Ángel Montiel
No hay nada mejor que tomar un agua de coco natural, y eso lo ofrecen muchos sitios costeros y pocas ciudades de Venezuela. Pero también es un buen negocio porque se le busca por sus múltiples beneficios a la salud y hasta como afrodisíaco.
A un emprendedor zuliano lo cautivó la cantidad de los innumerables beneficios para la salud porque el agua de coco contiene 78 minerales y desde entonces comenzó a levantar su negocio.
En medio de la pandemia de covid-19, sin acceso al financiamiento, en un mercado profundamente deprimido motivadas por la crisis y en medio de esas circunstancias hostiles se atrevió a desarrollar el emprendimiento y ha ido en ascenso.
José Alberto Olivares comenzó en la avenida La Limpia de Maracaibo con un pequeño local, La Realeza del Coco, frente al centro comercial Kapital, hizo énfasis en la limpieza y la pulcritud de sus productos. La higiene fue lo
fundamental.
Hoy día ya cuenta con dos locales y logra avanzar más en el negocio del coco y sus subproductos como el aceite, la leche de coco y para el uso de panaderías y reposterías.
La materia prima la traen de Mene Grande, Sinamaica, del estado Falcón, y hasta de Tucaní en el estado Mérida. Eso sí, hace falta un programa de siembra de cocoteros en Venezuela para aumentar su número, dado que ayudan a evitar la erosión de las playas, al mismo tiempo que sus frutos son ricos en vitaminas y hasta la cáscara sirve para labores de artesanía.
Aunque en diversos países como Estados Unidos se vende el agua de coco envasada que llega de países tan remotos como Tailandia o vecinos como México no hay nada mejor que aquella que se ve salir de esa deliciosa fruta a través de varios cortes.
El emprendimiento de Olivares, en Maracaibo, es un punto a favor de la conservación y un buen negocio a seguir en forma particular en Venezuela porque no hay un excedente de producción de cocos que pudiera entrar en el gran mercado internacional.
Mientras tanto, la gente en las playas disfruta de la sombra de los cocoteros y de la tranquilidad y paz que irradian porque ayudan a fomentar ese encuentro entre las parejas como hemos visto en innumerables películas.
Y en la ciudad, beber un agua de coco en forma compartida es también muchas veces un acto de acercamiento que da paso a la atracción. Y aunque no tenga comprobado los efectos afrodisíacos es un vehículo para el cariño, para el amor, para el encuentro fraterno. El agua de coco es un buen emprendimiento y José Luis Olivares apostó
y ganó en Maracaibo, una ciudad que en épocas remotas estaba rodeada de
cocoteros.
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El Pepazo