Se atribuye a un brujo barloventeño la protección que le brindó siempre su pipa.
Luis Carlucho Martín
Aquella singular mañana del 24 de junio de 1960, las fuerzas protectoras de su pipa encantada salvaron al Presidente del intento de magnicidio, pero reforzó el refrán que asegura que la lengua es castigo del cuerpo… y también de las manos.
Voceros de Acción Democrática y de otras tendencias políticas, incluso periodistas muy serios, aseguran que Rómulo Betancourt, nunca pronunció la premonitoria declaración: “Que se me quemen las manos si he tocado el erario nacional…”.
Otros tantos dicen lo contrario. Tío Google da por hecho que fue durante un discurso por radio y televisión, además reseñado en prensa nacional.
Lo cierto es que en el atentado el político, escritor y miembro de la famosa Generación del 28 pudo salvar su vida, pero no la integridad de sus manos ante los letales embates de aquellos 100 kilos de dinamita.
Lugar: el Paseo Los Próceres, en Caracas. Era la ruta de la caravana presidencial, como parte de los actos conmemorativos de tan importante fecha. Un moderno Oldsmobile aparcado en la orilla sirvió de coche-bomba, al mejor estilo del Medio Oriente. Cuando el vehículo presidencial se aproximara lo suficiente, un click activaría la poderosa carga para volar en pedacitos al mandatario adeco.
La cachimba era su amuleto
Cuentan que Rómulo, nacido y criado en Guatire, a pesar de ser muy preparado en asuntos de política, historia, sociedad y cultura, tenía sus propios ritos y creencias. Para él había un más allá y unos espíritus que desde planos superiores le enviaban mensajes que siempre le guiaron en su accionar, y ya le habían salvado en, al menos, dos atentados previos.
Según la leyenda, halló en su inseparable pipa el amuleto protector. Dicen que un reconocido brujo de Barlovento (tierra de mágicos encantos), que lo llamaba Romulito por puro cariño, le ensalmó la cachimba humeante con un esotérico ritual que transformó al cancerígeno utensilio en una “contra” que le garantizaba larga vida. Tremendo compromiso reposaba sobre los hombros de tan peculiar hechicero, cuya identidad se ha mantenido en secreto por ser parte del sumario de este cuento. Sólo se ha revelado que “ese negro es brujo, brujo es, mírale los ojos, color café…”.
Tampoco se sabe cuántos ramazos, ni botellas de ron y de aguardiente blanco, ni cuántos tabacos Manzanares fueron utilizados para conjurar la protección en esa fastuosa ceremonia con la que el curioso encantador garantizaba vida eterna a Romulito, el maraco entre María Teresa y Elena, hijos todos del matrimonio entre el migrante canario Luis Betancourt y doña Virginia Bello Milano.
Cábala y supervivencia
La mañana de ese 24 de junio, se cree, Rómulo estaba muy alerta debido a su intuición extrasensorial. Según un viejo periodista guatireño, también en el anonimato por ser parte de la investigación, el proceder cabalísitico del entonces presidente lo mantuvo muy atento. Casualmente ese día se cumplían 139 años de la Batalla de Carabobo (en la que las tropas de Bolívar les dieron una felpa a los españoles). La sumatoria de esas cifras (1+3+9) da como resultado 13, un signo del azar. ¡Zape gato, ñaragato!, decía el líder adeco. Si fue el 13 de febrero de un año antes cuando tomó posesión, en esa oportunidad, el bendito 13, podría ser una inequívoca señal de que algo podía ocurrirle…
Quizás no había dormido bien pensando en las cuentas pendientes con su conciencia denunciadora, ya que años atrás había emprendido una campaña internacional para lograr ante la OEA el desconocimiento del dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo, a quien no dudó de señalar como el autor intelectual del atentado que terminaría apenas quemando sus manos, las que mostró vendadas ante la nación entera para hacer el anuncio públicamente.
Aseguran que su alerta extrasensorial lo hizo cambiar de vehículo. Logró salvarse, pero lamentablemente en la explosión perdieron la vida el jefe de la Casa Militar, coronel Ramón Armas Pérez, un segundo oficial y el conductor de confianza presidencial.
Un sumario aún oculto
Aunque Rómulo contaba con su brujo, su partido, sus adeptos, sus espíritus y su pipa encantada, pareció menospreciar que este pueblo es sabio, paciente y no olvida.
La realidad es que el chamán that was born in Barlovia (y sus poderes) protegieron al ex mandatario hasta el 28 de septiembre de 1981, fecha en que Betancourt murió tras un derrame cerebral en el Doctor’s Hospital de Nueva York, a los 73 años de edad.
P.S.: Un año después del atentado en Los Próceres, un lujoso Chevrolet, que hacía las veces de carro presidencial en República Dominicana, fue emboscado, y su pasajero principal, alias Chapita, resultó acribillado. Aún no se da con el autor del sonado magnicidio. Otro top secret de este cuento; igual que el contenido de un texto famoso que, fallidamente, la cúpula de AD pretendió desaparecer de la faz del planeta. Se intitula Aves de Rapiña sobre Venezuela… Hay que leerlo.
El Pepazo