Manuel Paredes
Los trabajadores en Argentina realizaron este 9 de mayo la segunda huelga general en 5 meses del gobierno de Milei quien viene aplicando una política de shock que llevado en el último mes a una inflación de mas de 300% y a una caída del consumo de la población en forma alarmante, además que los sindicatos protestan por la reforma laboral de la ley Bases, que se debate en el Senado que busca flexibilizar aun las condiciones de trabajo.
Es evidente que en este conflicto se confrontan dos visiones acerca de los intereses de clase que poseen, quienes se oponen al paro como los empresarios argumentan que los paros no conducen a nada, que hay que darle
mas importancia a los capitales porque son los que generan desarrollo, pero aun mas no solo es a los capitales son a los grandes monopolios y al sector financiero quien se ve beneficiado con la actual inflación impulsada a propósito para reducir los salarios y obtener mas rentabilidad en la inversión extranjero producto de lo barato que sería la mano de obra argentina.
Y no se puede considerar de otra manera la política económica desarrollada en Argentina con gran similitud a lo que ha ocurrido en Venezuela con la hiperinflación y la destrucción del salario porque responden a los intereses
internacionales de la oligarquía internacional. Toda vez que históricamente estos países siempre han dependido de la venta de sus materias primas, productos semielaborados a los países industrializados, De manera que su
base es una economía primario exportadora que están sujetas a los vaivenes del comercio internacional y de la imposición de condiciones de la banca internacional y de las potencias imperialistas mediante la adquisición de una deuda externa que tiene que ser cancelada en condiciones muchas veces leoninas.
Es el seguimiento de una política económica que se inicia desde los años 90 con el plan de liberalización de las importaciones y la aplicación de medidas impulsadas mediante el llamado Consenso Washington que conllevo a la destrucción de gran parte del aparato productivo en función de las importaciones, liberalización de las condiciones de trabajo y la privatización de numerosas empresas en su momento fracasaron con Menem y su ministro de Economia Cavallo con su proyecto de el plan de convertibilidad de Domingo Cavallo.
Este se basaba a su vez en el plan Martínez de Hoz de la dictadura militar argentina que comenzó a dolarizar la economía. Era un paso más en la cultura de despojo del país a través del endeudamiento externo. Esta cultura tiene antecedentes estructurales en la economía agroexportadora del Siglo XIX atada al patrón oro y a la libra y a través de estos mecanismos a los préstamos externos..
La crisis de la deuda arropó a gobiernos peronistas y a los de derecha como el de Macri quien también desarrollo un programa que se asentaba en un diagnóstico ideológico y económico concreto: tras doce años de gobiernos
populistas (como eran caracterizados las presidencias kirchneristas, 2003-2015), la única forma de relanzar un nuevo ciclo de crecimiento en el país era vía la adopción de la liberalización de la economía, quitarle las trabas que restringían la actividad empresarial y modernizar la vetusta legislación que perjudicara el dinamismo económico.
De este modo, se esgrimió, generando un notorio y profundo cambio de rumbo al que se había llevado hasta entonces, alejándose de las políticas estatistas, mercadointernistas y de autoritarismo económico buscando una prometida “revolución de la alegría”.
En este sentido, según lo que se había prometido en la campaña, con las medidas a aplicar se podría arribar a resultados económicos bien precisos, como el objetivo de “pobreza cero”, reducir la inflación (diciendo que sería “lo más fácil de hacer”), provocar una “lluvia de inversiones”, crecer ininterrumpidamente durante 20 años y que la Argentina pudiera “volver al mundo” al terminar con las políticas absurdamente proteccionistas, en pos de
realizar la apertura económica que le permitiera al país aumentar sus flujos de intercambios.
Nada de esto sucedió y regreso nuevamente el peronismo con Alberto Fernandez, quien siguió las misma pautas de renegociación de la deuda externa y ante la crisis mundial recesiva producto del COVID y la guerra en Ucrania se elevo los intereses de la Reserva Federal Norteamericana y con ello el precio del dólar que incidió en la devaluación de la moneda argentina y el aumento de su deuda externa que genero una mayor inflación y con ello la propuesta de Milei de dolarizar la economía, eliminar el Banco Central, flexibilizar el empleo , privatizar empresas del Estado, disminuir los empleados públicos y eliminar los subsidios y los presupuestos de Educación y salud.
El interés de Milei como el de Maduro es generar una nueva redistribución de la riqueza, elevando al máximo la explotación obrera, disminuir el aparato del Estado, reducir el salario de todos los trabajadores, descargando sobre sus espaldas todo el peso de la crisis sistémica, a eso se resisten los trabajadores argentinos y con este paro se rebelan para demostrar su capacidad de convocatoria y de lucha.
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El Pepazo