’La secuestraron y la obligaron a vivir en una caja por 7 años. Colleen Stan fue víctima de todo tipo de vejaciones y vivió para contarlo.
La oscuridad y el silencio absoluto fueron lo único que conoció Colleen Stan durante siete largos e interminables años. Los excepcionales momentos en los que podía respirar el aire fuera de la caja en la que tenían encerrada 23 horas al día resultaban una pesadilla aún peor que su cautiverio.
Su mente se convirtió en el mejor medio de transporte, con ella podía viajar a todos los lugares que quisiese. No hacían falta tiquetes de autobús o permiso de sus padres, su imaginación era una aliada para combatir la soledad y la tristeza que se apoderaba de ella en esos días sombríos en los que los deseos inescrupulosos de su captor amenazaban con acabar con su vida.
La resiliencia, valentía y esperanza fueron su bandera en medio de la pesadilla que se cernía sobre sus sueños y planes a futuro. Hoy, casi quince décadas después, es el vivo retrato de una sobreviviente que le ganó la batalla a uno de los psicópatas más peligrosos de la historia del país estadounidense y, que milagrosamente, logró anteponerse al fatídico destino anunciado que supone ingresar a un ataúd.
Colleen no solamente es una víctima, sino una de las pocas personas que le ha ganado la batalla a la maldad y ha vivido para contarlo.
El inicio de una interminable pesadilla
Cuando el pacifismo y los deseos fervientes de libertad se tomaban las calles de los Estados Unidos en la década de 1970, Colleen, una joven de tan solo 20 años de edad, vio como una tormenta de violencia, sadismo y tortura le arrebataba los mejores años de su adultez.
Parada al costado de la carretera, en medio de la flora y la fauna, trataba de divisar a lo lejos si alguno de los autos que venían podía acercarla al norte de California, donde se dirigía a celebrar el cumpleaños de una amiga. Por supuesto, no se esperaba que no sólo nunca llegaría al festejo sino que su relato terminaría convirtiéndose en un sinónimo de tragedia.
Sin muchos recursos económicos y con un deseo fehaciente de compartir un rato agradable con sus conocidos, alzó su pulgar en el aire con la esperanza de que alguna persona se mostrara solidaria y la llevara hasta su soñado destino.
De acuerdo con el diario británico ‘Daily Mail’, dos hombres que iban en los asientos delanteros de un automóvil fueron los primeros en ofrecerse a darle un aventón. Ante la tentadora propuesta, Colleen ni lo pensó y rechazó el transporte gratuito, pues era consciente de los peligros a los que se enfrentaba haciendo ‘autostop’.
Una segunda propuesta llegó de la mano de un hombre que viajaba solo por carretera. Todos los posibles escenarios macabros comenzaron a entretejerse en su mente y al igual que había hecho con el ofrecimiento anterior, decidió rechazarlo.
Con dos intentos fallidos de ‘autostoping’ a sus espaldas, Colleen no tenía más remedio que fijar su vista en el horizonte a la espera de un milagro que no tardó en llegar y se materializó en un Dodge Colt azul cupé. El aparentemente solidario conductor aminoró la marcha y salió del asfalto para posarse justo al lado de la joven veinteañera.
Pensó que había tenido suerte cuando una carismática pareja que iba acompañada de un bebé de brazos se detuvo para trasladarla desde el estado de Oregón a unos cuantos kilómetros al sur en Westwood, California. Al volante, un tierno hombre de 24 años con gafas y un aura inofensiva iba acompañado de una mujer, igual de adorable que él, que llevaba en brazos al que parecía ser el hijo de ambos.
una voz me dijo que corriera y saltara por una ventana y nunca mirara atrás
La historia criminal reciente y antigua ha demostrado que los mejores delincuentes se esconden detrás de elaboradas fachadas y este amigable dúo de sujetos no sería la excepción. Las incesantes miradas de Cameron Hooker, el conductor y uno de los antagonistas de esta historia, por el retrovisor del auto anunciaban la llegada de un nuevo crimen.
“Una voz me dijo que corriera y saltara por una ventana y nunca mirara atrás”, fueron los inquietantes y alarmantes pensamientos que Colleen rememoría años después en diálogo con la revista estadounidense ‘People’. Lo que vino luego fue una miseria de indescriptible profundidad y duración.
Aunque Colleen podía presentir que algo no andaba bien, en su primera oportunidad de huir de la pareja decidió acallar las voces y las señales que le advertían del peligro para continuar con su viaje. Al fin y al cabo no había nada más seguro que viajar en familia, ¿verdad?
Su peor pesadilla llegó cuando, con la excusa de explorar unas cuevas de hielo que se encontraban cerca, el automóvil en el que se movilizaban se detuvo en un solitario, sospechoso e inhóspito camino de tierra. Los miedos de Colleen volvieron a ella para cernirse como una avalancha de malos augurios. Un pálpito, un cuchillo en su garganta y una extraña caja con agujeros a los lados confirmaron lo que para ese momento ya se temía: la estaban secuestrando y no sabía si podría salir viva de eso.
500 kilómetros después Colleen yacía en la casa de los Hooker, en Red Bluff, California, en donde pasaría los más oscuros años de su vida sometida a todo tipo de torturas, encierros y vejaciones.
Un nuevo hogar en forma de ataúd
Estaba aterrorizada. Janice vio cómo Cameron me torturaba y luego tenían sexo frente a mí. Estaba segura de que me iban a matar
Según el canal de televisión ‘A&E’, al llegar por primera vez a la vivienda familiar de la familia Hooker, el escenario al que tuvo que hacer frente Colleen fue desolador: Cameron la desnudó y le ordenó que pusiera las manos en alto para colgarla de las vigas del sótano y así poder azotarla a gusto. Sin embargo, eso no fue todo, lo que le sobrevino a Colleen minutos después fue aún peor.
“Estaba aterrorizada. Janice vio cómo Cameron me torturaba y luego tenían sexo frente a mí. Estaba segura de que me iban a matar”, contó Coleen para la revista británica ‘Closer’ haciendo referencia a cómo Janice, la pareja de Cameron (que también participó en su secuestro) hacía parte de los brutales suplicios a los que era sometida.
En una caja de madera de un metro por 1,80, Colleen no pudo ver cómo el mundo continuaba ante sus ojos. Durante mucho tiempo, su vida se sumió en una profunda, inevitable e insoportable oscuridad.
Apenas podía moverse o respirar. El calor era asfixiante, pero sus deseos de vivir eran aún más fuertes. “Simplemente te alejas de la situación real que está ocurriendo y te vas a otro lado. Vas a algún lugar agradable, rodeado de personas que amas. Lo que te haga feliz”, contó la ahora mujer de 66 años en entrevista con la revista ‘People’ en 2016.
De vez en cuando la dejaban salir, pero lo que le esperaba afuera era mucho peor que su cautiverio de 23 horas al día en esa caja. Violaciones, azotes y tareas del hogar eran sólo algunas de las vejaciones que Colleen tuvo que enfrentar hasta 1984 por parte de Cameron Hooker, un adicto a la pornografía violenta y fanático del sadomasoquismo.
Según ‘El Heraldo’, Cameron: “electrocutaba, quemaba, golpeaba, violaba y retenía (a Colleen) en mecanismos de madera que le causaban un dolor extremo”.
Una mentira a cambio de una vida más digna
La estrategia de la pareja de psicópatas salió a la perfección: capturar a una mujer que cumpliera con los deseos sexuales de Cameron para que Janice no tuviera que padecer las perversiones inimaginables de su pareja, quien antes de la llegada de Colleen, la inmovilizaba y golpeaba con objetos para despertar su propio placer.
Los acontecimientos dieron un giro inesperado cuando, aproximadamente cuatro años después de su secuestro, en 1981, Cameron accedió a que Colleen visitara a sus padres. Ella los convenció de que aquel hombre era su novio y de que eran una pareja feliz. ¿La razón? Cameron le había dicho que si se atrevía a huir, un grupo delincuencial llamado ‘La Compañía’ mataría a todos sus familiares.
Fue así que poco a poco Colleen fue ganándose un lugar en la familia. Desde cuidar a los niños o realizar tareas en el jardín, cada vez era menor el tiempo que pasaba en la estrecha y horripilante caja debajo de la cama. Las cosas se hubiesen mantenido así de no ser porque Cameron mostró sus deseos de convertir a Stan en su segunda esposa, una decisión que Janice no aprobó para nada.
Pese a los constantes abusos a los que fue sometida la joven cautiva, Colleen comenzó a enamorarse de su captor; tanto que cuando Janice le confesó que ‘La Compañía’ no existía y que todo era un invento de Cameron para retenerla, la mujer optó por intentar persuadirlo bajo la esperanza de que un atisbo de bondad y redención se asomaran en el corazón del temerario psicópata. Para sorpresa de pocos, eso nunca ocurrió.
Fue en agosto de 1984 que, cansada de las agresiones y las vejaciones, Janice tomó una radical decisión: empacar sus maletas, llevarse a sus hijas y liberar a Colleen, a quien dejó en una parada de autobús.
Paradójicamente, la justicia no llegó de la mano de Colleen, sino que fue Janice, a cambio de inmunidad y varios meses después, quien testificó en contra de su expareja por el secuestro, la tortura y el asesinato de Marie Elizabeth Spannhake, una joven que desapareció en enero de 1976. Por este delito Cameron fue condenado a 104 años de prisión.
En entrevista con ‘KRCR’, Colleen expresó que Cameron: «Es simplemente una persona malvada. Simplemente es… Realmente me encantaría decir que es una persona diferente… pero no lo es».
Colleen tiene claro que su pasado jamás podrá ser el dueño de su futuro. En una de las tantas entrevistas que dio para los medios locales reconoció que: “Una vez que recuperas esa libertad y tienes esa opción de nuevo, es como si las puertas se abrieran… Y simplemente corres por ella”.
Para recibir en tu celular esta y otras informaciones, únete a nuestras redes sociales, síguenos en Instagram, Twitter y Facebook como @DiarioElPepazo
El Pepazo/El Tiempo Colombia