«Lo más probable es que ya no sea posible extinguir las llamas, por ser un incendio de demasiadas proporciones. Si ya ha durado tanto, significa que no funcionó lo que debía funcionar», opinó.
A juicio del experto, en esta situación no sirve ninguno de los métodos disponibles. «Encima de un fuego tan grande surge una columna de aire muy caliente, imposible de superar para los aparatos aéreos. Extinguir desde gran altura, donde el aire no es tan caliente, no ocasionaría efecto, pero si el avión baja, simplemente se quemará», explicó. Además, debido al humo y el viento sería mínima la precisión del vertido de agentes químicos desde un avión, agregó.
Es imposible sofocar tales llamas con agua, pueden ayudar solo la espuma contraincendios, agentes químicos y gas carbónico, lo cual resulta muy caro y es poco probable que se tenga en las cantidades requeridas en el lugar del desastre, señaló.
Al construir semejantes bases de petróleo deben cumplirse determinados estándares, en particular, observarse la distancia mínima entre los reservorios y efectuarse su vallado, lo cual permite prevenir el derrame del combustible, refirió Gofstein.
También se debe acondicionar las vías de acceso para los equipos de bomberos y montar los llamados «tubos secos», no llenados de agua, destinados para enfriar los tanques de producirse un incendio, sin hablar ya de garantizar una segura protección contra los rayos, agregó.
«El hecho de que el fuego se haya propagado de un reservorio a otros demuestra que había defectos en la estructura misma de la base de petróleo, lo cual llevó a un desastre de tamaña proporción», resumió.
El siniestro, provocado el 5 de agosto por un rayo durante una tormenta eléctrica en la provincia de Matanzas, se extendió ya a los cuatro tanques de 50.000 metros cúbicos de capacidad.
Según los últimos datos del Ministerio de Salud del país, 22 de los 125 afectados por el incendio siguen hospitalizados, cinco de ellos en estado crítico; 16 personas desaparecieron, hay una víctima mortal.
A juicio de Gogstein, el fuego se extinguirá cuando no quede nada por arder.
Cuba trabaja para evitar su extensión
El segundo jefe de los bomberos de Cuba, mientras, descartó que existan las condiciones para que el fuego se extienda a otros lugares, incluida la termoeléctrica Antonio Guiteras, ubicada a unos tres kilómetros del siniestro, que ya incluye cuatro tanques de combustible con capacidad cada uno de 50 mil metros cúbicos, aunque no se sabe con exactitud si todos estaban llenos.
Uno de los objetivos, explicó, es impedir que las llamas alcancen la Terminal 321, donde se almacenan otros combustibles más volátiles, como la gasolina, y por ende de mayor potencial, a los que el especialista llamó «claros».
También apuntó que las altas temperaturas en el lugar, y en el país, la dirección del viento y la enorme columna de humo convierten en titánica la tarea de sofocar el incendio, que comenzó el pasado 6 de agosto, aunque nunca dijo que fuera imposible.
Por otra parte, hay preocupación en la población por las lluvias negras que han caído en algunos lugares, y la contaminación del aire, aunque el reconocido doctor José Rubiera, otrora director del Centro de pronósticos del Instituto de Meteorología, aclaró que ya se están recopilando muestras, pero descartó que exista peligro ambiental por las precipitaciones.
El incendio en la unidad de supertanqueros de Matanzas no tiene antecedentes en Cuba. Jamás se incendiaron antes en el país depósitos de tales dimensiones, y aunque las autoridades cubanas tienen la certeza de que fue provocado por un rayo, en algún momento tendrán que tomar medidas más eficientes contra esos fenómenos naturales, muy habituales, por demás, no solo en el Caribe sino en otros lugares donde también se almacenan combustibles.
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«Lo más probable es que ya no sea posible extinguir las llamas, por ser un incendio de demasiadas proporciones. Si ya ha durado tanto, significa que no funcionó lo que debía funcionar», opinó.
A juicio del experto, en esta situación no sirve ninguno de los métodos disponibles. «Encima de un fuego tan grande surge una columna de aire muy caliente, imposible de superar para los aparatos aéreos. Extinguir desde gran altura, donde el aire no es tan caliente, no ocasionaría efecto, pero si el avión baja, simplemente se quemará», explicó. Además, debido al humo y el viento sería mínima la precisión del vertido de agentes químicos desde un avión, agregó.
Es imposible sofocar tales llamas con agua, pueden ayudar solo la espuma contraincendios, agentes químicos y gas carbónico, lo cual resulta muy caro y es poco probable que se tenga en las cantidades requeridas en el lugar del desastre, señaló.
Al construir semejantes bases de petróleo deben cumplirse determinados estándares, en particular, observarse la distancia mínima entre los reservorios y efectuarse su vallado, lo cual permite prevenir el derrame del combustible, refirió Gofstein.
También se debe acondicionar las vías de acceso para los equipos de bomberos y montar los llamados «tubos secos», no llenados de agua, destinados para enfriar los tanques de producirse un incendio, sin hablar ya de garantizar una segura protección contra los rayos, agregó.
«El hecho de que el fuego se haya propagado de un reservorio a otros demuestra que había defectos en la estructura misma de la base de petróleo, lo cual llevó a un desastre de tamaña proporción», resumió.
El siniestro, provocado el 5 de agosto por un rayo durante una tormenta eléctrica en la provincia de Matanzas, se extendió ya a los cuatro tanques de 50.000 metros cúbicos de capacidad.
Según los últimos datos del Ministerio de Salud del país, 22 de los 125 afectados por el incendio siguen hospitalizados, cinco de ellos en estado crítico; 16 personas desaparecieron, hay una víctima mortal.
A juicio de Gogstein, el fuego se extinguirá cuando no quede nada por arder.
Cuba trabaja para evitar su extensión
El segundo jefe de los bomberos de Cuba, mientras, descartó que existan las condiciones para que el fuego se extienda a otros lugares, incluida la termoeléctrica Antonio Guiteras, ubicada a unos tres kilómetros del siniestro, que ya incluye cuatro tanques de combustible con capacidad cada uno de 50 mil metros cúbicos, aunque no se sabe con exactitud si todos estaban llenos.
Uno de los objetivos, explicó, es impedir que las llamas alcancen la Terminal 321, donde se almacenan otros combustibles más volátiles, como la gasolina, y por ende de mayor potencial, a los que el especialista llamó «claros».
También apuntó que las altas temperaturas en el lugar, y en el país, la dirección del viento y la enorme columna de humo convierten en titánica la tarea de sofocar el incendio, que comenzó el pasado 6 de agosto, aunque nunca dijo que fuera imposible.
Por otra parte, hay preocupación en la población por las lluvias negras que han caído en algunos lugares, y la contaminación del aire, aunque el reconocido doctor José Rubiera, otrora director del Centro de pronósticos del Instituto de Meteorología, aclaró que ya se están recopilando muestras, pero descartó que exista peligro ambiental por las precipitaciones.
El incendio en la unidad de supertanqueros de Matanzas no tiene antecedentes en Cuba. Jamás se incendiaron antes en el país depósitos de tales dimensiones, y aunque las autoridades cubanas tienen la certeza de que fue provocado por un rayo, en algún momento tendrán que tomar medidas más eficientes contra esos fenómenos naturales, muy habituales, por demás, no solo en el Caribe sino en otros lugares donde también se almacenan combustibles.
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