Posiblemente, el famoso personaje asociado al frío decembrino, nunca existió. Caraqueños extrañan el frío. Lea y saque sus conclusiones.
Luis Carlucho Martín
En 2020, a pesar de los pronósticos y las expectativas de varios falsos pitonisos, al igual que ahora –tres años más tarde–, Pacheco dijo adiós antes de lo previsto; es decir, el frío duró muy poco, nos engañó.
En aquella oportunidad publicamos una crónica en Caraqueñidad titulada «Pacheco nos abandona antes y se lleva el capín melao». Ahora nos corresponde agregar nuevos datos producto de un concienzudo análisis periodístico que tiende a desmitificar al famoso personaje que supuestamente traía consigo el frío decembrino a Caracas cuando bajaba de su Galipán natal con el propósito de vender sus vistosas y olorosas flores.
Sucede –por favor siéntese y lea bien– según, gun, ese tal Pacheco nunca existió, de acuerdo con las resultas de la investigación del avezado colega Manuel Abrizo –a quien conocimos gracias al hermano Félix Gerardi–, publicada en redes sociales en dos entregas: el 4 de febrero de 2022 bajo el título «Parece que lo de Pacheco y el frío era pura leyenda» y el 17 de febrero del mismo mes bajo el título «Pacheco, el que trae el frío, era checoslovaco».
Ardua tarea la que nos corresponde en esta ocasión al desempolvar esta versión que, de ser cierta, acabaría con mucho más de un siglo de tradición, cultura, leyenda e historia de aquella y esta Caracas que siempre creyó que Pacheco es sinónimo del frío que baja del Guaraira Repano…con todas sus consecuencias.
Ya sin frío
Este final de 2023, ya muriendo la segunda quincena de diciembre, cero frío. Algo templadito pero más nada. La tradición y lo esperado, de acuerdo con proyecciones de estudiosos del clima, es que el frío decembrino caraqueño se extienda hasta febrero. Incluso, este año de hablaba de finales de marzo con las agujas oscilando entre 11 y 18º C.
El tempranero retiro se le atribuirá al cambio climático. O llámelo usted como desee. Lo cierto es que frío no hay.
Muchos caraqueños agringados, y otros no tanto, habían hurgado en sus escaparates en busca de chaquetas, suéteres y ruanas porque en gran parte de los Estados Unidos llegó una ola de frío que dejó más de 50 víctimas congeladas. Otros, más faramalleros, usaron el poder de penetración de las cada vez más controvertidas redes sociales para asegurar que iba a nevar en La Guaira.
Ateos y creyentes unieron sus voces en un gracias a Dios que eso no se dio porque la mortandad hubiese superado con creces a la del coronavirus –que dicho sea de paso aun anda por ahí echando vaina.
Otros osados, con guille de científicos, aseguraron que el fenómeno Aphelion asentaría a Pacheco hasta la mismísima Semana Santa porque la Tierra se alejaría mucho del Sol. Un montón de avispados ya tenían preparados sus menjurjes antigripales con mieles chimbas, berro y cebolla morada para sacar el catarro del espíritu. Pero nada de eso pasó. La cosa está tan rara que hasta la naturaleza se ha vuelto mentirosa.
Lo cierto es que sin hacer mucha bulla Pacheco, el de la tradición, se marchó anticipadamente, con lo cual prestidigitadores y otras especies alarmantes quedaron muy mal.
¿Existe o no el tal Pacheco?
A decir de Abrizo, todos sus entrevistados, gente de la Caracas de antaño, de Galipán, que goza de mucha credibilidad, coinciden en que Pacheco no es un apellido de baja temperatura sino una deformación de un dicho que se popularizó a finales del siglo XIX cuando un contingente de checoslovacos fue empleado como mano de obra para culminar el Ferrocarril Caracas-La Guaira, con estación principal en Caño Amarillo, donde además coincidía con el Tranvía, los dos medios de transporte de entonces.
Según las anécdotas, en días cercanos a la Navidad los obreros europeos, muy adaptados al frío, hacían bromas, incluso se quitaban parte de la ropa, para demostrar su capacidad de resistencia a las exigentes temperaturas.
Recuérdese que el sistema ferroviario fue inaugurado por Guzmán Blanco el 25 de julio de 1883. Los caraqueños de entonces, dicharacheros por naturaleza le dieron nacimiento al dicho: “Este frío está para checoslovacos”, que se convirtió en “Este frío está pa checos” …y que terminó relacionando a Pacheco con el frío de fin y principio de año.
“Con el paso del tiempo se originó una leyenda según la cual Pacheco pasó a ser un floricultor de Galipán, de barba y sombrero, que entraba a la ciudad capital por la Puerta de Caracas, con unos burros cargados de flores. Con Pacheco y el frío también llega la navidad”, agrega Abrizo.
Razones para creer
Además de que, en Galipán, como población, no hay registros que confirmen la existencia o la sucesión del apellido Pacheco. Explican los entrevistados que bajar desde esa zona al Mercado de Las Flores, tal como lo plantea la vieja leyenda, resulta ilógico por las rutas descritas, ya que sería muy largo el camino y poco rentable el negocio.
Se dice que había un Pacheco, pero no de Galipán sino del alejado sector Las Flores. Ambas zonas se dividían, en pleno camino por El Picacho, y se sabe que la ruta viable desde Galipán sería bajando directo por la otrora hacienda Cotiza para llegar directo al Mercado Las Flores. Por el Camino de Los Españoles sería una travesía larga que atentaría contra la rentabilidad del negocio.
Con estas aseveraciones corre riesgo la leyenda de Pacheco y la popularidad de Guácimo, Chola y Cachirulo, sus burros de carga. Es que los floricultores que aun andan por esos sagrados senderos aseguran que las flores se bajaban en Palo de Flores –una vara cargada en hombros con cestas de flores en ambos extremos–, porque los burros y las mulas se usaban para transportar frutas, legumbres y otros productos agrícolas.
Lástima que muera la leyenda
Sería un duro golpe a la cultura y a las letras acabar con Pacheco y lo que siempre ha representado. Quizás con más investigación se aclare este punto, pero si seguimos dañando la naturaleza pronto, muy pronto, no habrá frío sino calor en diciembre, y quién sabe que otras anomalías…
Corre peligro Pacheco de quedar en el rincón del olvido, así como los tres canarios que amedrentados por el contenido del Decreto de Guerra a Muerte cargaron siete mulas con oro para huir desde el Camino de Los Españoles por La Guaira, donde aún son esperados desde los días de la Guerra de Independencia. Y nada: ni oro, ni mulas, ni escapistas. Leyenda que ha provocado historietas y expediciones fallidas en busca de tesoros escondidos. ¿Será que andan con Pacheco por esos caminos de la imaginación?
¿Perderá vigencia la obra de Aquiles Nazoa? No creemos:
Qué hubo Pacheco
Después de muchos meses esperando
que con tu soplo gélido
a refrescar vinieras la canícula
que este año enflaqueció a los caraqueños,
he aquí que ya estamos en noviembre,
un mes que era muy frío en otros tiempos,
y el calor continúa
ocasionando pérdidas de peso,
porque a ti no te da tu perra gana
de regresar, oh pícaro Pacheco.
¿A qué debe atribuirse tu retardo,
tú que eras tan puntual y tan correcto?
¿Si antaño, cada vez que las campanas
doblaban por el Día de los Muertos,
ya tú estabas haciendo tus valijas,
limpiando tu bufanda y tu chaleco
para después bajar, lleno de flores,
con tu sonrisa de ancianito fresco
y tu pincel teñido de manzana
que en los rostros ponía un rosa tierno?
Todo el mundo exclamaba en ese entonces
con júbilo infantil: -¡Llegó Pacheco!,
mientras tú por el Ávila llegabas
con tu bufanda vegetal al cuello,
y una flota pascual de golondrinas
volando de tu lírico sombrero!
PS: Apreciado lector, saque su conclusión, no el suéter…
El Pepazo