Leonardo Núñez Martínez
No ha sido fácil resumir con esta frase todo lo que con ella se ha querido decir y el amplio uso que aún se le da. Quizás, la comprensión clara de un mundo delimitado por la existencia de un ámbito accesible de interés para todos y un campo interior, privado y hasta íntimo donde nadie podía intervenir, ha facilitado a los venezolanos del campo y la ciudad entender su significado.
Vivir «de puertas adentro» constituía el ambiente marital de hombre y mujer en el interior de la casa. Sumado a lo sexual, las parejas atendían sus asuntos propios relacionados con la comida, durmienda, aseo y todo el régimen que entre ellas se establecían voluntaria y soberanamente.
Pero también «de puertas adentro» la familia planificaba, ahorraba, gastaba, se dividía el trabajo y prescribía lo que era bueno y lo malo. Todo esto se hacía y se hace aún sin intrusos, entrometidos o impertinentes obligados a abstenerse de opinar o actuar sobre lo que al interior de un hogar, un fundo o un negocio, sus integrantes o actores decidían a puertas cerradas.
Esta independencia no impidió que el Estado interviniese y hoy lo hace con más rigor, cuando derechos humanos y sociales fuesen afectados por decisiones o sucesos acaecidos en ese espacio reservado, pero mientras eso no ocurriere, nadie intervenía sobre «lo que no era asunto de la calle».
La aberrante intromisión de los gringos y sus peones europeos en los asuntos internos de Venezuela nos ha hecho ver, perplejos, cómo ofrecen dinero y perdón a quienes se les arrodillen y traicionen la Patria. Sin vergüenza alguna propician un golpe de estado, sancionan, amenazan, bloquean, califican todo lo que al interior de nuestro país nuestras instituciones deciden y señalan «lo que nos conviene». Son unos verdaderos «metiches».
Sólo a individuos forajidos, filibusteros, entrometidos y timadores se les puede ocurrir intervenir sobre los asuntos de quienes viven «de puertas adentro».
¡ORGULLOSAMENTE MONTUNO!
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El Pepazo