Ángel Alberto Montiel
El amor fue la fuerza que guío la vida de mi padre. La familia fue siempre su prioridad, y amar a mi mamá fue lo que lo hizo más feliz, logró plena armonía entre su forma de pensar, de sentir y de actuar.
Aceptó con entereza lo que Dios le trajo, la muerte repentina de mi hermano menor Carlitos, lo que lo marcó para siempre pero tuvo la grandeza, -como la tuvo también mi mamá -, de seguir la vida con alegría y esperanza.
Durante más de 50 años la quiso con devoción y supo manifestarle su amor en todas las formas posibles, le llevaba flores, le dejaba notas en las páginas de los libros que él sabía que estaba leyendo.
No conocía la pereza. Ordenaba papeles, hacia diligencias con una paciencia pasmosa. Era un hombre independiente, vital, activo, consciente siempre de hacer las cosas bien. Se conmovía con facilidad pero tenía una fuerza increíble.
Esos atributos lo ayudaron mucho en sus trabajos. Fue pionero junto a Harry Mannil, un empresario de origen húngaro del que fue su empleado de confianza en las empresas Aco y BecoBlonm, fue funcionario de los tribunales de justicia, juez en el municipio Padilla, prefecto por unos meses del municipio Mara durante la gestión del gobernador Humberto Fernández Auvert, también se desempeño en el Instituto Nacional de Canalizaciones como jefe de la base Carrizal en isla de Toas y director de Tráfico de Aduana del instituto donde se destacaba por su capacidad y honestidad.
Ya en los últimos tiempos de su vida siendo comisionado de la alcaldía de Mara para la zona del Guasare se dedicó a luchar para lograr la construcción de un colegio para los niños pobres hijos de campesinos en la población de Manuelote que luego de su muerte quedó en el olvido.
Fue socialcristiano de pensamiento. Inteligente, agudo y siempre ponderado en sus ideas políticas, nunca descalificó ni despotrico contra nadie. Sus críticas y observaciones fueron respetuosas.
Siempre confío en nosotros sus hijos, respetó nuestras decisiones y nos quiso tal como somos.
Sabia escuchar como pocos con total atención e interés. No vivió una vida de lujos. Su familia fue su tesoro e hizo del amor su más importante riqueza.
Se fue en medio del tumulto de la vida, tal como vivió.
El Pepazo