Thaischi Molina
La noche de hoy es más triste que otras, pues se ve más oscura,
no hay estrellas ni
luna que me regale un destello de luz, solo algunas nubes.
Sentada fuera de mi morada, se asoman gratos recuerdos y otros no tanto.
Pronto se
deslizan en mis mejillas unas gotas sabor a nostalgia. Poco puedo ver en mi calle algunos
grupos de personas que de vez en cuando se escuchan murmullos y hasta una que otra
carcajada, por lo menos en medio de la oscuridad las gotas salientes no producen ningún
ruido y no contienen alguna sustancia lumínica que me delate.
Ahora vuelvo a mi sitio y recuerdo porque mis ojos abrieron un surco de agua, me di
cuenta que una llave estaba rota, por eso el goteo repentino. Resulta que ahora el fontanero de mis ojos se quedo a propósito dormido y no hizo su trabajo: regular el conducto de las navegantes
lágrimas,
mas sin embargo no lo culpo, no le avise que se preparara.
La noche, con sus nubes se cubrió de cilicio y no quiso dejar asomar a la luna ni
estrellas, porque hicieron tetra la noche y el fontanero para dejar que mi alma se tomara su
tiempo en producir sentimientos encontrados.
Todos no deben pagar por algo que yo apunto como el delito: el cariño; este que sin
querer se mete y rara la vez golpea emociones y desvanece la existencia de la añoranza.
He notado que desde entonces, que sin luz de luna ni de estrellas, la noche sigue
oscura, pero sé, que esta noche no podrá repetirse,
no es fácil que se unan algunos cómplices
para que exista una condición.
Los recuerdos pueden quedarse en un papel pincelado por
alguna pluma, pero no clavados en el tierno corazón que no hace mal a nadie y no puede morir de mengua.
Dejar pasar algunos recuerdos en el camino de los pensamientos es bueno, siempre y cuando no les coloque parada de estación.
El Pepazo