Rodolfo Reyes, sobrino del poeta, asegura que en el caso de la muerte de su tío hubo intervención de terceros. El miércoles 15 de febrero se sabrá con certeza lo que pasó con Neruda. Once largos años de investigación llegan a su fin. El mundo conocerá las conclusiones de las experticias científicas sobre el fallecimiento del gran poeta chileno.
Egdo Lameda.-
Corresponsal en Chile
«Yo veo, solo, a veces, ataúdes a vela zarpar con difuntos pálidos, con mujeres de trenzas muertas, con panaderos blancos como ángeles, con niñas pensativas casadas con notarios, ataúdes subiendo el río vertical de los muertos, el río morado, hacia arriba, con las velas hinchadas por el sonido de la muerte, hinchadas por el sonido silencioso de la muerte»
Así llegó a percibir la muerte el gran poeta chileno Pablo Neruda. De este lado, en el mundo de los vivos, donde hay espacio para inspirarse y contemplar ese momento, que nadie sueña, que nadie quiere ver como protagonista, desde un ataúd, mucho menos desde el lugar donde el alma se separa del cuerpo sin saber siquiera cómo llegó a ser tan inevitable despedida.
Nos adentramos en ese «;túnel oscuro», parafraseando al poeta, para contar, en detalles, cómo fue esa despedida de Neruda, a casi 50 años de su muerte, cómo fue ese naufragio, desde adentro, que nos ha mantenido intrigados, desde hace once años, cuando arrancó la investigación científica que intenta dilucidar si su deceso fue por causas naturales o si por el contrario se trató de un homicidio, urdido en alguna mente perversa, que supo arropar el plan, y que hoy está a punto de dejar ver lo que pudiera estar oculto detrás de esa
enigmática ausencia terrenal de Neruda.
Doce días después
Un día antes de partir a México, Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, conocido universalmente como Pablo Neruda, uno de los poetas más importantes del Siglo XX, falleció en una reconocida clínica de Santiago.
El poeta, Premio Nobel de Literatura 1971, acudió al servicio de salud, tras presentar un empeoramiento del mal que le aquejaba: un cáncer de próstata, que según el acta de defunción, habría traído como consecuencia una caquexia, o debilitamiento por la pérdida de peso o masa muscular, propio de esta enfermedad cuando se encuentra en etapa terminal.
Sin embargo, tres décadas después de su deceso, comenzaron a salir misteriosas revelaciones, que pusieron en tela de juicio ese certificado de muerte.
Una de esas revelaciones fue el testimonio de Manuel Araya, chofer y asistente del connotado escritor. Este hombre siempre tuvo sus dudas sobre la muerte del poeta, porque unas horas antes de fallecer le habría dicho: «me colocaron una inyección en el estómago y me estoy quemando por dentro».
Araya, quien conocía lo importante que era Neruda desde el punto político, tras el derrocamiento de Salvador Allende, por una coalición cívico-militar, encabezada por elgeneral Augusto Pinochet, llegó a pensar que tal vez su muerte pudo ser a causa de un envenenamiento.
Después de ese encuentro entre el chofer y su jefe, nunca más volvieron a verse. Neruda murió y Araya fue detenido por las fuerzas represoras del régimen de facto y llevado en calidad de detenido al Estadio Nacional. Luego no se supo más de él hasta el día en que decidió alertar al mundo sobre sus sospechas.
Sembrada la semilla de la duda, los medios chilenos comenzaron a hacerse eco de esa información que mantuvo Araya en reserva y que posteriormente diera paso a una querella, de parte de los familiares del poeta, quienes conocían de su enfermedad, pero que estaban convencidos de que el mal no le quitaría la vida de manera tan repentina.
Golpe militar
Esa sospecha sobre una muerte provocada comenzó a cobrar fuerza, tras el derrocamiento del Salvador Allende, un 13 de septiembre de 1973.
Después de Allende y el cantautor Victor Jara, asesinado el 16 de septiembre de 1973, no había otra persona tan influyente en Chile como Pablo Neruda. Gozaba de un gran poder de convocatoria, de allí que después del golpe militar, el poeta se convertía en enemigo del poder tanto dentro como fuera de Chile.
Por otro lado, Neruda se vio muy afectado emocionalmente por el golpe militar y se cree que esto pudo haber influido en su empeoramiento de salud, por lo que habría buscado asistencia médica.
Las teorías
El sitio web Perfil publicó el 23 de septiembre de 2022 un trabajo completo que recoge varios aspectos que hacen presumir en que Neruda no murió de cáncer. La comunicadora Mónica Martin refiere en su investigación periodística, entre otras cosas, que Neruda no tenía entre sus planes quitarse la vida, como si lo había hecho su camarada Salvador Allende en las instalaciones del Palacio de La Moneda.
El relato construido por Martin señala, igualmente, que estando hospitalizado, Neruda estableció contacto con su chofer Manuel Araya y su esposa Matile Urrutia, quienes habían viajado de urgencia a Isla Negra, a buscar lo necesario para el viaje que se tenía planeado a México.
Durante una conversación telefónica, el poeta les manifestó que volvieran lo más rápido posible a Santiago, porque le habían puesto una inyección de "algo" en contra de su voluntad.
Uno los aspectos más importantes, que desencadenó después en una investigación que hoy lleva once años, fue el hecho de la afirmación que hiciera Araya al diario El Líder. «A Pablo Neruda lo envenenaron».
Sus palabras cobraron fuera al añadir que antes de esto Neruda estaba en pie, con mucho ánimo y los planes de viajar a México se mantenían. Lo extraño, según el chofer y asistente, era que el poeta tenía una mancha rojiza en su abdomen y, además se mostraba muy «agitado».
En 2011, el Partido Comunista de Chile, por intermedio del abogado Eduardo Contreras, presentó una querella por «homicidio», señala el trabajo periodístico de Martin. Después de esto vendrían tres exhumaciones de los restos de Neruda, tras una orden judicial del juez Mario Carroza.
Estas investigaciones concluirían que Neruda no había recibido ningún agente químico que le provocara la muerte.
Hurgando con el microscopio
La investigación no se detuvo, por el contrario continuó con mucha más insistencia. Esto permitió el hallazgo de una bacteria que pudiera ser muy tóxica, y capaz de acelerar la muerte, en caso de que sea alterada: se trata del estafilococo dorado.
Tiempo después científicos de la universidad canadiense de McMaster encontraron una nueva bacteria en un molar de los restos del poeta. Se trata del «clostridium botulinum».
Esta nueva bacteria ha sido estudiada por un largo período desde su origen o composición genética para ver si fue modificada en algún laboratorio y posteriormente inoculada en el torrente sanguíneo del escritor y así despejar todas las dudas.
Y, precisamente, las dudas han sido piezas de un rompecabezas incluso. Rodolfo Reyes, sobrino del poeta, asegura que en el caso de la muerte de su tío hubo intervención de terceros.
Como dato curioso, el médico, identificado sólo como el Dr. Price, que habría atendido en sus últimos momentos al reconocido escritor chileno, nunca apareció. Fue como si se lo hubiera tragado la tierra. Tampoco apareció el historial clínico del poeta.
Tras las exhumaciones, los vestigios culturales de Neruda pasaron a formar parte del patrimonio de la fundación que lleva su nombre. Curiosamente, entre estos objetos hay uno que desbarató de manera contundente el certificado de muerte: su cinturón. Este contradice lo estampado en el documento, pues descarta a la caquexia como causa de muerte.
Reyes asegura que el peso de Neruda al momento de fallecer no era el que se señalaba en
su certificado de defunción.
El informe preliminar de este importante trabajo de investigación, iba a ser divulgado el pasado viernes 3 de febrero, de 2023, pero se postergó para el lunes 6, por ausencia de uno de los panelistas, acto que fue suspendido por segunda vez y ahora se prevé su presentación el día 15 del mes en curso y para el 7 de marzo la conclusión final.
«A lo sonoro llega la muerte como un zapato sin pie, como un traje sin hombre, llega a golpear con un anillo sin piedra y sin dedo, llega a gritar sin boca, sin lengua, sin garganta».
Así como llega y golpea con dureza, la muerte siempre será enigmática, difícil de asimilar y de entender, al menos esta pudiera ser una interpretación que hace el poeta de esa implacable enemiga.
Pero más allá de todo ese dolor que la acompaña, la muerte tiene voz, una voz que retumba desde lo profundo de cualquier tumba o lecho mortuorio y que encuentra en la ciencia ese mecanismo que le permite a los muertos hablar sin boca, sin lengua y sin garganta.
Para recibir en tu celular esta y otras informaciones, únete a nuestras redes sociales, síguenos en Instagram, Twitter y Facebook como @DiarioElPepazo
El Pepazo