Kintun Wingkulche
Mapuche, comunista
Venezuela ha terminado el año 2022 convulsionada por las protestas de los pensionados, maestros, funcionarios de la salud y otros. La clase trabajadora logró articular sus luchas por la restitución de sus salarios. Inició este nuevo año con más marchas, concentraciones, asambleas y declaraciones. Esta vez se le unieron los trabajadores de las industrias básicas.
Ellos también al igual que toda la clase obrera, han visto mermar sus salarios, hasta no alcanzar para comprar los alimentos mínimos, a fin de reproducir la fuerza de trabajo. No hablemos de vestimenta, gastos médicos, zapatos, pago de transporte para poder asistir a los trabajos, o enviar a los niños a las escuelas y liceos.
¿Qué ocurre en nuestro convulsionado país? Riquezas hay, y muchas. Somos un país rico, oro diamantes, petróleo y ni hablar de los minerales raros que son aún más valiosos. Desde el oficialismo dicen una y otra vez que es culpa del bloqueo. El imperialismo norteamericano es nombrado mil veces. Se dictaron leyes especiales antibloqueo. Esto ha producido millones de dólares como ejemplo la explotación del Arco Minero del Orinoco, y otras zonas económicas especiales.
¿Dónde está todo ese dinero? Nadie lo sabe ni se puede investigar, ya que al mismo tiempo se dictaron leyes que bajo amenaza de prisión, no se puede preguntar del destino de esas riquezas que pertenece a todos los venezolanos. Solo sabemos que un día en una alocución pública el Presidente Maduro dijo: Por allí tengo un dinerito guardado, y que venden oro en secreto para que no se lo roben. Luces sobre donde podrían estar esas inmensas riquezas. Run runes van y vienen, sobre militares que son dueños de minas de oro, que el Delfín de
Venezuela está a cargo de la explotación de las minas etc. La historia lo dirá algún día, nada se puede esconder bajo el sol.
La pregunta de las diez mil lochas, ¿por qué no se usa ese dinerito para arreglar y dotar los hospitales, pagar las deudas que tiene con los trabajadores?
El eterno antagonismo entre los patronos y los trabajadores.
En la Primera Internacional, el obrero Jhon Weston decía que, al aumentar el salario, los patronos aumentaban los precios de las mercancías y con eso los salarios se volvían sal y agua. Ante esto Marx escribió Precio, salario y ganancia, para darle una respuesta. Explicando que la cantidad de trabajo socialmente necesario materializado en las mercancías es lo que determina el valor de cambio de éstas, al crecer la cantidad de trabajo requerido para producir una mercancía aumenta forzosamente su valor, y viceversa, al disminuir aquélla, baja ésta. En tal sentido los valores de las mercancías están en razón directa al tiempo de trabajo invertido en su producción y en razón inversa a las fuerzas productivas del trabajo empleado.
En esta sociedad todo es mercancía, todo se vende, sin embargo, el desposeído de los medios de producción, el nadie, solo tiene para vender su fuerza de trabajo. Por tanto, debe ponerse al servicio de un patrono. El patrono compra esta mercancía fuerza de trabajo para producir su mercancía, incorporándola al valor que ésta tendrá.
Para que este capitalista, dueño de medios de producción obtenga ganancia, no cancela el valor total de la fuerza de trabajo, solo una parte. Así tenemos que el salario no es igual a trabajo realizado. En una jornada de un día, solo cancela una pequeña parte de esa fuerza de trabajo y la incorpora al valor de la mercancía. El excedente, Marx lo llamó plusvalía y va directo a las arcas del patrono. Esa es su ganancia. El esfuerzo cotidiano de los trabajadores de las que se apropian los capitalistas, los dueños de los medios de producción.
Tenemos entonces que para aumentar al máximo sus ganancias necesitan rebajar los salarios, además usando otras triquiñuelas, como no entregando los implementos necesarios para proteger la salud del trabajador, eliminando los comedores y otros beneficios obtenidos por la clase trabajadora en sus luchas.
Al automizar las fábricas, comprando maquinarias, reducen el número de obreros que son indispensables para la confección de las mercaderías. Dejando así gran cantidad de cesantes los cuales pasan a engrosar ese ejercito de reserva de mano de obra. Al aumentar esta reserva de mano de obra y estar como oferta disponible en el mercado hacen descender aún más el precio del salario. El obrero pierde también la relación emocional con el producto que fabrica.
Mientras el salario se reduce hasta convertirse en solo lo necesario para asegurar su subsistencia diaria. Recordemos que el salario debe cubrir no solo las necesidades de alimentación del obrero, sino de su familia, transporte habitación etc.
Esto no se queda solo hasta aquí, consideremos que el sistema capitalista va de crisis en crisis.
Quien paga esa crisis es siempre la clase trabajadora. Miremos un poco alrededor y observemos cuando los vecinos y otros han estado en crisis, los Estados rápidamente determinan ayudas para salvar de la ruina a los grandes banqueros, implementan medidas de proteccionismo además para ayudarlos, caso de las forestales en Chile, o de las leyes impuestas en Perú para devolver a los inversionistas extranjeros lo invertido en maquinarias y
otros gastos relacionados.
Los capitalistas para salir de las crisis necesitan aumentar la producción, para eso se ven forzados a incorporar nuevos mercados para sus productos. Imponen además la división Internacional del trabajo. Convirtiendo con ello a países solo de producción primaria, extractivistas. Así el petróleo, el oro, diamantes, frutas, madera, etc, es lo único que los países donde se anclan los imperialistas pueden producir. Los gobiernos de turno al necesitar esas inversiones para aumentar sus ganancias, dictan leyes draconianas donde los trabajadores quedan transformados en esclavos prácticamente.
Las trampas del sistema capitalista en contra de los trabajadores
En la carta Magna Bolivariana se habla de indexar el salario a la canasta básica, tal como se dice en el artículo 91, y como también se expresa en el artículo 89 acerca de las conquistas de los trabajadores.
Hasta aquí pareciera todo bien, cuando sube la inflación debería subir el salario. ¿Donde yo veo la trampita?. Al aplicarlo y considerarlo como algo fundamental, como objetivo del conflicto se pierde de vista la realidad. Es como observar el árbol que tenemos delante y no podemos ver con detalle el bosque que tenemos atrás.
Si bien es una buena medida tener una protección del salario al anclarlo con alguna medida,
¿Cuál? Aun no tengo una opinión sobre ello.
Si los trabajadores no solicitan en este momento aumento general de salarios, tanto para sector público como para el privado, nada sacan con indexar un salario de hambre. Más aún pienso que al estar indexado. Siempre se ganará lo mismo, si es que se cumple, cuestión que es difícil de creer a este régimen. Se pierde el aumento que debería tener el salario, no solamente por la inflación, sino por todo lo que significa el costo de la vida. Siempre los trabajadores se quedarán allí marcando el paso. Esa es la trampita del sistema capitalista.
Recordemos que la petición de SALARIO JUSTO, es una falacia. Compañeros trabajadores, no existe un salario justo, pues es el resultado de un robo que hacen los patronos a cada mujer u hombre trabajador.
Solo en un sistema diferente, donde no existan dueños privados de los medios de producción, podremos hablar de salarios justos. NO habrá apropiación de la fuerza de trabajo de una persona sobre la otra. Tampoco de un país sobre otro.
Por esa razón la lucha debe ser política, debe ser por cambiar este Estado capitalista, que ha sido reformado con un barniz de socialismo, convirtiéndolo en un híbrido aberrante en contra de la clase trabajadora. Ya lo decía el viejo Carlos Marx, hace más de 100 años. Solo dejaremos de ser esclavos del capital, cuando este Estado burgués sea desechado, destruido.
Solo nos queda una cosa por hacer: Proletarios del mundo Uníos, la lucha es la misma en
todos los países y continentes.
El Pepazo