De Caracas a Maratón hay un largo trecho…Un adiós y el recuerdo imperecedero del icónico periodista Nelson González, quien dejó un vacío en la literatura deportiva.
Luis Carlucho Martín
Caracas, como toda metrópolis, de tradición histórica quizá épica, tuvo –y tiene– su propio Maratón. Pero no es la tradicional prueba de largo aliento. No hay que correr los exigentes 42 kilómetros 195 metros que supone el término griego. Se trata de la única revista especializada en atletismo. Ideada, diseñada, escrita, editada, corregida, comercializada, distribuida, vendida, fiada y muchas veces regalada, por su padre gestor, pitoniso del periodismo deportivo venezolano, Nelson González Mota, quien este 13 de junio de 2020 cruzó la meta trazada en sus recién cumplidos 77 años el pasado 19 de mayo.
“I: Yo soy el que canta solo/ hasta hacer dúo con la muerte/ Tengo el mapa exacto del camino a la gloria/ pero el demonio es mi amante/ Yo soy el que olvida/ las promesas hechas sin fe, sin fanatismo/ sin temor a Dios/ Yo tengo la certeza de que mi próximo visitante/ será la muerte…
II: …soy un cadáver otra vez/ no es mi epitafio:/apenas muero…/…yo no quiero morir/los latidos son breves/ y prometen un final tétrico/ de tragedia griega/ pero siempre vence alguien/ que escapa con los trofeos/ con el oro/ no lo alcanzan las flechas/ me sorprendió el Demonio/ arrodillado ante Dios/ ¡qué vergüenza!…”
Así escribió antes de cumplir sus fatídicos 16 años su hijo Daniel González Díaz en Lágrimas a latigazos, incluido en el impactante poemario Sobre la tierra más solitaria, cuyo preludio de temprana despedida marcó silenciosamente la cotidianidad de Nelson, quien en confianza, entre nos, lo refería en constante introspección hacia tan incómodo tema que sorteaba con un brindis imaginario, o real, entonando emocionado y con la vista nublada sus tangos preferidos Tomo y Obligo o Amores de Estudiantes…
Esta vez no pudo escabullirse. A pesar de dedicación al alto rendimiento, desde su noble oficio y como corredor callejero –porque correr y hacer periodismo para él eran sinónimo de vivir– se desplomó “sin callo y descalzo”, como los personajes con los que fabricó historias para estimular la práctica seria y sistemática de uno de sus más apasionantes vicios, el atletismo, lei motiv de la caraqueña Maratón, que en octubre cumpliría 34 años, con una sola interrupción en los últimos dos años…
¿Quién llevará ahora sus riendas? ¿Quién le dará continuidad a la supervivencia de Maratón?
Deporte, cultura y periodismo
Ashley Meyer, periodista, pareja durante los últimos 23 años de la vida de Nelson González y al parecer el relevo oficial para mantener viva a Maratón, coincide con Andrés Papote Aguilar, quizá el mejor amigo y hermano de ese apóstol del periodismo romántico, en que una de sus máximas facetas fue la fusión del periodismo con la historia y la cultura.
Nelson fundó la revista Maratón en 1987 –no para tener un medio de comunicación propio–, con la convicción de darle voz al protagonista del hecho deportivo, el atleta, “que desde siempre contó únicamente con tres destrezas innatas: correr, lanzar y saltar, la base de todas las disciplinas”.
Julio Barazarte, periodista deportivo, cómplice de la abultada trayectoria del director de Maratón, también exalta sus raíces culturales y coincide en que la hermana mayor de Nelson, Lourdes, lo encauzó hacia la ópera y la música selecta.
Los profesores John Muñoz y Ángel Zurdo Flores destacan su constancia y terquedad en afán de lograr sus objetivos; “por lo que su ejemplo quedará marcado en el periodismo deportivo por siempre”, agregó Manuel Pirata Fagúndez, otro socio de la revista, que se ganó el Premio Nacional de Periodismo en 2005.
Nelson, revolucionario de convicción –estuvo dos veces en prisión a causa de su militancia guerrillera y hoy lo lloran sus camaradas Gallinazo, Yaracal y Vargas Medina–, cultivó también su afición por el tango así como por la lectura, y el destino se confabuló porque junto a su primera pareja, Raquel, mujer de letras, forjó un hogar que dio luz al tempranamente malogrado poeta Daniel, a Salvador y David…hijos ejemplares.
Además es tío del máximo –pionero– triatleta del país y primer olímpico en esa disciplina, Gilberto González, de quien siempre Nelson se mostró orgulloso. Con la diafanidad como bandera en sus días de infancia en El Conde –centro caraqueño–, reforzó sus principios en la Juventud Comunista. Paralelamente, bajo la tutela del popular Paraulata, Carlos Julio Villamizar, descubrió su apego al deporte.
Todos destacan el papel principal de su madre Margot, una mujer echada pa’lante, que levantó a la familia vendiendo ropa…
Historia y competencia
Su hijo David y su sobrino Andresito están convencidos de que el nuevo récord nacional de Yulimar Rojas (6,88 mts en España) justo el día de la muerte de Nelson, es un regalo del destino. “La fecha será recordada por cosas buenas para el país”.
Para Nelson, Maratón fue ir más allá. Trascender la competencia: comprender la historia de Filípides y su travesía de 250 kilómetros entre Atenas y Maratón para anunciar la victoria griega sobre los persas en aquellos siglos iniciales de la humanidad.
Contaba entusiasta Nelson que el histórico corredor –cuyo nombre se traduce como “el que fue a pie”–, al cumplir el trabado recorrido, narrado en épicas páginas de Heródoto y Plutarco, anunció: “¡Alegraos, vencimos!” y cayó fulminado por el sobrehumano esfuerzo.
Como Filípides, cayó Nelson, andado su magnánimo recorrido en el que publicó, contra viento y marea, casi 200 ediciones de su hija predilecta, Maratón… ¿Qué será de ella y de la tradicional Carrera de las Cervezas de los 31 de diciembre?…
“Cuando el atleta salta a la palestra, la multitud cual mar embravecida ruge en las graderías tal como hierve la sangre entre sus venas y el músculo se tensa para el esfuerzo máximo; pero él –señalado para los laureles–, ya no está allí ni escucha porque su alma se ha disparado hacia el infinito”. Cantó, adelantado a las épocas el cronista Píndaro sobre Nelson Maratón, quien cerró así todos sus editoriales…
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