Mnauel Paredes
En los años 80 años 80 un dirigente sindical adeco, sin mal no recuerdo, Manuel Peñalver, dijo una frase del filósofo griego Heráclito que representaba una visión dialéctica “Nadie se baña dos veces en el mismo rio”. Era la época de un partido socialdemócrata que habiendo tenido una génesis en un pensamiento marxista expresada en el Plan de Barranquilla (1931) y presentada a través de la organización ARDI (Agrupación Revolucionaria de
Izquierda), la cual estuvo firmada por Rómulo Betancourt, quien fue el redactor del documento; Raúl Leoni, Pedro Juliac, Pedro José Rodríguez Berroeta, Ricardo Montilla, Mario Plaza Ponte, Simón Betancourt, Carlos Peña Uslar, César Camejo, José Joaquín Palacios, Valmore Rodríguez y Rafael A. Castillo.
Traigo esto a colación porque los dirigentes de AD y de la organización sindical FETRAZULIA, a solicitud del Economista Jairo Silva, propusieron la realización de un documento desde el Zulia y con la perspectiva de los trabajadores al producirse un cambio para el país, de la cual forme parte de la elaboración del mismo.
Refiero la anécdota de Manuel Peñalver porque la formación política y sindical de los dirigentes que estaban al frente del movimiento de trabajadores en el país tenían formación no solo sindical sino tambien cultural y de intereses de la clase obrera, se identificaban con la defensa de sus derechos. Situación que devino posteriormente en conductas poco éticas como la venta de cupos para acceder a cargos de trabajo, caso notorio el ingreso a puestos de la industria petrolera.
Pero no solamente era la discusión de derechos laborales, era el planteamiento de un programa de gobierno en los momentos que se vivía una dictadura y dirigentes obreros como Valmore Rodríguez fueron parte de la elaboración de un documento donde se trazaba las líneas fundamentales para un cambio con un método marxista de análisis y de propuesta para el desarrollo del país.
Este plan criticaba al gobierno de Gómez, al gomecismo y a las empresas transnacionales, al igual que al caudillismo, el latifundismo y el capitalismo, el mismo avocaba por la «protección efectiva para el proletariado urbano», la lucha de clases, el enfrentamiento con el capital de trabajo y sus socios en el territorio nacional, la libertad de prensa y la alfabetización
Estructuralmente el documento se dividió en dos partes: la primera comprendía un análisis de la sociedad venezolana desde el materialismo histórico y la segunda establecía un «programa mínimo» de acción.
Con respecto al programa mínimo el mismo incluia los siguientes aspectos:
1. Exclusión de los militares del manejo de los cargos públicos e
instauración de un gobierno civil.
2. Libertad de expresión y pensamiento.
3. Confiscación de los bienes de Juan Vicente Gómez.
4. Creación de un Tribunal de Salud Pública que investigue y «sancione los
delitos del despotismo».
5. Protección de la clase productora de «la tiranía capitalista».
6. Intensa campaña de alfabetización de las masas obreras y campesinas.
7. Autonomía universitaria.
8. Revisión de los contratos y concesiones petroleras.
9. Convocación de una asamblea nacional constituyente.
10. Abandono del personalismo y la megalomanía gomecista.
De acuerdo con Romulo Betancourt el Plan de Barranquilla “es un programa mínimo, porque contempla los más urgentes problemas nacionales y porque el contenido mismo de nuestros postulados de acción es apenas reformista”.
Y de nuevo, al afirmar que nadie se baña dos veces en el mismo rio, es porque si bien existen coincidencias en la necesidad de un plan para los trabajadores y para el cambio en Venezuela, las circunstancias hoy no son las mismas. Es así como ese documento (1931) se da en medio de una dictadura que entrega
a Estados Unidos su riqueza como lo era el petróleo, hoy el gobierno de Maduro le entrega a los Chinos y a los rusos nuestras riquezas. Por tanto la lucha sigue siendo antiimperialista pero hoy contra los nuevos imperialismos..
Hay coincidencias en el papel que jugaron los militares en la dictadura gomecista y la situación de hoy del control del Estado por los militares en los ministerios y demás dependencias.
Hoy la autonomía universitaria y las otras autonomías están cercenadas como la de los gremios, de los sindicatos para ejercer sus funciones es una lucha a desarrollar, por lo que esta lucha tiene vigencia al igual que en los tiempos gomecistas.
La lucha por las libertades democráticas, en especial la lucha por la libertad de expresión sigue estando igualmente vigente.
Pero actualmente los trabajadores demandan además aumento de salarios y de pensiones dignas, derechos sociales como la salud, de educación. Pero aunado a un programa de reconstrucción nacional que permita un proceso de industrialización, de una nueva ética y una verdadera democracia.
El proceso de cambio es dialectico en cuanto a que los cambios son producto de un conjunto de determinaciones que se dan en el contexto de la debilidad del movimiento obrero, de los gremios, de los partidos, pero a la vez en un medio de un proceso unitario que va más allá de los partidos y del deseo de un
cambio como tendencia irreversible, lo cual requiere de una unidad férrea y de una dirección acertada que logre producir ese cambio en forma exitosa.
De manera que se vienen produciendo movimientos y tendencias que empujan esas transformaciones que son necesarias y que son anhelos desde los tiempos del Plan de Barranquilla como un proceso de dearrollo nacional, se requieren de su adaptación a la situación de hoy, para lo cual la unidad es fundamental.
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