Décadas de abusos y complicidad. Los conocedores de ese entorno creen que las celebridades «guardan silencio porque temen a muerte que sus marcas se desangren de fans» debido a sus vínculos con el rapero.
El reciente arresto del rapero estadounidense Sean John Combs, más conocido como P. Diddy, ha sido un duro recordatorio de que los abusos y el silencio en la industria del entretenimiento siguen siendo un problema, a pesar de años de concientización y defensa.
Combs fue detenido el pasado 16 de septiembre en Nueva York, acusado de tráfico sexual, conspiración para cometer crimen y transporte con fines de prostitución. Sin embargo, mientras permanece en prisión en Brooklyn, tras negársele la libertad bajo fianza, la atención se está centrando ahora en muchas celebridades que durante años evitaron hablar sobre el tema, aun cuando fueran víctimas de Diddy o conocieran su entorno.
Entre los artistas más nombrados se encuentran el rapero Jay-Z, considerado un amigo muy cercano de Combs; el cantante canadiense Justin Bieber, que pasó tiempo con él al principio de su carrera; la cantante y actriz Jennifer López, que mantuvo una relación con P. Diddy entre 1999 y 2001, y el músico Usher, muy cercano al rapero, que no sólo produjo su primer álbum de estudio, sino que también ejerció de tutor legal y lo acogió en su casa durante un año cuando era adolescente.
«Temen que sus marcas se desangren»
Hasta el momento, varios de los famosos que han sido muy cercanos al músico no han hablado abiertamente sobre el asunto, lo que ha suscitado dudas sobre cuánto sabían acerca de las supuestas actividades ilegales de Diddy y qué tan involucrados podrían estar. A pesar de la especulación inmediata que rodea al silencio, no hacer frente al ruido es en realidad «la mejor opción», afirmó Doug Eldridge, fundador de la empresa de relaciones públicas Achilles PR.
Por su parte, Eric Schiffer, director general de Reputation Management Consultants, cree que los famosos «guardan silencio porque temen a muerte que sus marcas se desangren de fans por los vínculos con Diddy. Y, lo que es peor, temen que si se cruzan en su camino, las cosas acaben en desastre», indicó.
Entre tanto, los fiscales que siguen el caso de Diddy consideran que el imperio empresarial del rapero aparentemente evitó ser detectado en cualquier presunta implicación ilegal mediante «actos de intimidación, manipulación, soborno y amenazas de represalia contra personas que fueron testigos de los delitos cometidos por miembros y asociados de la empresa».
«Elaborados espectáculos sexuales»
En la acusación penal federal contra Sean Combs se le señala, entre otros delitos, de dirigir una «empresa» criminal y de ser el responsable de coordinar una serie de eventos a los que el rapero se refería como ‘Freak Offs’. Según la Fiscalía, se trataba de «elaborados espectáculos sexuales» en los que se obligaba a mujeres a mantener relaciones, de forma frecuente y por varios días, con trabajadores sexuales masculinos, lo que implicaba además el consumo de abundantes drogas.
A lo largo de la primera década de 2000 Diddy fue famoso por sus «fiestas blancas», ostentosas reuniones en las que los invitados tenían que vestir de blanco y que se convirtieron en el centro de atención de Hollywood y de celebridades de alto perfil como Kim Kardashian, Paris Hilton, Sarah Jessica Parker, Mariah Carey o Leonardo DiCaprio. El medio The Blast apunta que la mansión de Diddy en East Hampton, Nueva York, habría sido escenario de esas megafiestas, y destaca la reaparición de un video de 2005 en el que varios famosos alaban esas exclusivas veladas.
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El Pepazo/RT Español