El conjunto angelino no conoce la victoria y sus problemas siguen vinculados a una configuración errónea de plantilla
Hay un problema con Los Ángeles Lakers. Varios, a decir verdad. Pero el principal es que su arranque de año, demostrado con el ‘day 2’ del derbi angelino (103-97 ante los Clippers), va camino de ser un desastre previsible. Algo triste, por la parte de lo esperado, y que señala una crisis identitaria en la franquicia que cambió la historia del baloncesto. No hay rumbo, o el que está marcado no es suficiente. Y eso que solo han jugado dos partidos…
Porque una cosa es ganar partidos por talento y otra el rumbo del equipo. El talento existe y si todo sigue un cauce normal el récord debería ser positivo. Más allá está la incógnita de cómo llegar al lugar al que tanto gerencia como estrellas quieren optar: la joyería. Pero la plantilla ni el estilo indican que se pueda seguir hacia esa dirección. Y es ahí dónde reside el desastre angelino.
Estrellas sin ‘estrella’
O bien por no conseguir cuadrar el traspaso o bien decisión de Pellinka, Buss o el propio LeBron James, los Lakers apostaron, un curso más, por sus tres estrellas: ‘el Rey’, Westbrook y Davis. Con promesas de centrar su ataque en el interior y tener a ‘Russ’ partiendo desde el banquillo. Sobre la cancha, nada ha funcionado.
Con los datos en la mano, cuando un jugador como Russell Westbrook cierra el partido ante los Clippers con 2 puntos, 0/11 en tiros de campo y 0/6 en triples hay un problema. Cuando ese jugador estaba cerca de salir a cambio de una primera ronda más, también lo tiene la franquicia. Es sintomático y resume cómo los Lakers no son una plantilla configurada para ganar la NBA. Westbrook, su selección de tiro y dirección condicionan todo. También a sus otras estrellas.
LeBron James sigue en plena forma, pero no encuentra a opciones viables que vayan más allá de Davis. El ataque es siempre similar. Empiezan a cortar a canasta, paran la jugada y alguna de las estrellas que está en la bombilla genera por sí mismo. El resultado es una eficiencia nula, forzando triples imposibles y terminando con dos registros lamentables: 10/40 ante los Warriors y 9/45 ante los Clippers.
Una plantilla con deficiencias
Las estrellas pueden acaparar y generar, pero los equipos son tal por la esencia que hay detrás. En los Warriors es el ritmo, en los Bucks fichajes criticados pero versátiles -especialmente en defensa- y en los Lakers eso no existe. Un banquillo sin referente, que espera a Schröder como agua de mayo y que con los Swider, Reaves o Ryan no tienen consistencia para ganar. Tiran, pero no son élite. No hay apenas físico. Y eso repercute en los minutos de refresco.
Esas deficiencias tienen un clavo más cuando se conocían desde la pretemporada. El desastre o amago de desastre era previsible. Faltaba amenaza perimetral, faltaba algo que diese un rumbo a las estrellas.. Y no se trabajó por ello. Hay quién dice que fue para no molestar a LeBron y permitir a Pellinka que trabaje en dos años. Otros señalan directamente a una dirección que vuelve a quedar dañada.
El Pepazo/Marca