El cáncer de pulmón es el más frecuente, pero son muchos más los tumores que se relacionan con el humo del tabaco. Algo que no es de extrañar si se tiene en cuenta que al menos 69 de las más de 5.000 sustancias que contiene son cancerígenas.
María Sánchez-Monge
El consumo de tabaco es la principal causa de cáncer y dejar de fumar contribuye a prevenir el desarrollo de unos 20 tipos de tumores distintos. Es cierto que no todos los fumadores desarrollan enfermedades oncológicas y que muchas personas que nunca han encendido un cigarrillo pueden desarrollar cáncer de pulmón y otras neoplasias asociadas al tabaco. Aun así, es innegable que las probabilidades de padecer un tumor maligno y fallecer por esta causa son muy superiores en quienes fuman. Y el riesgo crece tanto con la intensidad como con la duración del hábito tabáquico.
Veamos algunas cifras que corroboran esta asociación. El tabaco es el principal factor de riesgo evitable responsable de un 33% de los tumores y de un 22% de las muertes por cáncer, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Otro dato significativo: el 85-90% de los casos de cáncer de pulmón pueden atribuirse directamente al tabaco. “Dejar de fumar antes de los 30 años evita el 90% de las muertes por cáncer de pulmón”, afirma Mónica Granja, secretaria científica de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y oncóloga médica del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid. Aunque el de pulmón sea el principal tipo de cáncer relacionado con los cigarrillos, hay otros que también son muy relevantes.
Así llegan las sustancias cancerígenas a todo el cuerpo
“Cada vez se describen más sustancias presentes en el humo del cigarrillo”, apunta Allan Sam, jefe del Servicio de Neumología de MD Anderson Cancer Center Madrid. El recuento ya ha superado los 5.000 compuestos. Lógicamente, no todos son dañinos y entre los que perjudican la salud también hay grados. En todo caso, los relacionados con el cáncer no son pocos. Según Granja, “se estima que de las 250 sustancias dañinas del humo del tabaco al menos 69 pueden causar cáncer”. Entre los carcinógenos conocidos más importantes del tabaco cabe citar el benceno, el formaldehído, las nitrosaminas, el alquitrán y varios metales pesados. La nicotina también puede promover el cáncer, según han revelado algunos estudios.
Cuando esas sustancias llegan a los tejidos del cuerpo humano, provocan un daño celular -muy especialmente en el ADN- que favorece la aparición de distintos tipos de tumores. Está claro que los compuestos que contiene el humo entran en contacto directo con la boca, la garganta y los pulmones al inhalar el humo del tabaco pero, ¿cómo llegan a otros órganos del cuerpo? “Esas sustancias entran en el torrente sanguíneo porque las absorbemos y las metabolizamos, y de ahí pasan a otras zonas del organismo”, explica Sam. Hay que tener en cuenta que los alvéolos pulmonares constituyen una enorme superficie de absorción y toda la sangre circulante pasa por los pulmones cada minuto.
El humo que generan los consumidores de tabaco también lo respiran quienes están a su alrededor. Es más, se calcula que el riesgo de cáncer de pulmón aumenta entre del 20 al 30% en los fumadores pasivos.
La lista de los cánceres que causa el tabaco
Estos son los cánceres que, a día de hoy, se sabe que están asociados en mayor o menor medida con el consumo de tabaco:
- Pulmón
- Laringe
- Faringe
- Nariz
- Cavidad oral (boca, labios, lengua, paladar y glándulas salivares)
- Esófago
- Estómago
- Páncreas
- Colorrectal
- Hígado
- Vía biliar
- Renal
- Vía urinaria
- Vejiga
- Mama
- Cuello de útero
- Ovario
- Leucemia mieloide aguda
¿Cuál es el riesgo de las otras formas de fumar?
La SEOM y otras entidades científicas consideran que actualmente no se pueden excluir los riesgos para la salud asociados al uso del tabaco sin combustión, los cigarrillos electrónicos y otras formas de fumar, aunque no contengan nicotina. De hecho, hay estudios científicos que han demostrado que los cigarrillos electrónicos aumentan el riesgo de enfermedades oncológicas.
Según explica Sam, “ni los calentadores de tabaco, ni los vapeadores pueden considerarse el paso intermedio para dejar de fumar porque no se ha podido demostrar que sean inocuos”. El experto reconoce que, al llevar mucho menos tiempo en el mercado que el tabaco tradicional, todavía no hay suficientes evidencias científicas sobre sus efectos cancerígenos. No obstante, ya hay algunos datos preocupantes; por ejemplo, se sabe que en el humo de los vapeadores se genera formaldehído, que es un cancerígeno conocido. También se ha comprobado que causan inflamación y otros tipos de daño en los tejidos.
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