oposición que parece creer que el fin justifica los medios, aunque los medios destruyan el país que dicen querer salvar. Y no olvidemos a los autoexiliados de VP, que desde Miami o Madrid proclaman representar el cambio. Una pregunta incómoda para la oposición sería: ¿la verdadera renovación opositora vendrá de quienes nunca pisaron un estudio de televisión? Así que, queridos camaritas, la decadencia de la oposición radical es sólo suya; el país clama por líderes que entiendan que la política no es una guerra de relatos, sino de soluciones como lo está haciendo Nico. ¿Podrán reinventarse? Depende de si logran mirar más allá de sus trincheras retóricas. Venezuela no necesita héroes, sino gente que la quiera y la defienda.” Anacleto apagó su cigarrillo y dejó que el humo se mezclara con el silencio de la audiencia. No sonrió esta vez. Sabía que algunas verdades, aunque necesarias, no saben a café.
La oposición radical se autodefine por su rechazo al oficialismo; por eso hoy mucha gente no se identifica con ellos. ¿Por qué? Porque mientras el gobierno habla de «imperialismo», la oposición radical habla de «sanciones», esas que perennemente solicitan; mientras el gobierno culpa con razón a la guerra económica promovida por ellos, la oposición culpa al socialismo. Y el ciudadano de a pie, atrapado entre consignas, solo quiere prosperidad y soluciones, soluciones en las que pueda tener voz y voto, como las que puede seleccionar este 2 de febrero. La pregunta incómoda es: ¿Dónde están las propuestas de esa oposición radical diferente a solicitudes de más sanciones, bloqueos y hasta invasión, a gobiernos extranjeros? La oposición radical, que en su momento decía ser la gran alternativa, se ha ido desdibujando, perdiendo fuerza, credibilidad y, lo más importante, conexión con la gente. Y los partidos que han apoyado a esos pseudo líderes han perdido el poder de convocatoria que alguna vez tuvieron, por ser alcahuetas de los pillos que han albergado.
Lo de la Sayona, Edmundo, el vampiro, el inalámbrico, el reno, el asesino de niños, el matacuras, etcétera ectcétera, y cuanto desquiciado les siga, no tiene vuelta atrás. Sus andanzas están bien documentadas como para permitirles repetirlas en el país. La Loca, desde la embajada en la que se esconde, tendrá que salir algún día y marcharse derrotada en todos sus planes, lejos, bien lejos del largo brazo de la ley. En Venezuela no podrá ejercer la “jefatura de la oposición”, que dice haber ganado en las primarias “con millones de votos”, sus delitos no se lo permiten, sino que serán una pesada carga en sus espaldas. Mientras tanto, “el relleno” sigue libre, disfrutando de las mieles de lo que bajo engaño obtiene de los “y que” vivos, los pendejos y los “futuristas” que aún creen en pajaritos preñados y las falsas actas. Ah, y de los gobiernos arrastrados al hegemón del norte. Por cierto, está a punto de perder los beneficios del asilo político solicitado al “jardín de Borrell ya que las condiciones del asilo no le permite hacer política; pero “acumulando dádivas y jalando caña” ¿qué importan?
Hasta que la oposición radical reconozca la fuerza del chavismo, las instituciones gubernamentales del país, la importancia de la movilización popular y la organización comunitaria, y sus propias falencias, no levantará cabeza y su decadencia será aún más notoria. ¿Cómo reinventarse sin escuchar las demandas del pueblo y trabajar codo a codo con él en la búsqueda de beneficios? ¿Cómo llamarse “líderes opositores radicales” desde la comodidad de la distancia, en el exterior? ¿Quién les puede creer que allende de nuestras fronteras están “luchando sin cesar” por nuestros derechos? La participación activa y el empoderamiento de las bases son clave para tratar de tener identidad dentro de las comunidades. ¿Y creen que desde Miami o Madrid pueden fortalecerse y generar un cambio real y duradero? ¡Nmj! Muchos de los que participaron en el fraude de las “primarias” y que luego participaron en el teatro con el Inmundo, ya hablan de participar en los venideros comicios anunciados por el CNE. Si Rosales no cree en el CNE, por ejemplo, ¿cómo lo proclamó gobernador del Zulia? Sí, como dice Anacleto: “algunas verdades, aunque necesarias, no saben a café”. ¡O sea!
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