Manuel Paredes
Se celebraron la semana pasada las elecciones del Parlamento Europeo y tal como lo pronosticamos se produjo un avance de la ultraderecha en este continente, entender esta realidad sin atender sus contradicciones internas es no ubicarse en el contexto de la realidad europea con la guerra en Ucrania y el genocidio en Gaza.
Marx en la Critica a Hegel sobre la contradicción entre los intereses del Estado y la sociedad civil distinguía que entre estas dos naturalezas nada tienen en común, son esencias distintas o entidades auto‐subsistentes fuera de este nexo ocasional; que no pueden mediarse, pero que tampoco lo necesitan.
Es así como los Estados europeos se han inclinado por participar en una guerra que le ha traído al ciudadano más crisis, como por ejemplo el aumento del combustible, que antes lo recibía barato desde Rusia y luego con las sanciones lo paga más caro, importado desde Estados Unidos. Asimismo, los partidos de la ultraderecha concurrieron a estos comicios con un mismo denominador: rechazo al frenesí bélico que se ha instalado en los gobiernos de la Unión Europea y con la amenaza de la intervención directa de la OTAN en la guerra.
La otra situación que explica el aumento de la ultraderecha, es el descenso de los socialdemócratas y los verdes es el que se han inclinado también por defender esta guerra y apoyar a Israel en su lucha contra Palestina.
Teniendo como resultado que en Alemania la ultraderecha desplazo a los socialdemócratas y verdes en el gobierno y escalaron al segundo puesto en las listas de diputados En esta contradicción entre los intereses del Estado y la sociedad civil, el ciudadano común no quiere pagar las consecuencias de esta guerra como los
grandes ajustes presupuestales, sacrificando el gasto social, aspecto en el cual también se evidencian las contradicciones interimperialistas entre Rusia y China en contra de Estados Unidos y Europa.
Los rusos vienen aprovechando esta circunstancia y desde años vienen fomentando la alianza con la ultraderecha, esto explica que Rusia cuenta con defensores tanto en partidos de la oposición como en gobiernos que están alineados con los objetivos de Putin en Europa, el que más destaca es el partido ultranacionalista de derecha Fidesz, de Viktor Orbán, que gobierna Hungría desde 2010. Orbán ha sido descrito por algunos analistas como un “quintacolumnista en la UE y la OTAN”, donde lleva años bloqueando los esfuerzos por contener la influencia rusa.
Otro aliado lo constituye Robert Fico, el primer ministro de Eslovaquia que sufrió recientemente un intento de asesinato. Fico ha dicho de Putin que ha sido “demonizado erróneamente” por Occidente y que Kyiv debería bajar las armas y aceptar un acuerdo de paz, mientras su gobierno se ha opuesto al envío de ayuda militar a Ucrania. El discurso ha calado en un país miembro de la Unión Europea y de la zona euro. “Un porcentaje importante de los eslovacos cree que Estados Unidos y no Rusia son responsables de la guerra en Ucrania, algo que es atípico en los países de la región”.
En el caso de los partidos que concurrieron a este proceso aliados de Putin esta el que obtuvo el segundo lugar en Alemania Alternativa por Alemania (AfD, por sus siglas en alemán). Dos de sus miembros, precisamente el número uno y dos de su lista para las elecciones al Parlamento Europeo, han sido vinculados con una red que al parecer utilizaba el medio digital Voice of Europe para difundir propaganda rusa en 16 idiomas y que habría pagado a políticos de extrema derecha para transmitir estas ideas.
Pero el aspecto mas importante y que podría dar un giro en la presidencia de Francia lo representa es la Reagrupación Nacional (RN, antiguo Frente Nacional) de Marine Le Pen en Francia.
Las señales estaban por todas partes, pero quizás la más significativa de todas fue el viaje que Le Pen hizo en la víspera de las elecciones presidenciales de 2017 a Moscú para reunirse con Vladimir Putin y alardear del apoyo a su candidatura. Tres años antes, su partido había recibido un préstamo millonario de un oscuro banco ruso para financiar la campaña de las elecciones regionales de 2015, algo que, según Le Pen se debió a que ninguna entidad europea quiso prestarles el dinero.
En general se observa que esto de las contradicciones interimperialistas todos juegan con distintas armas sin importarles sus ideologías, solo sus intereses de controlar el mundo.
Mientras tanto, es preciso entender que si los trabajadores no cuentan con partidos que representen sus intereses y que se enfrenten a estos mecanismos de promoción de la guerra y de recorte de sus derechos sociales para financiarla no tendrá en la ultraderecha un aliado, a pesar que se orientó el voto hacia allí como castigo a las condiciones de crisis que vive el continente europeo.
El Pepazo