Hebert Colina M.
Sólo una verdadera vocación para el servicio y tener bien claro el primer mandamiento de Dios hace posible brindar felicidad a tanto necesitado que semanalmente y hasta a diario acude a la Casa de la Misericordia en busca de ayuda para sobrevivir.
Buscan alimentos, medicinas, ropa, atención y ellos se van muy satisfechos: no hay duda de que el pan de amor y esperanza que reciben los mantiene llenos porque llevan el amor de Dios impregnado.
«Nosotros recibimos todos los miércoles a esos hijos del Señor y les entregamos alimentos, ropa, enseres, medicina, todo lo que nos llegue en donaciones lo regalamos», dice la hermana Nairuth Sánchez.
La hermana Sánchez está al frente de la Casa de la Misericordia con un «Ejército de Voluntarias» inspiradas en la obra fundada por la siempre recordada Hermana Francisca y continuada por otras religiosas, la última de ellas, la Hermana Marina.
Pero qué significa está obra?
«Amor: la Casa de la Misericordia trata de vivir el Evangelio desde las obras de Misericordia, y Esperanza porque es precisamente el deseo de hacer el bien, de brindar felicidad y de que la gente sienta que existe la voluntad del Señor para seguir adelante», refiere la hermana Sánchez.
Este «Ejército de Voluntarias» da su aporte invaluable en actividades que realiza la casa, y a lo largo de cada miércoles se trabaja con adultos mayores.
«Es satisfacción, servir al más necesitado, que es el primer el mandato de Dios», agrega la religiosa.
Sin embargo, la situación se torna cada vez más difícil atender a unas 350 personas al mes a razón de 80 o 90 cada miércoles, no es fácil, por lo que se requiere del apoyo de todos, sector público y privado, pues lo que se obsequie a la Casa de la Misericordia no tiene precio.
Esta Casa de la Misericordia está ubicada en la Avenida 19, frente al Colegio La Presentación, su teléfono es el 0261-6141244 y toda aquella persona que desee colaborar con enseres o brindar su aporte en servicio, puede visitarla.
María Luisa Abreu de Colmenares, Voluntaria, expresa que ayudar al más pequeño y necesitado era el lema de la hermana Francisca.
«Hay mucha gente necesitada y con lo poco que tenemos los ayudamos y se les da desayuno y se les catequiza. Hacemos lo que Francisca nos inculcó, orar y hacer el bien…», afirma Abreu de Colmenares.
Además de comida y enseres, se les brinda atención médica y jornadas de barbería y si traen los récipes se les consigue, si hay en existencia, medicamentos, pero siempre las personas se van satisfechas y esa es nuestra mayor satisfacción.
No hay duda de que esta obra sembrada desde hace más de 30 años sigue alimentando la fe y el llamado es a las personas de buen corazón y sentido de humanismo y solidaridad, a los gobernantes municipales, regionales y nacionales, para que giren su atención y apoyen esta noble causa.
Estamos seguros que Dios se los recompesará.
Para recibir en tu celular esta y otras informaciones, únete a nuestras redes sociales, síguenos en en Instagram, Twitter y Facebook como @DiarioElPepazo
El Pepazo