Ningún vocero oficial pronostica la actuación venezolana en la justa francesa que acaba de empezar. ¿Será por la lamentable lesión de Yulimar Rojas, la única dorada segura aparentemente?¿Será que contaban con una medalla de la judoca Elvismar Rodríguez, extrañada por su particular caso de doping administrativo
Luis Carlucho Martín
Por ningún lado aparece un vocero oficial pronosticando la actuación venezolana en los Juegos Olímpicos de París 2024. Triste. Si, de acuerdo con muchos dirigentes, estamos en plena efervescencia de la Generación de Oro, cómo es posible que nadie se atreva a adelantar algo. ¿Será por la lamentable lesión de Yulimar Rojas, la única dorada segura aparentemente? ¿Será que contaban con una medalla de la judoca Elvismar Rodríguez, extrañada por su particular caso de doping administrativo?
Con mucha extrañeza aparecieron unas declaraciones de la máxima autoridad olímpica, la dama María Soto –había expresado que pronosticar es “someter a presión sicológica” a los atletas (parece una ilógica declaración)–, mis respetos. Al ser consultada por Onda La Súper Estación, en torno a la participación criolla en la cita parisina, casi le endilgó la responsabilidad de ganar medallas al atletismo. Ojalá ella sepa algo que más nadie sabe… y que acierte.
Aunque no es oficial, la prestigiosa publicación estadounidense, Sport Illustrated, hizo sus proyecciones para París 2024 y ubican a Venezuela en el podio atrapando medalla de bronce gracias a la actuación del equipo de espada masculino integrado por Rubén Limardo, Gabriel Lugo, Francisco Limardo y Jesús Limardo. Lo duro para los espadachines es que en primera ronda deberán enfrentar a los nipones, actuales campeones.
Algunos periodistas, conocedores de la materia, apoyan esa tesis y otros tantos tienen fe puesta en los pesistas guaireños Julio Mayora y Keydomar Vallenilla, quienes, a pesar de no haber rendido lo esperado en el más reciente mundial de Tailandia, en teoría representan las cartas criollas más fuertes, con la balanza más inclinada hacia Mayora.
Como siempre los deportes de combate han dado satisfacciones al tricolor patrio, pues no se debe menospreciar la opción del cumanés Jesús Cova (63.5 kg). Pero es apostar a la suerte.
Por supuesto, esperamos los mejores resultados para los nuestros en tan difícil contienda. Y como recientemente se ha impuesto el eslogan, “Mano, tengo fe”, pues que se haga extensivo a nuestra delegación, a pesar de ser la más reducida en la historia del olimpismo venezolano (34, pero sin Yulimar ni Elvismar son 32) desde los días de Seúl 88 (17 atletas), quizás porque en esta ocasión no clasificaron disciplinas deportivas de conjunto como el volibol, el baloncesto o el fútbol, progenitor del esperanzador dicho que se basa más en hechos fortuitos que en el propio rendimiento atlético. Sabemos que es una tarea harto difícil, dado que estamos en plena era de las ciencias aplicadas al deporte, en la cual todos los cálculos se aferran a variables de comprobación científica más que de fortuna.
A la fecha, la historia deportiva del país registra que un total de 733 atletas criollos –incluyendo los de esta edición París 24– han actuado en las 19 ediciones de Juegos Olímpicos modernos, con una exigua cosecha de 21 medallas y 56 diplomas como muestra de lo difícil que es competir. De esas preseas, apenas hay un cuarteto dorado: Francisco Morochito Rodríguez, Arlindo Gouveia, Rubén Limardo y Yulimar Rojas.
Cronología criolla en JJOO
A continuación, un repaso cronológico de Venezuela en Juegos Olímpicos. En la versión de Los Ángeles 32 debutó el venezolano Alberto Egea, pero no como atleta sino como pintor, en el marco del festival cultural de esa incipiente fiesta deportiva estadounidense. De ello hay pocos registros. Eran los días de la recesión económica mundial y se avecinaban las funestas acciones de la Segunda Guerra Mundial.
Cuatro años más tarde, en 1936, llegó a Berlín –la era de Hitler y su raza aria, derrotada por el negrito Jesse Owens– el ciclista Teo Capriles, con todas las intenciones de participar, aunque no pudo porque Venezuela no estaba inscrita en el Comité Olímpico Internacional. No existía aún el Comité Olímpico Venezolano. Capriles, quien además de excelente nadador y ciclista era un reconocido tenor, llegó a la cita berlinesa gracias a una herencia de 6 mil bolívares que le había dejado una tía… en ese escenario brilló, como ya se dijo, el estadounidense, representante de la universidad de Ohio, Jesse Owens al ganar, en contra de los pronósticos y del deseo del Fhürer, cuatro medallas de oro (100 metros planos con 10:3; 200 metros con 20:7; salto largo con 8,06 mts, y relevo 4×100 con 39:8, con récord mundiales).
El debut deportivo oficial para un criollo le correspondió a otro ciclista, el trujillano-caraqueño Julio César León, quien participó en la edición de Londres 48, que daba reinicio a la actividad olímpica tras el justo y lógico paro por la Segunda Guerra Mundial.
Además de los atletas reconocidos con diplomas olímpicos –galardón que el COI otorga a los clasificados entre los 8 primeros de cada final, debido a lo difícil que resulta ganar preseas–, los otros héroes criollos son, por supuesto, los medallistas, liderados por el pionero, Asnoldo Devonish, quien con su salto triple de 15.52 mts logró la medalla de bronce en Helsinki 52, superado por el soviético Yuri Schscherbankov con 15.98, y por su sempiterno rival, el brasileño Adheimar Ferreira Da Silva quien con su 16.22 se adjudicó la dorada; lamentablemente tiempo después el amazónico falleció trágicamente.
(Una necesaria aclaratoria: El COI, en vista de las dificultades que debe enfrentar un atleta parar lograr medallas, ha creado incentivos aparte de las medallas. En Atenas 1896 solo se premiaba a los dos primeros lugares con medalla de plata y una rama de olivo para el ganador; y medalla de cobre más una rama de laurel al subcampeón. El metal dorado nace como estímulo en la edición de Saint Louis 1904, cuando se comienza a premiar los tres primeros lugares con medallas de oro, plata y (se sustituye el cobre) bronce, aunque el diploma olímpico era solo para el campeón. Por una decisión ejecutiva, tomada por el COI en 1923 amplía los diplomas a los tres primeros lugares, que suben a los seis primeros puestos en 1949, hasta que en otra decisión del máximo organismo tomada en 1981 –previo a Los Ángeles 84 y en plena Guerra Fría– se sube definitivamente a los ocho primeros puestos como merecedores de los diplomas olímpicos).
El ítalo venezolano, Enrico Forcella, logró el bronce en tiro deportivo en los Juegos de Roma 60. Aquella hazaña fue en la modalidad match inglés con 587 puntos, solo superado por el sueco James Hill y el campeón alemán Peter Kohnke.
Allí el equipo de atletismo de relevo 4×100 (Rafael Romero, Horacio Esteves, Clive Bonas y Lloyd Murad) casi se mete entre los finalistas; hazaña que logra en Tokio 64, pero un cambio de última hora afectó la estrategia de carrera. El récordman Horacio Esteves se lesionó y fue sustituido por Hortensio Fucil –especialista en 400 metros– y eso afectó, según los entendidos.
En México 68 el minimosca “Morochito” Rodríguez se alzó con la primera de oro en el boxeo al derrotar en cerrada final al coreano Jon Yu Jee. En la edición de Munich 72, la del pánico por el caso de los secuestradores terroristas, Venezuela, a pesar del pundonor de sus atletas no logró presea alguna.
Seguidamente, los también boxeadores Pedro Gamarro, plata que debió ser oro en la edición de Montreal 76, y Bernardo Piñango, plata en Moscú 80.
Injustamente los jueces regalaron la pelea del Tren de Machiques, Pedro Gamarro, al alemán oriental Jochen Bachfield, quien fue el primer sorprendido al ver sus manos alzadas por el réferee. El zuliano le dio una felpa al teutón durante todos los nueve minutos de combate…inexplicable el fallo arbitral privó a Venezuela de una medalla dorada.
Por su parte, Piñango ganó en buena lid su medalla de plata al caer en la final por decisión 4-1 ante el cubano Juan Hernández, quien en su salto al profesional llegó a ostentar el titulo mundial por su demoledor y consistente estilo.
Posteriormente, en Los Ángeles 84 los medallistas fueron el tritón Rafael Vidal (200 metros mariposa con 1:57:51 minutos) y los púgiles Marcelino Bolívar en minimosca (5-0 sobre el guatemalteco Carlos Motta Tarracena) y el pluma Omar Catarí (decisión 4-1 ante el coreano Park Hyeong-Oc), todos con bronce.
En Barcelona 92, se produce el debut dorado del taekondista Arlindo Gouveia, pero como era una disciplina de exhibición el COI no reconoció el resultado como oficial sino unos años más tarde.
En esos mismos juegos de Barcelona, donde además se generó gran expectativa por el debut del baloncesto masculino, apareció la primera dama criolla medallista, Adriana Carmona quien, con su otro logro, pero en Atenas 2004, sumó dos medallas de bronce a la causa criolla. A esa cosecha se adiciona el logro del pesista Israel Rubio quien, por descalificación del tercer lugar, se hizo acreedor de la medalla de bronce en la cita griega.
Otra dama del TKD, Dalia Contreras se alza con medalla de bronce en Beijing 2008.
La otra dorada es la del esgrimista Rubén Limardo, campeón en espada en Londres 2012.
Corresponde el turno a Yulimar Rojas, plata; Yoel Finol, plata en boxeo y Stephanie Hernández, bronce en BMX en el marco de los JJOO Río 2016.
Y cierran la suma positiva en Tokyo 2020 –retrasados de su fecha original por la pandemia– la dorada Yulimar Rojas en salto triple junto a los medallistas de plata Julio Mayora y Keydomar Vallenilla en halterofilia, y el ciclista de BMX Daniel Dhers.
En venidera entrega detallaremos más los logros técnicos criollos desde Barcelona 92 en adelante. Veremos qué sucede en la Ciudad Luz…lo que sume es bueno, además de los logros Paralímpicos … y los que faltan.
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