«Reconocer a un ególatra puede ser difícil, ya que no siempre muestran su verdadera personalidad. Sin embargo, hay algunos rasgos y actitudes que pueden delatarlos.”
COMENTARIO
Luis Semprún Jurado
“Apreciados, camaradas” – inició mi querido amigo Anacleto la acostumbrada charla con cierto aire ceremonial – “El día viernes 27 de enero de este año, la Sala Político Administrativa (SPA) del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de Venezuela ratificó que sobre la aspirante a candidata presidencial del partido Vente Venezuela, María Corina Machado, pesa una inhabilitación de 15 años que le impide competir en las elecciones previstas para el segundo semestre de este año. La sentencia fue publicada ese viernes, en el marco del Acuerdo de Barbados, la Constitución y las leyes venezolanas. La inhabilitación para ejercer cargos públicos y/o de elección popular es una restricción legal que impide a ciertas personas ocupar determinadas posiciones en el ámbito gubernamental o participar en procesos electorales. En el tejido político y social de una nación, la ratificación de una inhabilitación para ejercer cargos públicos y de elección popular no es un mero trámite legal. Más bien, es un acto con consecuencias profundas que reverberan en la estructura misma de la sociedad porque cuando un individuo ha demostrado conductas inapropiadas o ilegales, su inhabilitación protege la confianza pública en el sistema. La ratificación de esta medida en contra de la «Loca», como la llaman sus colegas del G7, G4, G3 o como se llame ahora, por sus conocidos actos contra la CRBV y la nación, envía un mensaje claro: la nación valora la ética, la transparencia y la responsabilidad en el ejercicio del poder. Es un recordatorio de que nadie está por encima de la ley. La desconfianza en las instituciones gubernamentales es un veneno para la democracia, sobre todo cuando los partidos opositores, sumados a los intereses injerencistas y al palangrismo internacional y nacional, se han encargado de tratar de desacreditarlas con injurias y falsas acusaciones. La restauración de la confianza es esencial para la participación activa de los ciudadanos en la vida política. Una nación desencantada es una nación estancada y al ratificar la inhabilitación, se muestra a la ciudadanía que nadie está por encima de la ley y no sólo castiga al individuo, sino que también disuade a otros de seguir caminos similares. Es una barrera contra la impunidad que abre la puerta a nuevos líderes, a una generación que puede construir un futuro más justo y transparente, camaritas; no es sólo un procedimiento legal, sino que es un acto que define la identidad de una nación, su compromiso con la justicia y su visión de un futuro más íntegro; es un paso hacia una sociedad más fuerte y resiliente, y su trascendencia radica en la lección que dejamos para aquellos que nos sucederán y el mensaje para los que ahora están. Así de sencillo, quién no quiera, que no entienda.”
Indudablemente, la decisión del TSJ de ratificar la inhabilitación de ciudadanos/as, que tenían o no aspiraciones candidaturales para el proceso de elección presidencial que se avecina, ha causado cierto revuelo, no en la sociedad plena venezolana, sino más bien en una pequeña parte de ella, la más ruidosa, que lleva años auto catalogándose “la mayoría”, pero a la que la realidad viene golpeando en la cara con los resultados electorales. Lleva más de 20 años con el mismo mantra cometiendo los mismos errores que los han conducido de fracaso en fracaso. Siempre la culpa es del sistema electoral porque, según ellos, es fraudulento. Pero jamás han presentado una prueba, ni tan siquiera un indicio, de que eso sea verdad. Sin embargo su sistema de elección de candidatos, conocido como “primarias”, jamás ha sido transparente ni auditable, y hasta las denuncias de participantes han sido obviadas o tiradas a la basura. Tienen la costumbre de quemar las boletas (que no tienen nombre) y los cuadernos de votación «y que» para salvaguardar la identidad de los participantes. ¿Cómo auditar reclamos?
El ejemplo más patético es el de la última y que “primaria” en la que dicen que hubo una participación de DOS MILLONES Y MEDIO de votantes, cuando los números, de acuerdo a la cantidad de mesas y tiempo de votación, daban unos 600.000. Bueno, ese proceso fue llevado por SUMATE, empresa “afecta” a una de las participantes, y adivinen quién ganó con el 98% de los votos. El presidente de la Comisión para este proceso, Jesús María Casal, confesó ante la Fiscalía General de la República, al ser interrogado judicialmente, que “SUMATE había inflado el resultado”, por lo que fue calificado de “traidor, sapo y colaboracionista» por la ganadora. Asimismo, se dice que el financiamiento del proceso comicial fue realizado con dólares llegados «desde Colombia y que nadie sabía quién los enviaba». De ahí que no sea raro que en vez de una explicación convincente se reaccione con ira. La ira es una señal de que algo afecta profundamente, de que algo anda mal. Además, la ira es un ácido que daña al recipiente que la contiene. ¿Será por eso el sobrenombre?
No se puede tapar el sol con un dedo. Se debe aceptar que el trabajo de la opudrición cipaya ha alcanzado parte de su objetivo al lograr causar “incomodidad y molestia” en la población “y que” chavista, hasta en algunos que trabajan para el Estado. A varios he escuchado decir que van a votar por un “cambio” porque “estos llevan más de 20 años gobernando”. Esos aún no han entendido que ese “cambio” es volver al pasado cuando “con los adecos se vivía mejor porque robaban y dejaban robar” y los copeyanos “robaban para ellos solitos”. Las situaciones de crisis causadas por las ilegales y unilaterales sanciones, el bloqueo y las diferentes guerras a las que hemos estado sometidos, pasan desapercibidas en los argumentos de la malinche por lo que quienes les escuchan sólo entienden de bajo salario mínimo (sin reconocer el ingreso mínimo mensual), problemas eléctricos (pero no pagan electricidad), suministro de agua, transporte, demás servicios públicos, inflación, etc. Sin embargo, siguen siendo minoría, por lo que la alegría de la opudrición es alegría de tísico.
Las molestias, aunque incómodas, son temporales. Pequeñas frustraciones o malos entendidos siempre habrá. Pero al igual que una nube pasajera, pueden disiparse. Si elegimos ver las situaciones desde una perspectiva diferente o encontrar soluciones, la molestia puede transformarse en alegría. Los anuncios de progreso, aunque lento, para este año no pasan desapercibidos, así la opudrición alegue que son los mismos que se hacen todos los años. En el 2023 hubo avances, pocos y lentos, pero firmes, y se espera que este año sean superiores, de acuerdo a los expertos económicos internacionales. Revertir la molestia a alegría es un proceso que implica comprender nuestra situación y aplicar estrategias para transformar la incomodidad en una sensación más positiva. Sin duda, la resistencia demostrada por este bravo y noble pueblo, ha sido innegablemente la base para esos logros. La felicidad se construye paso a paso, sobre todo si celebramos las pequeñas victorias; agradece lo que tienes, porque en parte la felicidad reside en la apreciación.
También es cierto que la impunidad trae desconsuelo. Muchos nos hemos preguntado por qué el pelanalgas autoproclamado junto a los miembros de su banda de malhechores, se paseaban libremente por el país hasta que se fueron; por qué María con ira, la loca, o como prefieran llamarla, sigue en libertad a pesar de todo lo que nos ha hecho; por qué tanto bicho delincuente de cuello blanco no ha sido detenido y juzgado como se merece; etc. Las oportunidades perdidas y las decisiones erróneas no corregidas, son irreversibles. Por eso, la decisión del TSJ, a pesar de las presiones internas y externas, es trascendental y se puede tomar como el inicio de una nueva era en la que eso de “no puede haber elecciones sin mí” cause risa y no indignación, y en la que los venezolanos entendamos lo que es ser libres, dignos y soberanos.
El Pepazo