José Cedeño
Las leyes de la naturaleza no cambian, sólo aprendemos a vivir con ellas y en ciertas ocasiones a usarlas en nuestro favor, todos nos necesitamos para poder vivir en este maravilloso planeta, todo ser vivo es fundamental para el equilibrio en el mundo. Romper ese equilibrio puede traernos terribles consecuencias.
Y algo parecido le ocurrió a Sergey cuando encontró en el bosque una cría abandonada de oso salvaje.
Lo alimentó, le cuido y lo quiso como a un hijo, no escatimó recursos ni tiempo. En 2014, el ruso, Sergey Grigoriyev comenzó a criar un oso que cuatro años que después se convertiría en su asesino.
Tiempo después, Vorchun, así era su nombre, demostró que nunca dejó de ser un animal salvaje. Durante cuatro años el oso cumplió su papel para el cual había sido entrenado, pero un buen día su verdadera naturaleza afloro y devoro a su benefactor. Relatan autoridades que sólo encontraron huesos.
Podríamos decir que este animal sólo tenía un disfraz, sólo cumplía un papel actoral hasta que se cansó del mismo,. En el panorama mundial yo diría que ocurre algo muy similar, hay unos que engañan y otros engañados. En aquella agitación ocurrida a principios de la década del 2000 yo trabajé por un tiempo en una emisora en Guanare, estado Portuguesa, y me tocó entrevistar a un peruano que fue enviado a reparar una maquinaria. Le noté tenso y nervioso, luego entró en confianza y fuera del aire me pregunta en voz baja que dónde estaba la guerra y le respondo: ¿Cuál guerra?.
Los medios le habían hecho creer que había una guerra en nuestro país, y esperaba balas cañones y bombas y se encontró con otra realidad. En 2010 me tocó viajar a Cuba y me senté al lado de un niño de unos 12 años que viajaba con su madre. Estaba demasiado nervioso, era su primer viaje en avión y traté de tranquilizarle y hablamos por las tres horas que duró el viaje. Al final en confianza me pregunta si era verdad lo que le habían dicho en la escuela que en Cuba la daban una lata de sardina a uno y al otro le daban el abrelatas y no comían hasta que no se ponían de acuerdo. Yo reí un buen rato y le dije que eso era mentira.
La comparsa hegemónica tiene por su naturaleza mentir, porque la verdad no produce dividendos, va en contra de sus intereses económicos, aunque le veas humilde, manso, dócil, domesticado, ten por seguro que tarde o temprano, cuando las condiciones le sean favorables, revelará su verdadera naturaleza.
En todos estos años les hemos visto sentado en mesas de dialogo, apegados a la ley, acudiendo a eventos electorales, llamando al dialogo, a la paz, a la reconciliación, y de pronto, cual el oso Vorchun, su naturaleza aflora.
Lo dijo Ali en su canto: “Y ya hay que espantar al perro antes que se eche la meada”.
El Pepazo