León Magno Montiel
@leonmagnom
El hombre entró al restaurant que recién abría. Era obeso moderado, de mediana edad, silencioso, cabello cano y crespo, trajeado con la formalidad de un ejecutivo. Pidió su desayuno y empezó a degustarlo, en solitario. El local de nombre “TropiBurger”, una cadena de comida rápida adornada con simulación de palmeras, ubicada al final del bulevar 5 de julio. Los empleados del restaurant observaron sorprendidos cuando el individuo se desplomó sobre su bandeja de comida, cayó fulminado por un infarto, cerca de las 9:00 de la mañana.
Era 21 de junio de 1982, quien moría esa mañana, era Luis Ferrer, el poeta más importante de la gaita, el bardo que más le cantó al lago Coquivacoa.
El poeta Luis Alberto Ferrer Meleán nació el 15 de diciembre de 1936, en el sector Belloso de Maracaibo. Hijo de Alberto Ferrer en doña Raquel Meleán. Desde niño mostró su pasión por el vuelo, las aeronaves y la música. Muy temprano aprendió a ejecutar el cuatro. Siempre soñó con ser técnico aeronáutico, especializarse en el mantenimiento de naves de guerra.
En los años 60 comenzó el adiestramiento como perito ajustador de seguros, eso constituyó su modus vivendi. Poseía agudos perceptores y una elevada intuición. Ese apresto propició que fuese un celebrado experto ajustador de siniestros, muy competente.
Pero la llama de la poesía se avivaba en su alma, comenzó a componer gaitas, utilizando hermosas metáforas, versificaciones poco usuales, símiles con una gran carga lírica, que acompañaba con melodías inusitadas.
Su primera agrupación gaitera fue Los Sabrosos, donde conoció a Ricardo Aguirre, el gran cantante, tres años menor que él. Más tarde participaría Bolita Ríos en ese conjunto. En 1962 participó en la fundación de Cardenales del Éxito, divisa que tuvo un lugar muy especial en sus afectos. En 1963 compuso junto a Rixio Aguirre “Golpe tradicional” para la voz de Ricardo Aguirre. Luego sonó en todo el país con su tema “Gaiteros” y “Doce campanadas” interpretados por el elegante barítono José Tineo: la voz oriental de la gaita.
Buscando un mejor escenario para desarrollar su potencial artístico, crea el Conjunto Maravilla, allí llega a grabar como cantautor en 1965 “Prenda zuliana” y es el compositor de la totalidad de los temas de esa temporada. Con la gaita “Pabellón zuliano” cantada por Edgar Álvarez, en 1967, logra notoriedad artística, comienza a ser respetado como creador, cuando Luis apenas contaba 30 años de edad.
Su estilo para componer al principio era muy tradicional, apegado a los cánones de la sencillez aprendida de los abuelos gaiteros. Pero a partir de su ingreso en Rincón Morales en 1966, comenzó a escribir sus gaitas con un introito recitado (pequeño poema introductorio) con tres o cuatro versos y el estribillo con profusas metáforas:
Intro (recitado)
“Qué por qué te canto y quiero
me pregunta el mundo,
porque te quiero tanto
al mundo respondo
Porque tú eres lira del cantar fecundo,
porque tú eres mi canto más hondo,
porque tú eres…”
(Retazos del Catatumbo, 1972)
Así nacen sus temas inmortales “Remodelación” (1969), “Añoranza” (1970), “Acuarela lacustre” (1971):
“Bajo la noche estrellada
y el Catatumbo de fondo
en el horizonte hondo
brilla tu luna plateada,
el agua besa la orilla
preña de espuma y de amor
hay que ver el esplendor
de mi tierra maravilla
y es de madre tu calor
mi tierra del sol amada”
(Acuarela lacustre, 1971)
En ese ciclo creativo con “El Coloso de Cantares”, Rincón Morales, su principal intérprete fue Enrique Gotera, su amigo entrañable. También le grabaron temas Betty Alvarado, Humberto “Mamaota” Rodríguez y Fernando Rincón, quien tuvo el privilegio de cantar “Tierra Madre” que en 1977 fue elegida “Gaita del año” con los máximos honores:
“Sonrojó la tarde en celos
al ver mi tierra tan bella
que quiso montar querellas
vistiendo policromías.
Mi tierra que sonreía
queriendo calmar su enojo
y con cardos y abrojos
un ramillete de estrellas
y con ellas bordó el cielo”
A raíz de la división de Rincón Morales en 1974, surge la agrupación Los Fabulosos, liderada por Enrique Gotera, por ello adoptan ese nombre, derivado del seudónimo “El fabuloso de la gaita” que endosaban a su líder vocal. A esa agrupación le da importantes temas: “Genio y señor” (1975) y “Cuatro cuerdas de oro” (1975).
La pulsión creativa que movió la vida de Luis Ferrer, la manifestó a través de tres pasiones: La música, la pintura y el amor a la fiesta brava, el ritual ancestral del hombre frente a la bestia. Lo seducían las tardes de toros, al igual que al pintor Paco Hung y al poeta César David Rincón, lo atrapaba ese espectáculo. Amaba la fiesta de sangre y arena. A ese motivo le compuso “Fiesta brava” en 1968 y “Sueños toreros” en 1972, ambas para la voz de Goterita; y en 1977 “Gloria torera”, que interpretó Fernando Rincón. Los tres temas fueron grabados por la agrupación Rincón Morales.
Luego de su repentina muerte, su viuda Amarilis de Ferrer reveló que su esposo dejó una pinacoteca personal con 20 cuadros, una veintena de lienzos donde trazó su visión idílica. Son óleos y acuarelas donde intentó ilustrar su prodigiosa musa.
En 1981, exactamente un año antes de su muerte, Luis compuso una gaita protesta de profundo contenido reivindicativo, la tituló “Dos fronteras” para dar respuesta contundente y valiente al robo del territorio nacional. Esa gaita fue grabada por Astolfo Romero con La Universidad de la Gaita, una versión magistral. En simultáneo la grabó Nerio Ríos con Cardenales del Éxito, quien le había grabado en 1973 “Lago Ideal” convirtiéndose en su gran clásico:
“Ni un pedazo más de tierra
daremos a otra nación
me abro en dos el corazón
para que en sangre se escriba:
si no luchan los de arriba
pelearemos los de abajo
y si hay que hacer una guerra
la guerra haremos carajo”
Otra gaita protesta que compuso con mucho tino, fue “Rebelión” en la temporada 1970 con Rincón Morales, tema que vocalizó Venancio Fernández y cuya difusión fue prohibida en las emisoras de todo el país por el gobierno de Rafael Caldera, argumentando que el tema invitaba a los zulianos a rebelarse contra el gobierno centralista.
Luis Alberto Ferrer era un hombre de fe, creyente, sentía devoción por los misterios marianos. Esa fe la plasmó en la gaita “Chiquinquireña” que le grabó Enrique Gotera con La Gran Montonera en 1978:
“No pierdo las esperanzas
de vivir siempre a tu lado
y cual tierno enamorado
adorarte ciegamente.
Se me antoja de repente
de que me siento celoso
y al ver rebozar tu gozo
se me pasa nuevamente,
dilecta, hermosa y divina;
preciosa madre de Dios
como yo te quiero a vos
nadie te quiere mi China”
En el segundo verso de esa gaita, Ferrer Meleán nos relata uno de sus encuentros místicos con la Virgen Morena, cuando en la paz del templo se siente conectado a ella, con su lumínica mirada:
“Cuando yo voy a misa
me coloco de manera
de que la luz mañanera
ilumine tu sonrisa,
y se satura la brisa
de un perfume indefinible
pone mi alma tan sensible
que me siento como un niño.
Hay veces que desespero
al no encontrar tu mirada
y al volver a ver tu cara
me sonríes con cariño”
Si la pasión es lo que se padece sin poder evitarlo, y el alma somete al cuerpo; como afirmaron los filósofos clásicos, Luis Ferrer fue un hombre apasionado, enamorado de su ciudad, del lago y sus acuarelas, de la madre celestial, de su amada Amarilis:
“Tendió su mano Dios
tu rostro acarició,
sorprendida en la caricia
bella sonrisa brotó de amor.
Con tu cuerpo formó
la Venus incomparable
la ternura más deseable
de amante y de madre te dio”
(Tu eterno amante, 1979).
El vivir con esa pasión constante, lo llevó a crear gaitas hermosas, con nuevas estructuras literarias, que lo consagraron como el poeta más importante del género.
Luis Ferrer, cual ceibote frondoso, plantado frente al lago, lanzó a volar sus semillas para que germinen en suelos propicios.
El 22 de junio de 1982, cuando apenas tenía 45 años de edad, el pueblo llevó en hombros al poeta de las acuarelas a su morada final, para habitar en lo profundo de su tierra madre.
Luis, ahora descansa “de su eterno caminar, de darle vueltas al mundo”. Mientras, sus gaitas siguen girando, sembrado renovadas pasiones y germinando.
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