León Magno Montiel
@leonmagnom
Desde los tiempos más remotos, los agrónomos han sido tratados como seres privilegiados, han gozado de un gran prestigio, han sido bien considerados por sus pueblos o sociedades.
Los egipcios los trataban como seres sagrados, pues estos atendían las cosechas en las riberas del Nilo.
Los griegos le daban el más alto escalafón social, los romanos los colocaban en lugares jerárquicos. En nuestra cultura indoamericana, las cosechas eran lo más preciado, los hombres del maíz eran muy importantes. El agrónomo, al igual que el compositor, son los hombres que más se parecen a Dios en su don de dar vida; hacen florecer el campo y hacen brotar el arte sonoro.
De sus manos nacen los alimentos, de igual forma; de sus mentes nacen los sueños y la poesía que nos hacen la vida más plácida.
Un hombre que ha sabido conjugar esos dones es Mario Viloria, por ser un gran ingeniero agrónomo y un admirado compositor. Su vida la ha dedicado al campo, a los desarrollos rurales, y en paralelo, a la música y la poesía habitual. Nació en Ciudad Ojeda el 10 de octubre de 1946, desde niño hizo música, fue un muchacho que amaba la gaita.
Su gran inteligencia lo llevó a buscar el saber y los estudios, estuvo en el liceo Udón Pérez, luego en la Universidad del Zulia, de donde egresó en 1960 como Ingeniero Agrónomo con honores.
Viloria fue el primer director del Conjunto Estudiantil Los Guacos del Zulia en 1964. Sus gaitas fueron los primeros éxitos de la agrupación:
“Los huecos”, “La Reforma”, “La droga”.
Los pioneros guaqueros fueron Odo Nerio Ocando, Edgar Reyes, Carlos Clavel, Néstor Rada, Hugo Fernández, Alberto Finol y Alfonso “Pompo” Aguado.
La divisa fue creada en la urbanización Sucre de la capital zuliana.
Los padres de Mario Ricardo fueron Luis Enrique Viloria, nativo de la Cañada de Urdaneta, y Julia Aurora Ocando, oriunda de Perijá. De ellos heredó su amor por el campo, la labranza, las cosechas y los sistemas de riego.
Mario logró una página de oro en la gaita, pero también ha destacado en la composición con temas en tiempo de danza y de vals, como “Nocturnal Marabino” tema con el que ganó el III Festival de Compositores Zulianos en noviembre de 1968. La interpretó originalmente Héctor Lazarde con el arreglo musical del maestro Armando González.
Años después, “Nocturnal Marabino” se hizo célebre en la voz de Tino Rodríguez:
“Relámpago nocturno
que alumbra las calles
de mi festiva ciudad
el lago y su ribera
comienzan a brillar.
La luz del Catatumbo
que ha traído al Zulia
mensaje de paz
hoy todo es alegría
todo es felicidad.
Se ven los trovadores
cantando primores
de mi hermoso lar
la danza y contradanza
comienzan a sonar
y bajo los faroles
cantan la serenata
que es la expresión más grata
de aquel que sabe amar”.
En 1967, el Conjunto Estudiantil Los Guacos del Zulia tuvo un receso, no salió esa temporada. Entonces Mario Viloria junto a Gustavo Aguado, quienes eran unos jóvenes de 21 y 18 años respectivamente, decidieron formar parte de la agrupación Estrellas del Zulia.
Esa temporada el binomio de autor-cantor (Viloria-Aguado) lograron un éxito inmortal con la gaita “Piedad”:
“Pedimos piedad
porque se nos olvidaba
cantarle a la china amada
patrona de mi ciudad
cuando es pureza y bondad
madre santa y milagrosa
perdónanos poderosa
Virgen de Chiquinquirá”.
Sobre su ejercicio profesional como ingeniero agrónomo Mario Viloria, él me comentó en una entrevista:
“Me gradué como Ingeniero Agrónomo en marzo de 1976, en la Facultad de Agronomía de la ilustre Universidad del Zulia. Trabajé en mis inicios en el Ministerio de Agricultura y Cría en el estado Aragua. Luego vine al Zulia, estuve en el Instituto Agrario Nacional.
Fui a Caracas para desempeñarme como gerente en el Fondo de Crédito Agropecuario y de la Aseguradora Agrícola Nacional.
En 1991 me dediqué a la actividad privada, sobre todo en el rubro de café, área que me fascina dentro de la vida agrícola”.
La familia ocupa un lugar primordial en el mundo afectivo de Mario Viloria, esta es el eje de su gravitar en la tierra. Su esposa es Marina Luzardo, con quien lleva casi cinco décadas de placentera unión. Tienen cinco hijas: Julia Marina, Magaly Beatriz, María Isabel, Flor Marina y Marioxy Carolina.
Cuando cada una cumplió los 15 años, el regalo del padre fue componerle una canción. Tiene tres hermosos nietos: Mario Alonso, el causante de su llegada a los Estados Unidos de Norte América hace 16 años. Además, Julia Aurora y Valentina.
Grandes cantantes han interpretado sus temas: Ricardo Aguirre le grabó “Decreto papal” en 1969, eso fue poco antes de morir El Monumental de la gaita:
“Cómo es posible que el Papa
le quite la sanidad
a quien esta sociedad
con tanta fe ha venerado
y sin patrona ha dejado
parroquias de la ciudad”.
Gustavo Aguado ha sido su intérprete favorito, ellos conforman un gran binomio artístico y afectivo, los une un amor filial. Así quedó demostrado en el álbum “Guaco, sin peligro de extinción”, publicado a finales de 2018, donde están insertos varios temas de esa dupla exitosa.
Gustavo Adolfo en el introito del mosaico de gaitas en su honor, dice:” Recordando a Mario Viloria, puro dolor”.
El tenor Betulio Medina le grabó varias composiciones con su Maracaibo 15 en la ciudad de Caracas, ellos mantienen una sólida amistad.
Ricardo Cepeda cantó una soberbia gaita titulada “Hermano”, en 2015, dedicada a la diáspora venezolana:
“Ustedes no tienen idea
como se extraña un hermano
estrechando mano a mano
hemos pasado la vida,
pero el tiempo nos castiga
y a veces es traicionero;
yo vivo en el extranjero
y él en mi patria querida”.
Se hizo viral un vídeo donde Ricardo Cepeda llama al escenario a Mario, y canta junto a él una de sus composiciones. El evento sucedió en la ciudad de Orlando, La Florida, en los EEUU, en noviembre de 2018.
El 10 de mayo de 2003, Mario Viloria llegó a la ciudad de Orlando, al norte de La Florida, en los EEUU, para asistir al nacimiento de su nieto, y allí se quedó y echó raíces. Sigue muy activo grabando su obra, creando y recreando sus temas, incluso ha compuesto temas dedicados a sus mascotas.
Y además regenta una casa para personas de la tercera edad, como mucho acierto. El avezado autor confiesa que se siente orgulloso por el alcance mundial que ha logrado Guaco, su agrupación más querida, la que dirigió hace seis décadas, él está en su génesis.
Su musa sigue siendo azuzada por la nostalgia que le provoca su patria, el desarraigo, los recurrentes sueños con su infancia, las añoranzas de la Maracaibo nocturna, el anhelo de ver a sus viejos amigos, los que la distancia ha separado, o los que se marcharon para siempre.
Un poeta que mira con amor el campo, un hombre que hace germinar la música y la tierra, ese es Mario Ricardo Viloria Ocando, un guaquero pionero, un creador inmortal.
El Pepazo