La estrategia de abrazos no frena la violencia pero sí alienta la impunidad, advirtió Sigifredo Noriega, obispo de Zacatecas, quien consideró necesario tender puentes de comunicación con los líderes del crimen organizado para dar pie a un “pacto social” que pueda reducir la ola de homicidios en el país.
“Yo he estado hablando de la necesidad de un pacto social. No es un pacto simplemente con las personas que están haciendo el mal, sino un pacto de toda la sociedad e incluso que los malhechores pudieran entrar de alguna manera”, explicó en entrevista con MILENIO.
Tras un fin de semana en el que se registró otra masacre en Fresnillo y con más de 15 homicidios contabilizados solo en los primeros días de julio, el jerarca católico recalcó: “La estrategia de abrazos no balazos ha facilitado mucho la impunidad. Ojalá la violencia se detuviera con buenos deseos y con abrazos, pero no es así”.
Aseguró que la situación por la que atraviesa su diócesis se ha deteriorado de tal forma que instruyó a sus sacerdotes a no retar al crimen organizado a fin de evitar agresiones y, si es necesario, “bajarse del coche con las manos levantadas” cuando se llega a un retén.
Además, dio a conocer que ordenó el traslado de todos los sacerdotes de comunidades en zonas de influencia del narcotráfico a cabeceras municipales, abandonando las parroquias que se consideren en riesgo.
A nivel de tierra y por la presencia de distintos grupos delictivos, la de Noriega es, probablemente, la diócesis más conflictiva y peligrosa del país, a la par con la de Matamoros, Tamaulipas, la de Apatzingán, Michoacán, y la de Chilpancingo-Chilapa, Guerrero.
La diócesis de Zacatecas se extiende por territorios en conflicto entre los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación por algunas de las ciudades más violentas de México y en la que los propios religiosos han sido víctimas de extorsiones y amenazas.
Ante lo que estimó como una realidad ya innegable, el prelado afirmó que la violencia en el país ha rebasado a las autoridades federales, lo que pone en riesgo a la población civil y a los sacerdotes, por lo que insistió en la urgencia de un “pacto social” que incluya a los líderes del narcotráfico.
Opinó que para resolver la crisis de inseguridad en el país, primero el gobierno de Andrés Manuel López Obrador necesita “humildad para reconocer el problema y dialogar con todas las voces”, incluyendo la de los criminales.
“A mi forma de ver, por ahí hay que empezar. Reunirnos, aceptar una situación que no podemos controlar y que hay que entrarle no con confrontación sino con humildad. Vamos buscando juntos la respuesta”, manifestó.
Aunque aceptó que “un pacto social contra la violencia” no es una medida fácil, porque en cada estado hay al menos dos cárteles peleando por las plazas, destacó que mesas de diálogo se puede discernir, buscar respuestas y lograr una salida a la problemática de seguridad.
“Claro que la impunidad es parte del problema pero hay que buscar la manera de llegar a un acuerdo con ellos”, agregó Sigifredo Noriega.
El llamado
Esta no es la primera vez que un obispo hace un llamado al diálogo con el crimen organizado. En febrero de 2018, tras los asesinatos de los curas Germaín Muñoz García e Iván Añorve Jaimes, el obispo de la diócesis Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, pidió “dialogar” con líderes narcos para evitar más violencia.
“Para mi esa es la forma más sencilla. Es lo más civilizado, dialogar con todas las partes es lo más civilizado, sino reconocemos que hay un problema no habrá solución”, comentó en ese entonces el prelado.
Noriega advirtió que en Zacatecas los sacerdotes no están exentos a los cobros de piso, amenazas, extorsiones y retenes falsos; incluso consideró que existe el riesgo de que se repita una agresión contra los párrocos como ocurrió en Cerocahui, Chihuahua, contra misioneros jesuitas.
“Claro que puede repetirse. El riesgo de que alguien entre a una iglesia y dispare a la gente siempre está latente, pero ojalá nunca se dé entre nosotros. Es más compleja la situación con Nayarit, donde termina Zacatecas, porque ahí empieza la sierra madre, lo que hace mucho más compleja la comunicación, ahí es donde veo más riesgo”, expuso.
De acuerdo con el obispo, en Zacatecas se ha recrudecido tanto la violencia que son los propios pobladores quienes les advierten a los sacerdotes cuando no es seguro que vayan a su comunidad porque hay enfrentamientos entre integrantes de los cárteles.
“Lo que he escuchado en dos o tres parroquias es que la misma gente les dice en las rancherías ‘padre, no venga porque está pasando esto’. Entonces, la misma gente nos está avisando cuando hay un movimiento de las personas que hacen el mal”, refirió.
Sigifredo Noriega denunció también que el cobro de piso en las fiestas patronales “es innegable” y detalló que se ha dado en el norte de Jalisco, en Zacatecas, en el sur de Coahuila, en Sinaloa y Durango.
“En todos estos estados hay una forma peculiar de cobro de piso, que es comprar la plaza”, señaló al tiempo de reconocer que no es un hecho nuevo, que lleva años, pero no se denunciaba a fin de mantener la paz en las comunidades.
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El Pepazo/Milenio México