Luis Alfredo Garavito estaba en la cárcel de Valledupar y tenía un cáncer que lo llevó a perder parte de un ojo. Asesinó y violó a 194 niños, niñas y adolescentes aproximadamente
Luis Alfredo Garativo, el peor asesino serial en la historia de Colombia, murió en un hospital de Valledupar, Cesar, en la tarde de este jueves 12 de octubre, según informó el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec).
Este hombre estaba condenado a 40 años de cárcel por múltiples violaciones cerca de 142 a 194 niños, niñas y adolescentes, específicamente por los delitos de acto sexual violento, homicidio, acceso carnal violento, secuestro simple e incendio culposo.
Garavito permanecía recluido en la cárcel de máxima seguridad La Tramacúa, en la cual viven personas que cumplen varias penas, entre ellas las relacionadas a delitos sexuales. Al complejo carcelario había entrado el 12 de septiembre del año 2002, luego de que fue capturado el 4 de abril de 1999.
Luis Alfredo Garavito, condenado por violar a menores de edad. Foto: Testigo Directo Editorial
En efecto, ‘El monstruo de Génova’ o ‘la Bestia’, como lo apodaron en su momento, llevaba preso 24 años por 77 condenas que acumuló, que lo llevaron a ser sentenciado a 40 años.
Debido a sus múltiples complicaciones de salud, que tenían de por medio un cáncer que lo llevó a perder parte del ojo izquierdo, tuvieron que trasladarlo de urgencia en la mañana de este jueves a la Clínica nueva Santo Tomás del Caribe, en la cual fue el guardia que lo cuidadaba el que pasó el reporte de la muerte.
Luis Alfredo Garavito estaba preso desde 2002 y desde hacia varios años padecía leucemia. Por el cáncer perdió el ojo izquierdo. Foto: Cortesía Testigo Directo Editorial
El cáncer se lo habían diagnosticado hace más de tres años, cuando le llegó un reporte de leucemia linfática crónica. De ese dictamen hacia acá, de acuerdo con fuentes de la cárcel La Tramacúa consultadas por EL TIEMPO, la postura de Luis Alfredo Garavito fue firmar desestimentos para no salir de su celda hacia centros médicos.
La razón de esa negativa frecuente es que el violador, oriundo de Génova, Quindío, temía por su seguridad, en específico, por lo que le pudiera pasar si lo veían por fuera de su celda, en la cual permanecía solo al tratarse de un interno de alto calibre.
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El Pepazo/El Tiempo