Thaischi Molina
Mi mundo se divide en dos;
aún no puedo traspasar las altas murallas
que me impiden ver más allá de los deseos.
Solo puedo escuchar el aleteo de muchas aves
y recuerdo las copas de los árboles llenos de ellos.
Ese mundo gris que empaña mi soledad
va acompañado del éxtasis del sufrimiento por no tener ya lágrimas,
las cuales han huido a través de surcos, que recorren un largo camino
terminando en un pozo sin fin
donde no hay fronteras
ni pensamiento que haga escribir la última escena de mi vida.
comienza el sonido del silencio interno;
me dice: todo está bien, que todo pasará
y que la luz estará al final del túnel.
Ansiosamente espero el tiempo de Dios
aferrándome a la fe y a la esperanza que mueve mi ser.
Mi mundo después de las murallas,
se consume y anhela estrechar tus manos
que en algún momento olvide en este mar negro de angustias.
He lanzado un ancla en mis memorias
pero no lo puedo sostener, la brecha
que se abre se hace más distante
y se me olvidó como se quiere,
como se extraña a quien nunca posó en el valle de mis recuerdos.
Al sentarme en el mismo lugar de siempre,
imagino y dibujo las escenas de mi vida
y pongo color y esperanzas a la gran pared
con la ventana hecha de barrotes
y logro borrarlos con pedazos de mi noble corazón
para ver el sendero de la vida
y seguir pregonando un mundo mejor.
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El Pepazo