Manuel Paredes
Los yukpas constituyen noticia en el Zulia y en Venezuela por las protestas que han desarrollado en estas semanas, lo cual ha desatado una serie de posturas que van desde el racismo descarnado, las acusaciones tradicionales de que su conducta obedece a la orientación del Foro de Sao Paulo, además de las posturas de la Licenciatura de Antropologia de la Universidad del Zulia solidarizándose con su lucha. La misma tiene su origen en la defensa de sus tierras y de la atención por parte del Estado a sus exigencias y a los derechos consagrados en la Constitución Nacional, en el Convenio 169 de la OIT y en la Ley de los pueblos y comunidades Indígenas,
Reconozco que no soy especialista en materia indígena, no soy antropólogo ni sociólogo, aunque por ser descendiente de padres del paramo andino, tengo sangre timotocuica, descendientes de los chibchas, población indígena que fue arrasada en su cultura y lengua, quedando pocos vestigios de la misma, por lo que me parece pertinente opinar sobre este tema. Incluso, mucha gente en el país, no me asocia por mis rasgos físicos, con los indios venezolanos sino con los chinos o asiáticos en general, porque desconoce que en muchas regiones del país persisten esas fisonomías indígenas como en Mérida, Barinas, Táchira, Tujillo, Lara, Yaracuy, Guárico, Anzoátegui, Monagas, Bolívar, Apure. Vergüenza étnica lo llaman el no reconocer nuestra descendencia indígena venezolana.
Históricamente, en Venezuela, a pesar de la persecución y arrase de los pueblos indígenas, muchos se mantuvieron en espacios y territorios con su descendencia. En el caso del Zulia se mantienen los wayuu denominados guajiros, los más numerosos; que ocupan su propio territorio desde Colombia hasta llegar a Maracaibo, pasando por la Península de la Guajira, los municipios Guajira, Mara, Insular Padilla y con asentamientos en los municipios Jesús Enrique Lossada, Machiques de Perija, Colon y con presencia en ls zona panamericana en los Estados Zulia, Mérida y Trujillo.
Quedando también la población añu o parajauna en la Laguna de Sinamaica y con presencia en las riberas del Lago de Maracaibo, específicamente en la zona de Santa Rosa de Agua con sus típicos palafitos, quienes también han perdido su lengua aunque en proceso de recuperarla.
Por su parte, los japreira se ubicaron en los límites entre la Sierra de Perija y el Municipio Jesús E, Lossada, de los cuales quedan pocos habitantes. En la sierra de Perija se asentaron los yukpas y los Bari, estos últimos se extendieron hacia el municipio Jesús María Semprun del estado Zulia, son descendientes de los chibchas y
no de los caribes como las otras etnias.
El asunto, es que estas etnias perdieron en el caso de la Sierra de Perija, sus territorios, razón por la cual libraron una histórica lucha por la recuperación los mismos que los llevo a un enfrentamiento con los ganaderos quienes construyeron sus haciendas dando lugar a prácticas de abigeato y toma de fincas por parte de estas comunidades indígenas que derivaron en un serio conflicto entre los ganaderos y los yukpas.
En esta lucha se destaco el cacique Sabino Romero, quien constantemente era detenido por la Guardia Nacional. Situación que con la llegada de los profesores y estudiantes universitarios de la Facultad de Ciencias de la Universidad del Zulia, sus cursos de derechos humanos y la movilización organizada de los líderes indígenas, puso final a esas arbitrarias detenciones.
Esta lucha tuvo un desarrollo en la década de los 90, es así como en 1997 tras movilizaciones y reuniones, el Gobierno de Rafael Caldera aceptó, a través de un consenso entre los organismos del gobierno y los caciques indígenas Barí y Yukpa, el pago de las bienhechurías de las haciendas solicitadas de ambos pueblos indígenas6.
Con anterioridad, a través del IAN siguiendo la Ley de Reforma Agraria de 1961 se comenzaron a pagar las haciendas como el Trébol, los Chorros, entre otras y entregadas en títulos colectivos a las comunidades Yukpa Toromo y Tinacoa; posteriormente, en 1999 llegó a la presidencia de la República de Venezuela, Hugo Chávez, paró el proceso de adquisición de haciendas para los indígenas. A partir de que la Constitución propone,
en su artículo 119, la demarcación de las tierras de los indígenas, se constituyó una comisión nacional de tierra, con representantes del Estado y presencia de poblaciones indígenas, y la entrega de títulos de propiedad colectiva de hábitat y tierras indígenas, respetando los derechos de terceros (como hacendados, madereros y mineros) y la los derechos del Estado del subsuelo.
Esta situación generó un descontento generalizado en todos los pueblos y comunidades indígenas del país porque se sintieron defraudados. Algunos líderes afectos al gobierno fueron desmovilizados como la etnia indígena Barí, que cinco años después aceptaron un título de propiedad colectiva de tierra donde perdían todas las tierras planas que del 1910- 1970 les despojaron empresas petroleras y ganaderos, y que durante décadas
habían luchado.
Al sentirse engañados por el régimen, el pueblo yukpa, ante el retraso del proceso de demarcación de tierras indígenas, los líderes de las comunidades comenzaron por doquier a tomar por cuenta propia los potreros de hacienda y a fundar comunidades como Karnapa en la hacienda El Capitán en el río Apón por los líderes Efraín Romero, Melecio Romero y Jaime Rincón; Koropo y Yuchubirí en el río Negro por Segundo y Trino Romero; Neremu en el Yaza por Jesús Salvador Terán y Koruval por Arístides Maikishi y José Herrera en el río Tukuko.
Esta situación afectó los intereses de los sectores ganaderos y derivó en una crítica total hacia esta lucha por parte de los medios de comunicación, Posteriormente, al iniciarse el proceso de demarcación en 2004 comenzaron las contradicciones entre los líderes indígenas y el Gobierno. El Ejecutivo consideraba que no se iría a entregar títulos de tierras de haciendas y las comunidades indígenas exigían el pago de las bienhechurías
de las haciendas y entregarlas en títulos colectivos y no así compartir su territorio con otros actores como los ganaderos a quienes los veían como avasalladores del territorio yukpa.
Sin embargo hay que hacer notar, que a mi modo de ver, se planteó de forma equivocada una visión de limpieza étnica por parte de los yukpas, porque en esos territorios también se encontraban otras comunidades indígenas como los wayuu y los bari. Los yukpas planteaban como lo expresó en su momento el cacique Sabino Romero
“No queremos terceros adentro del (territorio) Yukpa”. (Entrevista hecha por Aporrea en Caracas en el año 2012).
Dadas las diferencias, se paralizó el proceso de demarcación de tierra. En ese momento Sabino Romero encabezó la recuperación de sus tierras con las tomas de haciendas de la cuenca del río Yaza, que lo llevo a enfrentamientos y a punto de guerra con los wayuu en la sierra de Perija por esa posición de desconocer a los otros habitantes de esas tierras, lo que se aprovecho de inmediato para que se diera un proceso de
criminalización por parte de la Asociación de Ganaderos de Machiques (Gadema) y de
varios medios de comunicación.
Toda esa criminalización de la lucha de Sabino Romero, marcó su asesinato en el que se asegura por diversos sectores que participaron sicarios de los ganaderos de la policía municipal de Machiques bajo la dirección de un alcalde chavista, siendo condenado por este hecho a 30 años de cárcel Ángel Romero Bracho, responsable de la muerte del cacique y dirigente indígena Sabino Romero Izarra , hecho ocurrido el 03 de marzo del
2013, en el sector el Tokuko y condenados otras cinco personas mas a 7 años por este
asesinato.
Esta situación de confrontación no ha variado mucho y es la causa de la protesta de las comunidades yukpas, a pesar de que el Estado se ha hecho presente por medio del Ministro de Relaciones Interiores y de Justicia Remigio Ceballos y se les ha otorgado algunas concesiones, no obvia que se les ha reprimido, confiscado sus artesanías y se les niega el paso para ir a protestar a Caracas, lo que ha derivado en protestas que han
afectado a la comunidad zuliana, puesto que el régimen al cerrar el Puente Sobre el Lago para que no salgan de Maracaibo los yukpas ocasiona que las colas en varias ocasiones las personas tengan que pasar 7 horas esperando que se abra el paso, lo que genera un profundo malestar y se dé rienda suelta a las posturas racistas y
discriminatorias hacia esta población indígena.
En general esta conducta del régimen echa por tierra su discurso de defensa de los pueblos originarios y muestra su carácter represivo y demagogo, al reprimirlos y luego presentarse como garantes de sus derechos con un ministerio de pueblos indígenas que no ha resuelto los graves problemas de abandono y de miseria en que se encuentran.
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