Desde su llegada a Chile se ha visto el trabajo de su equipo de trabajo y ha logrado cupos olímpicos para el país austral, mientras que Venezuela está fuera de esa élite.
Luis Carlucho Martín
Pancho Seijas, acaso el más internacional de los entrenadores venezolanos, desde que prescindieron de sus servicios e hizo maletas para llevar su tenis de mesa a suelo chileno, ha logrado junto a su equipo de trabajo 10 medallas panamericanas y cupos olímpicos para el país austral –a Tokyo 2020 y ahora a París 2024 después de 16 años de ausencia–, mientras que Venezuela no clasificó a la cita de la capital francesa.
Situación ésta que lamenta Seijas, quien luego de formarse en el país en los años 70, y especializado en la Federación Sueca de Tenis de Mesa, posee un bagaje como entrenador y capacitador en más de 60 países –incluyendo todos los de América– con exitosa asistencia a unos 40 campeonatos mundiales de diversas categorías como head coach.
Pancho agradece las primeras luces de los profesores del liceo Luis Manuel Urbaneja Achelpohl, Lucas García, Gustavo Oropeza y Josefina Diez –relacionada con el deporte–, porque con sus orientaciones terminó de moldear el plan de desarrollo como atleta, como dirigente y como persona.
Haber crecido entre tantos atletas, en Los Rosales, es sin dudas su punto más influyente. Viene de una familia del deporte: su madre federativa del tenis de mesa, su padre fiel colaborador, y sus hermanas Andreína, Rosana y Lisette, fueron jugadoras destacadas. Además, Lisette se casó con Miguel González, calificado entrenador de la especialidad.
Aunque su pasión –como la de tantos otros criollos– era el beisbol, una lesión en su brazo izquierdo, practicando equitación, le frustró su sueño, pero no se amugó, siguió determinado en el voleibol estudiantil entrenado por el profesor Emilio Andrus, junto a sus amigos Marcelo Arias y Luis Martínez. Luego prefirió lo que hoy es su modo de vida, el tenis de mesa.
“Nadie vive del ping pong”, le aconsejaba el profesor Gustavo Oropeza, para que dedicara más tiempo a los estudios. Casi 20 años más tarde, la vida los reencontró. Pancho ya se había formado y actualmente él y su familia viven del deporte, debido a su dedicación de manera sistemática.
Al concluir bachillerato Seijas ingresó a un programa deportivo diseñado por Miguel “Caribe” Sanabria –a la postre salón de la fama del deporte nacional– desarrollado en la UCV. Allí participaron muchos atletas. Recuerda que estaban los hermanos Roble, Tirado, Pedrique, Sanabria y otros. “Fue una escuela necesaria para nuestro desarrollo. Pero como siempre quise ser distinto, viajé y me establecí en el tenis de mesa europeo”, explica a la vez que agradece al deporte haber conocido a su hermano de vida, el también entrenador Marcos Herrera, así como a Oswaldo Papelón Borges, “a quien apoyamos hasta llevarlo a la presidencia del tenis de mesa”. Del mismo modo reconoce el apoyo de Paco Diez, para llegar al IND. Y agradece a las profesoras Lilia Domínguez de López y Olivia de Cheli, quienes desde aquel ministerio de la juventud impulsaron su viaje a Suecia para sus estudios.
Luego de haber vestido los colores nacionales como tenimesista de nivel intermedio decidió formarse como entrenador, con 17 años viajó a Europa y con 20 ingresó a la Escuela Superior de Educación Física en Suecia. Se licenció con especialización en deportes de raqueta, mención tenis de mesa, credenciales que le abrieron puertas en la Federación Internacional como ponente y entrenador de entrenadores de manera permanente y actualmente es el único entrenador ITF que dicta cursos nivel III. En aquellos días guio la permanente clasificación de Venezuela a ocho citas olímpicas, y sus ciclos, con atletas como Fabiola Ramos, Elizabeth Popper y Andreína Arvelo, entre otras.
Su experiencia le permite recomendar a las nuevas generaciones sub 12, cuando el sistema neuromotor está a punto de desarrollo, practicar diversas disciplinas para elevar valencias físicas como correr, nadar, escalar, para luego estructurar una planificación en su formación.
Asegura que eso hizo, con sus respectivos equipos de trabajo, en Chile y también en Puerto Rico, y hoy esas naciones exhiben un alto nivel técnico en su tenis de mesa. Agrega que de nada sirve dinero sin planificación deportiva y sin formación de nuevos entrenadores. Insiste en que los entrenadores deben ser valorados más por sus capacidades que por sus relaciones públicas.
El Pepazo